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Éxito latino: el periodista exiliado que enfrenta al castrismo desde el cine y la tv

Antes de llegar a Estados Unidos, el país de las libertades, Luis Leonel León tuvo que vivir en carne propia dos infiernos socialistas: Cuba y Venezuela. Esa experiencia en regímenes totalitarios forjó sin dudas los ideales libertarios y republicanos que se ven plasmados en sus obras audiovisuales y literarias. 

Luis nació en Cuba y vivió allí la mayor parte de su vida. Inició desde muy joven —15 años— su carrera como escritor publicando poemas que hablaban de su realidad inmediata en la isla influenciado «por poetas de las vanguardias en Europa, por la generación Beat y por voces de Hispanoamérica como Jorge Luis Borges, César Vallejo y José Martí, el más importante poeta de Cuba». En sus inicios, también escribió varios relatos y crónicas «marcado por los pilares del nuevo periodismo americano como Truman Capote (que se puso este apellido por su padrastro cubano), Norman Mailer y Tom Wolfe». 

Cuando apenas superó los veinte años, terminó el servicio militar obligatorio en la década de los noventa y de allí empezó a formarse como comunicador, cineasta y director de radio y televisión. Su carrera profesional la inició en radios locales cubanas —mientras estudiaba dirección de medios audiovisuales en el Instituto Superior del Arte— escribiendo guiones y generando contenido enfocándose en el arte y la literatura. Ese mismo espíritu e interés lo plasmó en sus programas de televisión. Con el paso del tiempo salió del mundo radial y empezó a incursionar en una de las áreas que, definitivamente, le daría los más grandes frutos de su carrera profesional: el cine documental. 

Un director incómodo para el castrismo

Luis Leonel inició con atino su carrera como director. En su primer documental, El color de las confesiones (1999), a través de escenas de la vida del pintor Reynaldo López Hernández, aparecen dos temas constantes en su obra hecha en Cuba: la indagación en los motivos que generan la creación y la inconformidad de los artistas con el contexto sociopolítico. 

«Se estrenó en el popular programa de televisión nocturno Prismas. A su realizador, Ángel Ma Argudín, al día siguiente lo llamaron de la jefatura del Instituto de Televisión para regañarlo por ponerlo. Les molestó el enfoque contestatario. Le preguntaron quién es el negro ese que dice que lo tratan mejor en el extranjero que en Cuba. Eso no era algo que hace más de 20 años se escuchaba en televisión. Yo entonces no trabajaba allí, era estudiante, pero tiempo después me encontré en el elevador al vicepresidente que dijo eso, Alejandro creo recordar que se llamaba, y le respondí como merecía: le dije el negro ese es un artista que a diferencia de muchos ha dicho la verdad y yo la he recogido con mucho gusto en mi documental, pues para eso son los documentales. El tipo me esquivó porque esos censores comunistas son muy cobardes cuando están solos». 

Su segundo documental —presentado como tesis de grado— Habaneceres, ganó el premio a Mejor película documental de 2001 por la Asociación Cubana de Críticos de Cine y también el Gran Premio Documental del Festival Cine Plaza 2001, entre otras distinciones. Esta pieza cinematográfica muestra, a través de rostros y relatos, la verdadera cara de La Habana; esa que contrasta enfáticamente con La Habana turística, de la cual los cubanos son sistemáticamente excluidos debido a las inapelables facultades de poder que mantiene el régimen castrista. 

Éxito latino: el periodista exiliado que enfrenta al castrismo desde el cine y la tv
Luis Leonel León, periodista y director de cine cubano. (Agnes Pares – Cortesía)

«Esa película también me trajo otros encontronazos. Lo quisieron eliminar del Festival Internacional de Cine de La Habana. Pero tuvieron la mala suerte de que el cineasta Fernando Pérez estaba ese año involucrado en el festival y dijo, muy valientemente, si lo quitan se vería obligado a renunciar al festival porque no podía apoyar una acción así contra un filme donde él no solo participaba, sino donde se expresaba contra de la censura. Fernando así los puso contra la pared. Al final permitieron que se exhibiera en el festival, pero con una jugarreta: no dejaron que compitiera, lo asignaron a una selección que se llamaba Hecho en Cuba y lo proyectaron solo dos o tres veces en horarios poco accesibles y salas pequeñas», nos contó Luis, quien ya se perfilaba como una voz crítica al régimen.

