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México, un desabrido estofado opositor

Una coalición desabrida

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Un par de días antes de Navidad, la oposición mexicana logró ponerse de acuerdo y le regaló al país una coalición de cara a las elecciones del 2021. Los partidos Acción Nacional, Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática competirán juntos en 171 de los 300 distritos del país, con el objetivo de arrebatarle a la alianza obradorista el control de la Cámara de Diputados.

El pequeño grave problema es que este regalo empieza casi condenado al fracaso. Lo que presentaron el 22 de diciembre ante las redes sociales y registraron 23 ante el INE es un estofado desabrido. Más que despertar esperanzas provoca una mezcla de desconfianza y resignación, dos ingredientes que no suelen formar parte de las recetas victoriosas.

El fantasma de las elecciones pasadas

De por sí el nombre de la alianza “Va por México”, no dice nada concreto; el formato de la presentación fue aún peor: 1 hora de “live” en Facebook aburrida y predecible. El “respaldo social” lo aportaron supuestas figuras sociales (a las que a lo mejor en su casa las conocen) hablándole a una webcam barata desde la computadora a su casa, con mal internet y un tono de voz más parecido al de un oficinista fastidiado que al de un grupo de luchadores contra la tiranía. A ellos le siguieron los 3 líderes de los partidos políticos, todos con un mensaje y una escenografía que parecían haber viajado directamente desde principios de los noventas.

Nada en el evento reflejó disrupción, ímpetu o verdadera convicción. Por el contrario, quedó claro que tanto los supuestos representantes sociales como los dirigentes partidistas estaban ahí para cumplir con el mínimo indispensable en un proyecto para el que ninguno de ellos está comprometido emocionalmente.

Más allá de la forma, que fue desastrosa, también hay un problema grave con el mensaje que están transmitiendo, desabrido al paladar, mientras que apesta a tecnocracia y arrogancia. Este párrafo del comunicado oficial los encuera de cuerpo entero: 

Va por México propone un modelo de país regido por la ley, dinámico, moderno, innovador y competitivo, que apueste por las energías renovables, la economía social de mercado y que se conecte de manera provechosa con el mundo globalizado”.

El texto está escrito con la arrogancia y la condescendencia típica de los “expertos” que ven al país desde el vidrio opaco de sus oficinas de diseñador en Polanco o de Santa fe, en las que cuelgan sus bonitos diplomas del ITAM o de universidades norteamericanas. Es decir, los mismos fantoches a los que el electorado mexicano rechazó rotundamente en las elecciones del 2018, cuando votó por Andrés Manuel López Obrador.

Dos años después de esas elecciones, los supuestos genios de la tecnocracia siguen sin entender qué fue lo que pasó y esencialmente están repitiendo el mensaje frío y técnico que fracasó rotundamente en la anterior campaña presidencial. Los párrafos del comunicado parecen sacados de la campaña de Ricardo Anaya. Y eso no es buena señal

La campaña tecnocrática, otra vez

Hablan de globalización, de energías renovables, de un “modelo de país” regido por la ley. No entienden que a los ciudadanos normales no les importa un sorbete la globalización. No captan que a la gente que sí trabaja todos los días le resulta irrelevante el que haya o no energías renovables. No carburan que hablar de un “modelo de país” no le dice nada a las a nadie y que hablar de un México “regido por la ley” tampoco conecta pon una sociedad que ha visto durante años como la ley se convierte en pretexto para el beneficio de intereses mafiosos.

Incluso cuando hablan de temas verdaderamente sensibles, como el de los tratamientos para personas con cáncer, recurren innecesariamente al tecnicismo “medicamentos oncológicos”.  

Increíblemente no le dedican ni una palabra a la marea de crímenes, que es la gran tragedia de decenas de millones de mexicanos. Los partidos de la coalición tampoco reconocen, ni de rebote, que las crisis que vive el país no aparecieron mágicamente hace dos años. Obrador las empeoró, pero vienen de hace décadas, y fueron provocadas (o al menos descuidadas) por gobiernos del PRI y del PAN. En pocas palabras: mucha tecnocracia y poca autoconciencia, desabrido.

Un desabrido regalo de Navidad

De por sí, el éxito de una alianza que sume al PRI y al PAN es tarea muy complicada, pues durante casi 90 años ambos partidos consolidaron su identidad con base en rechazar lo que el otro representa. Por lo tanto, es comprensible que sus respectivos militantes no estén contentos de apoyar a un candidato que, literalmente, va en la boleta representando a su odiado rival y del que, además, no queda claro cuáles serán los principios que defenderá en caso de ganar las elecciones.

La situación empeora cuando la alianza es percibida por propios y extraños cómo un movimiento más enfocado en mantener los privilegios de las burocracias partidistas o en todo caso como un mero esfuerzo “anti” obradorista, cuyas expectativas no van más allá del rechazo al presidente de la República.

En estas condiciones, la verdadera esperanza de Va por México no está en el convencimiento entusiasta de los ciudadanos, sino en la disciplina de las estructuras partidistas para votar por quien se les ordene en una elección que podría alcanzar niveles récord de abstencionismo. Quizá por eso la presentación de la alianza apestó a burocracia, al desabrido y viejo, muy viejo, estilo de la clase política mexicana.

Así, sin reconocer sus propias y múltiples culpas, sin esforzarse por entender a los ciudadanos cuyo voto desean, sin corregir los errores del 2018 y sin mirar más allá de esa cerrazón tecnocrática que los llevó al fracaso, la coalición Va por México empieza con el pie izquierdo y con el tiempo en contra, pues tienen apenas 6 meses para convencer a sus propios militantes y a la población en general de que no sólo son distintos a Obrador, sino que también son mejores.

¿Lo lograrán? El comunicado de Va por México cierra afirmando que “desde la Cámara de Diputados se diseñará el andamiaje legal necesario para enfrentar el escenario post pandemia”. Otra vez “se diseñará el andamiaje legal necesario” eso en ninguna parte del mundo emociona a los ciudadanos o lleva votos a las urnas; así que, o corrigen, o el día de las elecciones no tendrá una noche buena.

Gerardo Garibay Camarena, is a doctor of law, writer and political analyst with experience in the public and private sectors. His new book is "How to Play Chess Without Craps: A Guide to Reading Politics and Understanding Politicians" // Gerardo Garibay Camarena es doctor en derecho, escritor y analista político con experiencia en el sector público y privado. Su nuevo libro es “Cómo jugar al ajedrez Sin dados: Una guía para leer la política y entender a los políticos”

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