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Subir el salario mínimo es una pésima medida anti-pobreza

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Tras haber dado indicios vagos sobre su postura frente al salario mínimo, el presidente-electo Joe Biden finalmente confirmó que apoyará la medida de elevar el salario mínimo a nivel federal a $ 15 la hora. El anuncio no puede venir en un peor momento, pues ahora miles de pequeños negocios, que son los que realmente pagan el mínimo, se encuentran en difícil situación financiera o cerrando.

La propuesta de Biden de incrementar el salario mínimo no solo afectará la recuperación de empleos en la pandemia, sino que además es planteada como una medida anti-pobreza, cuando la evidencia indica que el salario mínimo pocos efectos tiene para sacar a la gente de tal situación.

Actualmente ningún estado cuenta con un salario mínimo efectivo de $ 15 la hora, a excepción de la capital, Washington D.C. Los estados de Washington y Massachusets, en la actualidad, son los que tienen los salarios mínimos más altos en la Unión con $ 13.50 la hora y $ 12.75 respectivamente, según el departamento del Trabajo. Florida aprobó por referéndum un aumento del salario mínimo a $ 15 por hora, pero aumentará $ 1 dólar al año hasta 2026.

Joe Biden en su último discurso dijo que incluiría en el plan de estímulo la propuesta de elvar el salario mínimo federal a $ 15 la hora. (EFE)

La Oficina de Presupuesto del Congreso encontró que un incremento del salario mínimo en el año 2024, a $ 15 la hora, si bien elevaría los ingresos de 17 millones de americanos que ganan un salario mínimo, vendría a costa de más de un millón y medio de desempleados en industrias donde el trabajo es fácilmente automatizable o puede ser reemplazado con mano de obra extranjera, muchas veces informal.

Un estudio de la Universidad de Purdue estima que un aumento significativo en el salario mínimo podría trasladar los costos de este incremento a los precios de los productos finales en industrias intensivas en mano de obra poco calificada, como la comida rápida.

Teniendo en cuenta  que la gran mayoría de las personas que ganan un salario mínimo en Estados Unidos no trabajan en corporaciones, sino en Pequeñas y Medianas Empresas (PYMES), es muy probable que un incremento significativo del mismo disuada a los pequeños y medianos negocios de contratar nuevo personal —en el mejor de los casos— o despedir gente en el peor.

Los partidarios del salario mínimo a $ 15 con frecuencia se refieren a éste como un estímulo económico a la demanda agregada. Esto, se supone que estimularía el crecimiento de largo plazo producto de un mayor consumo. Desafortunadamente esta es una visión revertida sobre cómo funciona la economía.

El crecimiento económico es la creación real de nuevos bienes y servicios para la sociedad. Esta creación de valor tangible es lo que permite que los salarios reales crezcan, no un número mágico decretado en un papel. Lo que había estado experimentando la economía norteamericana antes de la pandemia era exactamente eso: tasas de crecimiento más altas que en años anteriores, acompañadas de un incremento de los salarios para puestos de entrada en las empresas.

El salario mínimo muchas veces termina por discriminar al trabajador menos calificado condenándolo al desempleo o la informalidad. (EFE)
Hay mejores medidas en contra de la pobreza que subir el salario mínimo

Aunque el diagnóstico es claro: subir el salario mínimo es una pésima medida anti-pobreza, poco se habla de alternativas que han mostrado ser más prácticas, como los crédito tributarios.

Para muchos contribuyentes de bajos ingresos, hay dos disposiciones clave del código tributario: el Crédito Tributario por Ingreso del Trabajo (EITC) y el Crédito Tributario por Hijo Adicional (ACTC)) que evitan que ellos y sus familias caigan en la pobreza.

Lo que hace que el EITC y el ACTC sean especiales es que son reembolsables, es decir, después de compensar los impuestos adeudados, los declarantes reciben el resto del crédito en sus reembolsos tributarios. Como resultado, los créditos fiscales aumentan efectivamente el salario neto de las familias trabajadoras de ingresos bajos y moderados.

El 23 % de los hogares en Estados Unidos no pagan impuestos sobre la renta, y tres cuartas partes de estos no pagan impuestos debido a las disposiciones que benefician a las personas mayores y a las familias trabajadoras de bajos ingresos con hijos.

Por ejemplo, una pareja con dos hijos que ganen menos de $ 26,400 al año, no pagará ningún impuesto federal sobre la renta porque su deducción estándar es de $ 11,600. Y por bajos ingresos y número de hijos contarían con cuatro exenciones escalables a los $ 3,700 reduciendo su ingreso imponible a cero.

La estructura básica del impuesto sobre la renta simplemente exime a los niveles de subsistencia de los ingresos del impuesto. La pareja podría ganar $ 19,375 adicionales, al año, sin pagar el impuesto sobre la renta porque su obligación tributaria previa al crédito de $ 2,056 sería eliminada por un crédito tributario por hijos de $ 2,000 y $ 57 del EITC.

Los créditos fiscales para los padres son posiblemente una forma extremadamente baja de reconocer el hecho de que educar a la próxima generación constituye una inversión costosa en capital humano que generará dividendos para la sociedad en su conjunto. Mientras tanto, las exenciones fiscales para los pagos del seguro social pueden defenderse con el argumento de que no es probable que creen desincentivos laborales significativos.

Estos créditos tributarios —en la esencia de lo que Milton Friedman llamaría “negative tax income”— han probado ser mucho más efectivos en combatir la pobreza, que simplemente incrementar el costo de contratación. Aunque naturalmente la devolución de impuestos tiene un costo fiscal, este costo es mucho menor que el costo en empleos perdidos o que se dejarán de crear por un decreto de “justicia social” por parte de los demócratas.

Economist, writer and liberal. With a focus on finance, the war on drugs, history, and geopolitics // Economista, escritor y liberal. Con enfoque en finanzas, guerra contra las drogas, historia y geopolítica

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