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Régimen talibán derroca al Gobierno afgano

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Miles de yihadistas se agrupan al sur de la capital de Afganistán, mientras que lo que resta del Gobierno afgano entrega el poder al régimen Talibán que, tras la retirada de las tropas americanas, se tomó casi todo el país en cuestión de semanas.

El Estado Mayor Talibán ha ordenado a sus combatientes no cometer actos violentos en contra de la población civil, y aseguran que no tomarán «Kabul por la fuerza». A pesar de las promesas del régimen Talibán, los comercios, bancos y entidades públicas se encuentran cerradas, y la gente permanece en sus casas a medida que los combatientes han comenzado a llegar a las afueras de la ciudad, al tiempo que se escuchan varias explosiones.

Desde el palacio de Gobierno los Talibanes proclamaron «su victoria» sobre el Gobierno Afgano. El presidente Ashraf Ghani ya fue evacuado de Kabul y se dirigió a Tayikistán, pero la entrada le fue negada, por lo que el vuelo tuvo que ser redireccionado a Omán. Por su lado, las tropas restantes que quedan de Estados Unidos en Afganistán se apresuran por extraer al personal diplomático y evacuar a los afganos que trabajaron para el Gobierno americano.

El presidente Ashraf Ghani fue evacuado de Kabul y se espera que pronto renuncie como mandatario de Afganistán. (EFE)

El terror que producen los Talibanes es tal que miles de personas se aglomeran en el aeropuerto de Kabul intentando salir del país, pero no todos lo logran. El mundo vio con dolor cómo cientos de afganos se aferraban con desespero a un C-17 de la fuerza aérea de los Estados Unidos a punto de despegar. Tras el despegue ocurrió la tragedia, un desesperado afgano que se aferró hasta que el C-17 levantara vuelo, perdió sus fuerzas y cayó hacia su muerte.

Lo que resta del Estado afgano se encuentra negociando la transición del poder con los talibanes, tal y como lo confirmó el ministro del Interior afgano, Abdul Sattar Mirzakwal, que le aseguró a los residentes de Kabul que no habrá combates.

Según el canal de televisión saudí, Al Arabiya, la renuncia del presidente Ghani es inminente y ocurrirá en las próximas horas. Los talibanes ya se encuentran en el palacio presidencial negociando la salida del resto del Gobierno.

Los talibanes controlan 26 de las 30 capitales de provincias en Afganistán, las última conquista fue la ciudad al noroeste de Kabul, Mazar-I-Sharrif, donde el líder de la resistencia a los talibanes Atta Mohammad Noor tuvo que salir huyendo.

Noor, quien hizo parte de las guerrillas muyahidín durante la ocupación soviética de Afganistán, caudillo tras la caída del régimen comunista, y luego líder en las fuerzas de resistencia al gobierno Talibán en la Alianza Norte, denunció que hubo un complot dentro de las Fuerzas de Seguridad afganas para entregarlo a él y a su Estado Mayor —junto con material bélico del desmoronado ejército— a los talibanes.

Desde fusiles hasta helicópteros han sido dejados atrás por las Fuerzas de Seguridad afganas, y hoy los talibanes los usan para continuar su avanzada por lo que les resta por conquistar en Afganistán.

La instauración de un régimen Talibán es un problema de seguridad para todas las potencias

La caída de Afganistán se convierten en un dolor de cabeza geopolítico para todas las potencias occidentales. Para Estados Unidos, la caída del Estado pro-occidente que ayudó a instaurar en 2002 con la expulsión de los talibanes del poder, representa un duro golpe a su política de seguridad y en especial para la administración de Joe Biden, que culminó la política de su antecesor Donald Trump de retirar el resto de las tropas americanas del país.

A pesar de que la retirada de las tropas había sido pactada con los talibanes un año atrás, la caída de Kabul deja en ridículo al presidente Biden que hace un mes afirmó que los afganos contaban con un ejército y fuerza aérea bien equipados para defenderse, y le decía a la prensa que «no es cierto que creamos que el Gobierno afgano va a colapsar».