«No querían darle mayor cobertura. Poco antes del festival había tenido dos grandes exhibiciones, a cine repleto, en dos de las más importantes salas del país, primero en el Riviera donde fue el estreno, y donde por primera vez vi más de mil personas aplaudir una creación mía, y como tiene varios finales la gente aplaudía varias veces. Fue muy emocionante. Yo lo vi en aquella pantalla inmensa desde un pasillo porque así podía ver las reacciones mucho mejor y porque no había dónde sentarse. Fue hace 20 años y lo recuerdo como si hubiese sido ayer. Y después se proyectó en La Rampa, el cine más hermoso de Cuba, en la clausura del Festival Cine Plaza, donde ganó el Gran Premio. Recuerdo esa noche ver gente más emocionada que yo, con lágrimas y todo, y a la salida del cine personas que no conocía me peguntaron quién yo era, me abrazaron y dieron las gracias». 

Habaneceres, un documental de Luis Leonel León.

León pasó varios años trabajando en la televisión y el cine cubano. Burlar la censura y mantener íntegros sus valores era un reto gigante, pero como su trabajo se enfocó, mayormente, en el aspecto cultural, entonces había cierto margen de maniobra para evitar la represión castrista. 

«No hay mayor experto en burlar la censura que un creador que haya vivido en el comunismo dispuesto a burlar la censura en los medios del régimen. Antes había militado de forma clandestina en varios grupos opositores, de los que terminé alejándome porque los amigos que los lideraban se fueron del país y porque no vi que en ese momento fueran a tener éxito en derrocar la tiranía. Así que todo ese espíritu disidente nunca lo abandoné y lo volqué en mi trabajo comunicacional, artístico y literario».

«En la radio», continuó relatando Luis, «donde su fugacidad ayudaba en este sentido, dediqué mi programa Una imagen posible a temas críticos y autores prohibidos, como cuando le dieron el premio Cervantes a Guillermo Cabrera Infante. Eso fue tremendo rollo, pero me hice el inocente. Cuando me llamaron ante el director provincial de radio dije que no sabía que Cabrera Infante era un escritor contrarrevolucionario y saqué de mi mochila dos libros, Así en la paz como en la guerra y Un oficio del siglo XX, ambos publicados en Cuba».

Luis también recordó «una entrevista con el teórico neomarxista Armand Mattelar» donde «me pidieron editar un tipo documental, donde coloqué el titular “Fidel el tirano del Caribe”. Nunca en la historia de la televisión cubana salió en pantalla algo así. Se lo cole al castrismo, bien manejado, junto con otros carteles y evidencias de cómo Salvador Allende condenó a la crisis general a los chilenos».

Experiencia en España, la gran oportunidad de ir a Venezuela y la llegada a USA

Luis Leonel tuvo un paso breve por España, donde presentó, en 2004, un ciclo de cine cubano independiente durante un mes, en la Casa de América de Madrid, la Filmoteca Española, el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias, la Universidad de La Laguna y otros centros culturales y de investigación.

«En la Casa de América coincidí esa semana con creadores renombrados como Cateano Veloso, que no entendió mucho de qué iba el evento, y con Mario Vargas Llosa, que la tarde que presentó su libro sobre Los miserables, La tentación de lo imposible, pasó por la sala donde yo estaba, justo al lado de su presentación, y me preguntó muy interesado por la idea del evento, mi documental Habaneceres y cómo estaba Cuba. Fue un diálogo muy breve, pero muy amable de su parte».

El periodista y director dijo que, en ese evento, lo «trataron con mucho cariño y respeto en la Casa de América», y que «allí tuve como anfitrión a un enamorado de la cultura cubana, el eurodiputado por el Grupo Liberal Isidoro Sánchez García, que ese mismo año me ayudó a producir La gracia de volver, sobre Dulce María Loynaz. Agradezco mucho esta experiencia». 

La Gracia de volver, otro de los documentales dirigidos y creados por Luis Leonel León.

En el 2007 se le presentó una oportunidad que cambiaría el rumbo de su vida: un contrato en Venezuela. En ese momento, el difunto Hugo Chávez estaba en segundo mandato, siendo aún popular, y con un importante respaldo económico del boom petrolero que le permitía saquear, junto a sus altos jerarcas, las arcas del Estado venezolano, mantener un exorbitante gasto público para tener a la gente “contenta” y empezar su implementación de su modelo socialista sin mayores contratiempos. Es decir, el país sudamericano todavía no estaba en crisis, pero empezaba a dar indicios de lo que se convertiría: una tiranía. 

