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¿Abrirá Biden las puertas del poder nuclear a Irán?

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El peor error de la administración Biden al retomar negociaciones con Irán es que, como la administración Obama, excluye de las condiciones para levantar sanciones a Teherán el cese de una amplia gama de afrentas, que van desde el apoyo iraní a grupos terroristas como Hamas y Hezbollah hasta el programa de misiles balísticos intercontinentales (ICBM) asociado al programa nuclear.

La agencia de noticias del gobierno de Irán, Afkar News, anunciaba tras el lanzamiento de un satélite que: “El mismo tipo de misiles balísticos empleado para lanzar el satélite podría llevar armas nucleares, químicas o incluso biológicas para borrar a Israel del mapa, atacar bases estadounidenses y aliados de los Estados Unidos en la región y apuntar a la OTAN en Europa”. En el mismo informe, Afkar News destacaba que: “Irán ha demostrado que puede apuntar a todo el territorio americano”.

Teherán expandió ampliamente su programa de misiles balísticos intercontinentales ICBM tras el débil acuerdo nuclear de 2015 con lo que ignoró la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que establecía que Irán “no emprenderá ninguna actividad relacionada con misiles balísticos capaces de transportar armas nucleares, incluidos los lanzamientos que utilicen tecnología de misiles balísticos, y los Estados tomarán todas las medidas necesarias para evitar la transferencia de tecnología o asistencia técnica a Irán relacionada con esas actividades”.

Pero el mayor problema es que como el fallido Joint Comprehensive Plan of Action (1), el nuevo acuerdo que busca la administración Biden ni siquiera intentaría detener permanentemente el programa nuclear de Irán, sino que se limitaría débilmente a retrasarlo por algunos años. Tal y como con el débil acuerdo que firmó Obama y abandonó Trump, este nuevo acuerdo garantizaría que finalmente Teherán tenga un arsenal de cabezas nucleares para sus ICBM.

Washington está poniendo sobre la mesa un período de finalización de 25 años, aunque es obvio que, con apoyo de Rusia y anuencia de Francia, Alemania y la Unión Europea, Teherán logrará reducirlo a 15 años o menos. Como demostró la experiencia previa, la república islámica no cumplirá nada sin sanciones efectivas apoyando un esquema de supervisión como el exigido por la administración Trump.

Biden no necesitaba levantar sanción alguna para iniciar la nueva ronda de negociaciones con Teherán. Era el gobierno de Ebrahim Rais, apodado “el carnicero de Teherán” por su responsabilidad en la masacre de 30 mil prisioneros políticos en 1988, el que buscaba activamente rehacer el acuerdo nuclear para librarse de unas sanciones cuyos efectos han comprometido la estabilidad del autoritario régimen fundamentalista.

Pero Washington empezó por levantar algunas sanciones y estaría ofreciendo remover todas las restantes al primer día del nuevo acuerdo. Sin las sanciones Irán se reincorporaría completamente a la comunidad internacional y reanudaría totalmente sus exportaciones de petróleo. Sin sanciones que comprometan la estabilidad del régimen fundamentalista iraní, Washington simplemente no tendrá palanca alguna para forzar a Teherán a cumplir siquiera el débil acuerdo que busca Biden.

El actual presidente está repitiendo uno por uno los errores de Obama en 2015, cuando Teherán obtuvo un acuerdo fácil de violar y las cuatro rondas de sanciones de la ONU, que habían costado décadas de esfuerzo diplomático para acordar e implementar, se levantaron completamente al primer día.

Así que cuando nuevamente se compruebe que Teherán viola el nuevo acuerdo como violó el anterior, Washington se encontrará en el mismo escenario del 2020. Recordemos que en ese momento, cuando la Agencia Internacional de Energía Atómica anunció que Irán estaba violando el pacto nuclear, Washington chocó con la oposición de Rusia y China y la falta de apoyo de Francia, El Reino Unido y Alemania, para imponer nuevas sanciones a Irán.   

El acuerdo al que apuesta la administración Biden con Teherán desestabilizará al Medio Oriente al no exigir el cese del apoyo iraní al terrorismo, y hará de Irán un nuevo poder nuclear tras un periodo de exclusión que probablemente violarán. El régimen islámico alcanzará el umbral nuclear en secreto antes o abiertamente después, pero lo alcanzará. Será un Irán con ICBM propios que podría producir en diez semanas el uranio enriquecido para finalmente colocar cabezas nucleares en sus misiles.

Guillermo Rodríguez is a professor of Political Economy in the extension area of the Faculty of Economic and Administrative Sciences at Universidad Monteávila, in Caracas. A researcher at the Juan de Mariana Center and author of several books // Guillermo es profesor de Economía Política en el área de extensión de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Monteávila, en Caracas, investigador en el Centro Juan de Mariana y autor de varios libros

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