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Imagen: Unsplash https://unsplash.com/photos/Gx5RF9rXVkE

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Yo estoy con Ucrania. Sí, directa, clara y absolutamente. Sin medias tintas, sin jugarle al centro dialoguista, sin navegar en la equidistancia, porque la invasión que esta semana ha lanzado el tirano de Moscú es una agresión que no tiene matiz o justificante. Es, en sí misma, un crimen, una guerra profundamente despreciable.

Borracho de su arrogancia y de su insaciable ambición de sangre y poder, Vladímir Putin y la pandilla de mafiosos que se hace pasar por “Gobierno” de Rusia preparó durante meses una invasión masiva contra una nación independiente. Llegado el momento, Putin fue desnudándose de sus pretextos y acabó directamente ordenándole a su ejército el desarme de los ucranianos.

Y fue más allá. Entre balbuceos de tiranía amenazó sutilmente con represalias nucleares y puso en entredicho la soberanía y el derecho mismo a la existencia de las naciones que durante décadas fueron aplastadas por la bota soviética y que solo tras la caída de la URSS pudieron ser libres. La soberanía de esas naciones es, para Putin, un error del pasado, que (es evidente) él buscará revertir.

Yo estoy con Ucrania porque:

La invasión rusa es una violación directa del compromiso que dicha nación firmó en el memorándum de Budapest, acordado en 1994 para respetar y defender la soberanía del territorio de Ucrania a cambio de que entregara el arsenal nuclear que heredó de los tiempos soviéticos. Lo firmaron Ucrania, Rusia, el Reino Unido y los Estados Unidos. Ucrania lo cumplió, Rusia lo está violando abiertamente; los otros dos países se están haciendo patos.

Porque la realidad de que Ucrania quiere unirse a la OTAN no le da ningún derecho de invasión a Putin. Las naciones que sufrieron décadas de horrores bajo la tiranía de Moscú deben ser libres para marcar su propio rumbo, lejos de la influencia criminal de la pandilla que gobierna Rusia, y eso aplica especialmente para el pueblo de Ucrania, que sufrió uno de los peores genocidios de la historia, el Holodomor, planeado y celebrado desde el mismo Kremlin donde ahora Putin hace su sangriento berrinche.

Yo estoy con Ucrania
En diferentes países las personas han salido a protestar contra el avance de Rusia en territorio ucraniano. (EFE)

Porque Putin ya dijo que sus ambiciones no paran con Ucrania. El tirano de Moscú considera ilegítimos a todos los países que se liberaron de Rusia aprovechando el caos de los 80 y 90. Una vez que tenga el control del territorio ucraniano se lanzará contra Polonia, contra las repúblicas bálticas, contra todo lo que pueda, envalentonado ante la cobardía occidental.

Porque es un deber moral exigirle a Occidente y particularmente a Estados Unidos y al Reino Unido que cumplan con el compromiso político y moral subyacente al ya citado memorándum de Budapest. En castellano: ambas naciones convencieron a Ucrania de ceder las armas nucleares que eran su defensa a cambio de protegerla de la avaricia de Moscú. Y no están cumpliendo.

Porque, aunque es cierto que Biden anunció sanciones económicas, en las circunstancias actuales su mensaje fue más el de una transacción que el de una condena: Putin se queda con Ucrania a cambio de que le congelen un rato sus cuentas de banco. Y, en los hechos, Vladímir aceptó el trato, por eso está bombardeando Kiev y asesinando a placer.

Porque en la política hay muchos matices; justificaciones que se deslizan y se distorsionan, razones y contraargumentos hasta el cansancio y el absurdo. Pero también hay momentos donde tomar un bando es moralmente indispensable. La invasión rusa es uno de estos momentos donde no vale esconderse en el punto medio.

Hay que hablar claro. Y yo estoy con Ucrania.

Gerardo Garibay Camarena, is a doctor of law, writer and political analyst with experience in the public and private sectors. His new book is "How to Play Chess Without Craps: A Guide to Reading Politics and Understanding Politicians" // Gerardo Garibay Camarena es doctor en derecho, escritor y analista político con experiencia en el sector público y privado. Su nuevo libro es “Cómo jugar al ajedrez Sin dados: Una guía para leer la política y entender a los políticos”

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