En solo semanas los talibanes arrebataron el control de extensas áreas del país al Gobierno y hoy son la autoridad. (EFE)

Rusia, aunque ha dicho que mantendrá su personal diplomático en Afganistán, ha llamado a una reunión extraordinaria del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para discutir la toma del poder de los talibanes.

Muchos líderes talibanes combatieron a las tropas rusas en los ochenta, y en Afganistán se refugiaron y entrenaron rebeldes chechenos que llevaron al Gobierno ruso a pelear dos sangrientos conflictos dentro de sus fronteras.

Por su parte, hace pocas semanas China adelantó conversaciones en Tianjin con una de las principales cabezas del Estado Mayor Talibán, el Mullah Abdul Ghani Baradar. A China le preocupa que la influencia Talibán pueda desestabilizar la seguridad en su frontera con Afganistán donde predomina mayoritariamente población musulmana o incite a los ya reprimidos uigures a rebelarse contra el régimen de Beijing.

Baradar fue uno de los fundadores del movimiento Talibán en 1994 junto con Mullah Mohammed Omar. La palabra Talibán viene del plural en pashtun estudiantes. A menos de dos años desde su formación, el movimiento Talibán fue capaz de extenderse por todo el país y derrocar a los jefes de guerra muyahidines e implantar su dominio. El resurgimiento de las fuerzas talibanes evoca las fatídicas escenas de 1996, cuando el grupo terrorista ocupó Kabul por primera vez.

El régimen Talibán representa una problema de seguridad tanto para Occidente como para Rusia, China y Pakistán. (EFE)

La retoma del poder Talibán también es un dolor de cabeza para Pakistán, que no solo brindó refugio a sus combatientes durante la ocupación de Estados Unidos a Afganistán, sino que prestó a su servicio de inteligencia para que a través de una red de escuelas conocidas como madrazas, cientos de miles de niños, refugiados del conflicto con los soviéticos y la guerra civil posterior, se radicalizaran y engrosaran las filas de los talibanes.

Aunque Pakistán es arquitecto parcial y patrocinador de los talibanes, hoy en día está consciente del monstruo que ayudó a crear. Desde el 2015 la relación entre Islamabad y los talibanes comenzó a deteriorarse con el surgimiento de guerrillas talibanes pakistanís que desconocían al Gobierno. La narrativa del talibán bueno o malo acabó cuando dos altos mandos del Ejército Pakistaní reconocieron ante el Parlamento que los talibanes afganos y pakistanís «son dos caras de la misma moneda».

Los horrores del régimen talibán

A medida que los talibanes entran a Kabul las mujeres afganas temen volver a la oscura época cuando se les prohibía salir sin la compañía de un hombre, tener que cubrirse con una burka para ser vista en público, quedarse sin acceso a la educación o someterse a un matrimonio con un hombre casi desconocido, muchos años mayor, acorde a las leyes de la sharía.

Muchos afganos recuerdan con horror el antiguo régimen talibán, donde la prohibición de medios de comunicación, libros e incluso música se hicieron comunes por ser acordes con las enseñanzas del Islam.Muchos afganos todavía recuerdan cómo perdieron a sus hijos para ser reeducados en las madrazas de los talibanes.

Las mujeres aguardan con temor a perder sus derechos como ocurrió bajo el antiguo régimen talibán. (EFE)

Para el mundo, un Afganistán dominado por los talibanes representa un país que se presta para refugiar terroristas y alimentar sus finanzas a través del tráfico de drogas. Para grupos como ISIS o Al-Qaeda, sin lugar a dudas el próximo régimen talibán representará un nuevo aliado contra Occidente.

Economist, writer and liberal. With a focus on finance, the war on drugs, history, and geopolitics // Economista, escritor y liberal. Con enfoque en finanzas, guerra contra las drogas, historia y geopolítica

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