A Luis Leonel le explicaron que «la idea era realizar trabajos culturales en Venezuela», similar a lo que hacía en Cuba, yendo a varias ciudades y a pueblos indígenas, mostrando la belleza de la cultura e idiosincrasia venezolana. Filmando también a cubanos que hacían arte en ese país, e intentar hacer un trabajo honesto en un contexto difícil, pues el cine y el arte siempre son objeto de propaganda bajo regímenes totalitarios. En muchas ocasiones los artistas deben ceder para mantener un estatus o, en su defecto, cuidar su integridad y la de sus familiares. 

Sin embargo, en el caso particular de Luis, durante mucho tiempo pudo evitar los trabajos propagandísticos, pero en Venezuela las presiones fueron incesantes.

«Llegó el momento que la cosa se puso complicada porque ellos cada vez más tomaban el control de Venezuela», relató Luis haciendo referencia a la transformación autoritaria chavista. «Me pidieron que fuera a los cerros de Caracas y los barrios más pobres como Petare. El proyecto era grabar y entrevistar niños, darles la vuelta y usarlos como material para una campaña chavista manipuladora. Yo les “daba la curva”, los evitaba, para no hacerlo, les decía que estaba con otros proyectos y me demoraba, “estoy trabajando en un documental”, “estoy ahora con los indios wayú que muy interesante, pero muy complicado”, “estoy enredado con esto y lo otro” y no les daba mucha bola. Al final no hice casi nada de lo que me pidieron y logré una experiencia única». 

No es un secreto que Caracas y La Habana, el chavismo y el castrismo, son parte de un mismo eje cooperante. Luis, que estaba en Caracas con el permiso de la dictadura cubana —porque nadie sale de Cuba libremente—, debía tomar una difícil decisión: arriesgarse a regresar a Cuba con la marca de haberse negado a fabricar material propagandístico o huir a otro país de la región, iniciar prácticamente de cero y dejar, momentáneamente, una joven carrera como cineasta que había empezado con el pie derecho.

Había una tercera vía: someterse. Pero esa no era opción para Luis. Por eso la segunda vía ganó en el balance y decidió huir hacia Colombia. 

Pasó por «los caminos verdes» y cruzó la frontera colombo-venezolana de forma “ilegal”, es decir, sin sellar el pasaporte por la vía tradicional, pues corría el riesgo de ser detenido por las autoridades venezolanas. Sin embargo, ya en Colombia, sin riesgo, regularizó su estatus migratorio y se mantuvo un año en el país cafetero. No pasó mucho tiempo después para que emprendiera su viaje hacia Estados Unidos. 

Como en ese momento, durante la administración Obama, USA no daba asilos, sino únicamente a médicos cubanos. Luis debía migrar de forma ilegal, a través de México. 

Para asegurar su paso por migraciones en México, país donde las autoridades migratorias son muy duras, Luis fue a Ecuador «para sellar salida de Colombia y luego nuevamente la entrada»; para que así en su pasaporte no se viera únicamente un sello de salida desde Colombia que lo marcaría como un migrante ilegal. 

 Luis Leonel León, el periodista cubano que pasó del arte contestatario a la trinchera político-cultural
Los posters de los documentales Habaneceres y La gracia de volver de Luis Leonel León. (Foto de Agnes Pares)

Ya con ambos sellos se dirigió a Ciudad de México y para pasar migraciones arguyó que estaba iniciando un proyecto cinematográfico con un colega suyo. Entró al país y en el Distrito Federal se mantuvo unas semanas antes de iniciar su travesía hacia Estados Unidos, donde se presentó en la frontera y pidió asilo político, teniendo como destino el sur de Florida, donde desde hace un tiempo vivían algunos de sus familiares y amigos que habían huido de Cuba. 

Luis Leonel ya era un exiliado cubano más. En Estados Unidos, donde ya tiene once años y es residente legal, empezó una nueva etapa en su carrera profesional: el periodismo político. 

