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El mundo se volvió a ver sacudido por una investigación periodística que expuso los datos financieros privados de cientos de personas en el mundo, entre ellos artistas, deportistas, empresarios, y por supuesto, también políticos y varios criminales.
Los archivos expuestos denominados Pandora Papers, que entre otros, han expuesto datos fiscales de personalidades como el cantante Julio Iglesias, el director técnico y exfutbolista Josep Guardiola, el presidente de Ecuador Guillermo Lasso, los también músicos Elton John, Shakira, Ringo Starr, Miguel Bosé, entre otros, estigmatizan la libertad de movimiento de capital de personas que han creado su patrimonio con trabajo honesto y que tienen el derecho absoluto a invertir o guardar su dinero en la jurisdicción que consideren conveniente para cuidar sus patrimonios.
En la otra orilla, los documentos también revelan datos fiscales de personas con dinero mal habido —a quienes no mencionaré en este artículo pues no es mi tarea fungir como juez—, sin embargo, equiparar y a su vez, exponer la información privada de artistas y otras personas que no han cometido ningún delito, con la de presuntos delincuentes y/o personas que se han lucrado por corrupción, expone la mala intención con la que se elabora parte de este reportaje.
Un político al asumir un cargo público debe prestar una declaración jurada de su patrimonio, allí renuncia al derecho a la privacidad, lo mismo sucede con personas que son imputadas por cometer delitos fiscales o lavado de dinero, sin embargo, ¿con qué derecho un grupo de periodistas expone asuntos monetarios privados de personas con negocios legítimos?
La desinformación y agenda política tras los Pandora Papers
Por supuesto que la gran mayoría de la población tiene un conocimiento bastante limitado sobre asuntos tributarios, eso los lleva a muy fácilmente confundir una evasión con una elusión fiscal, y a su vez, quienes exponen esta información saben muy bien que inmediatamente las personas mostradas en esta lista van a ser estigmatizadas y tachadas de “delincuentes” por una gran parte de la opinión pública; pero por supuesto, nada de esto importa, la finalidad de este tipo de “trabajos”, es generar la noción de que un paraíso fiscal es un pecado, a su vez que invertir, o proteger el patrimonio privado de las personas en estos lugares es totalmente inmoral y un crimen.
En los últimos años gran parte de las naciones desarrolladas organizadas a través de la OCDE, y otros grupos de poder, han impulsado la implementación de códigos tributarios más severos que castigan el éxito de las personas, en nombre de la “redistribución de las riquezas” y el supuesto “bien común”; esta iniciativa que hoy ha encontrado uno de sus máximos defensores en el Gobierno de Joe Biden, y la actual secretaria del Tesoro, Janet Yellen, buscan imponer un “impuesto mínimo global corporativo”, esto con la intención de que los países que han decidido ser más austeros y eficientes fiscalmente, se deban acoplar a los mandatos de las naciones que más gastan para no poder atraer inversiones y eliminar la libre competencia.
¿Por qué existen los paraísos fiscales?
La única razón por la que existen los paraísos fiscales es por la existencia de infiernos tributarios, si por ejemplo un país como España, quiere cobrar a los empresarios el 50 % de sus ganancias en nombre de la “justicia social”, para financiar programas populistas y hacer del socialismo su bandera, está en todo el derecho de hacerlo siempre y cuando sus ciudadanos hayan elegido ese camino; ahora bien, lo que no puede hacer o exigir España, es que naciones como Estonia, Andorra, Suiza, Taiwán, o cualquier otro que comprenda que la base para el crecimiento y desarrollo de la sociedad están en los incentivos y no el castigo a la producción, deba cambiar sus parámetros para complacer a aquellos dispuestos a arruinar sus sociedades en nombre del marxismo.
Los empresarios, artistas, deportistas, y toda persona que se haya hecho rica —sin robar o estafar a nadie—, tienen todo el derecho a invertir su dinero y proteger su patrimonio de la forma que estimen más conveniente, y ningún periodista debería sentirse con el derecho de exponer sus datos privados al mundo y salir indemne.
Si las grandes naciones del mundo, como es el caso hoy de Estados Unidos, deciden lanzarse por un precipicio y comenzar a asfixiar a sus empresarios, naciones más pequeñas no tienen por qué ser persuadidas de seguirlas en dicha aventura; allí está el caso de Irlanda, una de las economías con mayor crecimiento del mundo en la última década, gracias a sus políticas de austeridad fiscal que le ha permitido atraer capitales y convertirse en un centro productor de tecnología y otros productos que no solo han beneficiado a su población, sino también al mundo entero.
Evidentemente los Pandora Papers son parte de otro intento por deslegitimar a los países que han decidido imponer menores cargas fiscales a sus ciudadanos y residentes porque han entendido que esta es la fórmula más adecuada para beneficiar a toda la sociedad, y también a aquellos individuos que han comprendido la necesidad de proteger su patrimonio ganado de forma honesta de las manos de políticos populistas que quieren arrebatar el dinero de los privados para comprar votos a través de la “redistribución de la riqueza”.
Es por todo esto que se debe insistir, los paraísos fiscales no solo son legales, sino que son moralmente éticos y también necesarios para protegerse de los Estados saqueadores de riqueza.
Emmanuel Rincón is a lawyer, writer, novelist and essayist. He has won several international literary awards. He is Editor-at-large at El American // Emmanuel Rincón es abogado, escritor, novelista y ensayista. Ganador de diversos premios literarios internacionales. Es editor-at-large en El American
No estoy muy de acuerdo con su enfoque. Son las reglas y normas. Promueva referendos para exculpar a otros
Buen artículo!