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3 escenarios potenciales de la “transición energética verde” promovida por progresistas

En una columna anterior explicaba que una transición acelerada a la energía “verde” es todavía tecnológica y económicamente inviable. Las transiciones energéticas han sido resultado de cambios espontáneos que no se pueden planear centralmente con antelación.

El problema es que el mero intento de planear centralmente algo de esta envergadura bloquea el proceso de mercado del que surgiría la información necesaria para ejecutarlo, como explicó Hayek en el sigo pasado al hablar sobre cualquier pretensión constructivista de tal alcance.

Por ejemplo, si la transición se adelantara a la velocidad que se pretende actualmente, la demanda de níquel, litio y aluminio se multiplicaría por cincuenta. No existe tal capacidad minera y los incrementos en precios de esos insumos forzarían a la “nueva economía verde” a una caída sostenida de la producción y el consumo. Entre tanto, empresas “verdes” con tecnologías de dudosa eficiencia ecológica y clara ineficiencia económica, se enriquecen desde hoy mediante los subsidios de una burocracia “verde” en acelerado crecimiento.

La clave del fracaso inevitable es que la centralización y politización que ya vemos hacen casi imposible un escenario de veloz aparición de nuevas tecnologías ecológica y económicamente eficientes de generación y distribución de energía.

Aún si pese a todo aparecieran, el problema de la imposibilidad de una transición acelerada centralmente planificada seguiría presente. En todos los escenarios, al retirarse demasiado aceleradamente los combustibles fósiles, los precios de los bienes aumentarían hasta completarse inversiones en nuevos métodos de producción.

China sería el principal proveedor de materias primas y componentes claves de la tecnología verde. Contaminando su propio territorio para producirlos, Beijing lograría una influencia geopolítica enorme. En todos los escenarios, la escasez sería gestionada en algún grado por burocracias politizadas y empresas especializadas en la captura de rentas. Para seguir adelante, los gobiernos occidentales tendrían que optar entre una presión fiscal insostenible y la inflación.

Los más probables escenarios serían:

  • El menos traumático sería una transición energética centralizada, pero mucho menos ambiciosa. Con petróleo y gas natural, cerrando la brecha entre oferta y demanda de energía en transición. Sería ineficiente pero viable en países desarrollados. Aunque los países subdesarrollados no podrían financiarlo y lo resistirían sin éxito.
    China lograría una creciente influencia geopolítica al coste de contaminar irremediablemente su propio territorio y el de sus aliados del empobrecido tercer mundo, mientras en occidente la generación de energía se haría más limpia a un ritmo relativamente lento.
  • Más probable es que se intente a la velocidad y alcance que nos anuncian hoy. Con altos impuestos al carbono y escasez de energía, más pronto que tarde estallarían las protestas. En las democracias se impondría finalmente el voto contra el status quo verde.
    Nuevos líderes occidentales electos por la reacción popular contra la fallida economía verde darían un giro de 180 grados. La reactivada producción de petróleo y gas, junto a nuevas inversiones en energía nuclear, mitigarían la crisis energética, pero tras la previa desinversión en la producción de combustibles fósiles el reajuste implicaría una recesión en medio de la inflación que habría financiado a la fallida economía “verde”. Únicamente la política monetaria sana detendría esa inflación, al coste de profundizar la recesión inicial y salir de ella mediante un crecimiento inicialmente lento.
  • El peor escenario sería que, en medio de la fallida transición energética los políticos occidentales no reconocieran su fracaso y recurrieran al autoritarismo ante la escasez. Sin combustibles fósiles y con economías más sobrereguladas la producción global se desplomaría. Los gobiernos occidentales declararían medidas extraordinarias, cerrando autoritariamente la posibilidad del relevo democrático. Para financiar los subsidios a la fallida economía verde y sostener crecientes redes clientelares de asistencia a los nuevos pobres, empeorarían la inflación. El proteccionismo se impondría luego de que cada gobierno atribuyese su propio fracaso al “enemigo” exterior.
    El mundo entraría en la desglobalización. La pobreza crecería rápidamente en todo el globo y el autoritarismo de Beijing no podría sostener las previas mejoras del nivel de vida de su población, lo que debería recrudecer el control represivo interno e incrementar su agresividad exterior.

Guillermo Rodríguez is a professor of Political Economy in the extension area of the Faculty of Economic and Administrative Sciences at Universidad Monteávila, in Caracas. A researcher at the Juan de Mariana Center and author of several books // Guillermo es profesor de Economía Política en el área de extensión de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Monteávila, en Caracas, investigador en el Centro Juan de Mariana y autor de varios libros

1 comentario en «3 escenarios potenciales de la “transición energética verde” promovida por progresistas»

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