Periodismo y más cinematografía

León se comprometió con la causa cubana en el exilio. Atrás había quedado la etapa acentuada en lo cultural y empezó a criticar, con dura firmeza, al régimen castrista y al modelo socialista implementado en países como Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua. Trabajó como columnista y redactor en diferentes medios en Estados Unidos, Europa y Latinoamérica, entre ellos El Nuevo Herald, Diario Las Américas, El Nacional e Infobae. Actualmente escribe sobre Cuba y la región para La Gaceta de la Iberosfera, un medio español de tendencia conservadora. 

Varios de los reportes de Luis Leonel han tenido éxito y acogida en los medios de prensa internacionales. La agencia de noticias EFE, por ejemplo, ha citado y distribuido materiales periodísticos redactados por él. 

Ahora, ya consagrado en los medios y tras haber forjado un nombre propio como crítico y analista del castrismo y la ideología socialista, León también empezó a presentar foros internacionales sobre libertad y dictaduras en el Interamerican Institute for Democracy. 

«Me gusta generar debates porque es algo a lo que no estamos acostumbrados quienes venimos de regímenes totalitarios. Incluso dentro de los propios opositores al castrismo no pocos eluden y casi que condenan el debate o la crítica, constituyendo un escollo en la búsqueda de las posibles soluciones. En ese sentido he realizado eventos junto a disidentes y comunicadores cubanos como Socialismo: seducción y asalto, que organicé con Antonio Rodiles, director de Estado de Sats. Con este grupo opositor muy pronto realizaremos dos foros más sobre identidades colectivizadas, ideología de género, religión vs. socialismo y otros temas claves hoy día».

En su paso por Radio Televisión Martí, Luis produjo, escribió y dirigió programas televisivos y series especiales documentales ligadas a la historia de Cuba y sus exilios como Brigada 2506, héroes cubanos, protagonizado por participantes en la fallida invasión a Bahía de Cochinos en 1961; Mariel 40 años, un recuento del éxodo de 1980 a través del cual más de 140 mil cubanos salieron de la isla; y 8×8, mujeres cubanas en busca de la libertad, testimonios de cho mujeres disidentes en la isla. Su última producción para este medio financiado por el Gobierno americano fue el programa El análisis, conducido por la periodista cubanoamericana Karen Caballero, un concepto creado por León para generar debates a propósito de las elecciones presidenciales en Estados Unidos.   

A finales de 2021 presentará en España el documental Arena en los ojos sobre el conflicto del Sahara Occidental, región del norte de África en la que estuvo filmando a comienzos de este siglo. 

En 2022 estrenará el documental Cándido, el rey de las tres congas, dedicado a la vida y obra de su amigo Cándido Camero, el único percusionista cubano ganador del Jazz Master Award, uno de los más altos galardones artísticos en Estados Unidos, fallecido en noviembre pasado en la ciudad de New York a los 99 años. Este filme sobre Cándido integra la serie Cubanos on the other side, creada por Luis Leonel, que narra historias de cubanos en la diáspora, con episodios protagonizados por José Basulto, Edmundo Desnoes, Iván Acosta, Mike Porcel, Adrián (Nómada) Morales, Andy Pruna, Félix Ismael Rodríguez, Zoé Valdés, entre otros. 

Lo que más destaca León de su carrera periodística en estos momentos son sus escritos sobre la tragedia política y social que azota a Cuba, y la pelea ideológica en el terreno cultural en defensa de las libertades.

«En estos años de exilio he escrito centenares de textos sobre Cuba. Próximamente saldrá dos libros Cuba, la imposible libertad de una isla, y Cuba, crónicas de un país convertido en cárcel, que recogen parte de esa mirada a mi país, desde el intento de explorar y recuperar la memoria hasta la experiencia de sobrevivir en el totalitarismo y defender la libertad con pasión y responsabilidad», dijo. «En Estados Unidos he podido abrazar la libertad que aún es imposible en mi país. Aquí he comprobado que la libertad siempre está bajo amenaza, como se hace cada vez más evidente en el mundo de hoy. No me canso de decir que la libertad es lo primero. Sin libertad la vida es una trampa. Defender la libertad es defender la vida y viceversa».

Emmanuel Alejandro Rondón is a journalist at El American specializing in the areas of American politics and media analysis // Emmanuel Alejandro Rondón es periodista de El American especializado en las áreas de política americana y análisis de medios de comunicación.

Contacto: [email protected]

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