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En defensa de Jorge Ramos (y de quien haga falta)

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Ante la arremetida del presidente socialista de México en contra de la prensa, ha surgido un debate entre colegas sobre qué tan oportuno es salir en defensa de algunos de los periodistas a los que Andrés Manuel López Obrador ataca con todo el peso de su aparato de propaganda. El debate, claro está, se divide según el espectro ideológico.

Lo digo con toda honestidad. Mi bando es uno: yo soy periodista, y defenderé el periodismo a toda costa, aun cuando pueda tener desacuerdos parciales o absolutos con mis colegas.

Si bien el principal foco de los ataques de López Obrador ha sido Carlos Loret de Mola –cuyo pasado periodístico está vinculado con montajes como el de Florence Cassez–, en esta tribuna he dicho que su trabajo me parece fundamental a la luz de la coyuntura antidemocrática que actualmente vive México.

El presidente quiere imponer una narrativa según la cuál Carmen Aristegui y Jorge Ramos son equivalentes a Carlos Loret de Mola, y ese es un engaño ante el que no podemos sucumbir. Yo puedo defender –y lo haré– el derecho de Loret de Mola a ejercer libremente el periodismo, pero sé muy bien que su trayectoria tiene poco en común con la de Jorge y Carmen.

Ramos es un periodista que resulta incómodo sin importar dónde esté: en Estados Unidos los republicanos lo consideran un comunista. En México el presidente socialista lo acusa de ser conservador. Es, adonde vaya, una piedra en el zapato.

En defensa de Jorge Ramos (y de quien haga falta)
Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO). (EFE)

A mí no me importa la tendencia ideológica de Jorge Ramos. Defenderé siempre su derecho a informar y opinar. Quizás muchos de quienes leen este texto no lo saben, pero Jorge está en Estados Unidos tras haber sufrido censura durante el periodo conocido como la Dictadura Perfecta.

Yo no olvido que cuando los gobiernos del PRI y el PAN intentaban –y lograban– censurar a los periodistas, Jorge era de los pocos que denunciaba y hacía eco de las valientes investigaciones de los colegas mexicanos.

Creo en una democracia donde los periodistas podamos defender nuestros puntos de vista sin importar qué tan dispares sean. Una democracia donde puedan existir Jorge Ramos, Lydia Cacho, Anabel Hernández, Joaquín López-Dóriga, Denise Maerker, Brozo y Loret. Todos.

En cuanto a Aristegui, necesitaría otra columna para hablar de sus virtudes periodísticas. Fue censurada por el PRI y por el PAN con ataques cobardes desde la oficina de gobierno, pero ningún presidente la atacó de la forma frontal y canalla de López Obrador.

El periodismo no está al servicio de nadie. Está para incomodarnos a todos.

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