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Putin subestimó a Ucrania militar y políticamente

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Putin invadió Ucrania apostando a que occidente se limitaría a sanciones económicas mientras las fuerzas militares rusas capturaban Kiev en una guerra relámpago que desmoronaría al gobierno ucraniano. Calculó bien el momento en el tablero internacional, pero subestimó a Ucrania.

En junio del 2021 advertía yo que:

“Beijing está dispuesto a apoyar la autoritaria y corrupta (…) permanencia de Putin en el poder (…) el costo (…) será transformar a la federación rusa en un satélite chino. Y el “patriota” Putin está más que dispuesto a pagarlo.”

A principios de enero señalaba como:

 “Lo que está ahora en juego es que:

1. Beijing y Moscú perciben un liderazgo débil en Washington.
2. En Kazajstan Moscú logró demostrar a Beijing que la estabilidad del Asía Central (…) sigue dependiendo en primera instancia de Moscú a través de la CSTO.
3. Asia Central es vital en la geopolítica imperial de Beijing a mediano y largo plazo, pero la estabilidad de la región depende a corto plazo más de Moscú que de Beijing.
4. Putin, tras estabilizar Kazajstán, apuesta a corto plazo a amenazar Ucrania e incrementar su influencia en Europa Central.”

Porque “Putin se arriesga hoy apostando todo al corto plazo mientras puede, en tanto Xi jugará todo al mediano y largo plazo.”

Y cerrando enero recordaba que:

“Crimea fue (…) el mejor momento para fortalecer el autoritarismo de Putin en Rusia. La anexión elevó la popularidad de Putin al 85% y divorció a la Federación Rusa de Occidente (…) Y lo que aprendió Moscú en aquel conflicto fue que:

1. Occidente responderá a una acción militar rusa limitada contra Ucrania, no con una respuesta militar sino con sanciones económicas y políticas que la dependencia de Europa Occidental –especialmente Alemania– del gas ruso terminará por suavizar.”

Por lo que “Putin simplemente vio ahora un escenario favorable para repetir su gran éxito de la anexión de Crimea”.

Al iniciarse la invasión a finales de febrero recordé que:

“Los Estados Unidos, el Reino Unido, Rusia y Ucrania firmaron en 1994 el Memorando de Budapest, sobre garantías de seguridad para la adhesión de Ucrania al Tratado de no proliferación de armas nucleares (…) Rusia aceptó ‘respetar (…) las fronteras existentes de Ucrania’ y al Memorando de Budapest debería aferrarse Washington. Pero me temo que la administración Biden evalúa el conflicto a través del lente de los Acuerdos de Helsinki, en tanto Moscú se aferra a la filosofía del acuerdo de Yalta

Y que en su invasión “no se ha limitado a la invasión del Donbass, pero sus operaciones no parecerían ser suficientes para completar exitosamente la toma militar de toda Ucrania. Aunque eso podría cambiar rápidamente y los objetivos que ha declarado Putin, incluyendo la desmilitarización de Ucrania, únicamente podría alcanzarlos ocupando todo el territorio, o haciendo que los propios ucranianos establecieran un gobierno títere del Kremlin. Lo segundo luce por ahora imposible y lo primero dependerá del coste para Moscú”.

La clave ahora es la logística: del lado ruso la operación relámpago no logró sus objetivos militares y políticos y los bombardeos rusos han dependido visiblemente de misiles tierra-tierra. Pese a esas deficiencias, las fuerzas militares rusas son enormes y cuentan con armamento nuclear táctico y estratégico. Pero la resistencia ucraniana muestra que aunque el Kremlin colocase suficientes fuerzas sobre el terreno para tomar las ciudades y rutas a toda costa, si occidente mantiene cierto apoyo militar a la resistencia ucraniana, Moscú enfrentaría una guerra de guerrillas cruel, costosa y prolongada.

Estimo que Putin todavía confía en desgastar a una Ucrania con gran dependencia logística de occidente. Y que para él seria una victoria enterrar el memorando de Budapest logrando que Kiev aceptase en la mesa de negociaciones el despojo de territorio que Moscú le impuso en 2014 junto al que le impondría ahora y un compromiso de neutralidad. Pero una desmilitarización de Ucrania únicamente la obtendría Moscú de un gobierno títere al precio de una guerra de guerrillas entre los nacionalistas ucranianos y una fuerza de ocupación rusa permanente. El problema con Putin es que sus apuestas algunas veces son fríamente racionales y otras no.

Guillermo Rodríguez is a professor of Political Economy in the extension area of the Faculty of Economic and Administrative Sciences at Universidad Monteávila, in Caracas. A researcher at the Juan de Mariana Center and author of several books // Guillermo es profesor de Economía Política en el área de extensión de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Monteávila, en Caracas, investigador en el Centro Juan de Mariana y autor de varios libros

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