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3 innovaciones del capitalismo en la posguerra que liberaron a las mujeres

3 innovaciones del capitalismo

Por Simon Sarevski

En la antigua Grecia se podía encontrar a Platón defendiendo los derechos de las mujeres, argumentando que estas poseen “capacidades naturales” para gobernar, iguales a las de los hombres. Durante la Ilustración, personas como Mary Wollstonecraft abogaron enérgicamente por una mayor igualdad de género. En la segunda mitad del siglo XIX nació el primer movimiento feminista, que se centró en el objetivo del sufragio femenino y lo consiguió poco después.

En la década de 1960, el feminismo se mezcló con los crecientes movimientos contra la guerra y en favor de los derechos civiles, se centró en la sexualidad y los derechos reproductivos. El movimiento feminista del siglo XXI se levantó contra los abusos sexuales y el acoso sexual, especialmente en el lugar de trabajo. En la era de las redes sociales, su momento culminante fue el movimiento #MeToo.

Y sin embargo, tras la Segunda Guerra Mundial, tres acontecimientos en torno a la innovación y la libertad de la economía de mercado hicieron más por la liberación de la mujer que cualquier reina o cualquier movimiento feminista.

A diferencia de hoy en día, lavar la ropa era una forma de trabajo no remunerado que requería mucho tiempo. Durante la mayor parte de la historia —para bien o para mal— eran las mujeres las encargadas de esta tarea doméstica. No importaba si vivían en un país rico o pobre, o si procedían de un hogar rico o pobre. Si no eras lo suficientemente rico como para permitirte un ama de llaves, cosa que casi nadie podía, tenías que lavar tu propia ropa ( y la de tu familia). 

Piensa por un segundo en cómo funcionó este proceso incluso después de la Segunda Guerra Mundial. No sólo la mayor parte del mundo estaba destruida, sino que la mayor parte no estaba aún industrializada. Mucha gente seguía viviendo en zonas rurales donde no había agua corriente en las casas. Así, las mujeres que se daban el lujo de lavar su ropa con agua calentada junto al fuego no perdían esa oportunidad. Lamentablemente, para muchas, el proceso de lavado de la ropa significaba ir a las fuentes del pueblo o a los arroyos cercanos, a menudo haciendo el lavado con agua fría. 

Todo esto cambió en la década de 1950, cuando se introdujo la lavadora al público en general. De repente, la tecnología hizo posible que las mujeres dedicaran su tiempo a algo más útil: el ocio, o como explica el médico y académico sueco Hans Rosling, las mujeres tenían más tiempo para dedicarle a sus hijos, incluso a su educación.

“Para mi abuela, la lavadora era un milagro”, declaró Rosling en una popular TED Talk de 2011. 

Tanto en la antigüedad como en la Edad Media, en todo el mundo se han probado formas rudimentarias de control de la natalidad. Pero cuando se trata de avanzar hacia la igualdad, nada se acerca al impacto que tuvo la píldora. La primera píldora anticonceptiva producida comercialmente vio la luz en 1960. Aunque los anticonceptivos se habían utilizado durante mucho tiempo antes, la píldora dio a las mujeres americanas —y, poco después, a las de todo el mundo— una libertad reproductiva sin precedentes.

La libertad reproductiva, además del beneficio obvio, significaba que ahora las mujeres tenían mayor libertad para elegir a su pareja. También significaba que el matrimonio y los hijos podían posponerse más, hasta el momento en que ambos miembros de la pareja lo consideraran oportuno: los embarazos inesperados no tenían por qué alterar sus planes.

Por último, al retrasar la edad del matrimonio y la maternidad, las mujeres pudieron entrar en el mercado laboral y seguir formándose.

Millones de hombres que habían servido en la Segunda Guerra Mundial dejaron vacantes en el ámbito laboral. Como resultado, USA al igual que Gran Bretaña durante la Gran Guerra, cuando un ejército de mujeres trabajadoras tomaron las herramientas para hacer el trabajo agrícola, vio un aumento del empleo femenino en tiempos de guerra. Más de 6.7 millones de mujeres adicionales fueron a trabajar durante la guerra, lo que supuso un aumento del 50 % de la mano de obra femenina. 

Cuando la guerra terminó, muchas de las industrias relacionadas con la guerra se disolvieron. Las que seguían en pie, después de todo, eran industrias que tradicionalmente favorecían el empleo masculino. Además, esta era la generación de los padres de los baby boomers, cuando muchas mujeres quedaron embarazadas y se dedicaron al cuidado de sus hijos. Todo esto acabó con el boom del empleo femenino en tiempos de guerra, casi tan abruptamente como empezó. Aunque la tasa de actividad femenina tardó algún tiempo en recuperar los niveles de los tiempos de guerra, no obstante, experimentó un crecimiento estable. La única diferencia es que las mujeres casadas empezaron a incorporarse cada vez más a la población económicamente activa.

La estanflación de los años 70 (es decir, las bajas tasas de crecimiento y la alta inflación acompañadas de un elevado desempleo) lo cambió todo. Después de esta calamidad, las mujeres tenían cada vez más ganas de trabajar.

Durante la Gran Depresión, era muy difícil encontrar trabajo. La participación laboral femenina fue extremadamente baja durante esa época, pero la necesidad de que la familia se mantuviera a flote hizo que quien pudiera encontrar un trabajo lo aceptara. Y mientras las tasas de empleo de los hombres disminuían, la tasa de empleo de las mujeres en realidad aumentaba. Entre 1930 y 1940, aproximadamente 2.5 millones de mujeres más trabajaron por un salario fuera del hogar, un aumento del 24 %. La estanflación de los años 70 tuvo muchas similitudes con la crisis de los años 30. Sin embargo, algo era muy diferente. Las mujeres no sólo estaban más dispuestas a trabajar, sino que mantuvieron esa actitud una vez finalizada la convulsión económica.

La naturaleza de la economía pasó de ser industrial a ser de servicios y, a finales de los años 70, la era de los empleos en manufacturas llegó a su final. El auge de la economía de servicios hizo que el trabajo femenino fuera más competitivo, en comparación con la era industrial. Las mujeres eligieron carreras más continuas, lo que significaba que, si querían tener un estatus y unos ingresos similares a los de los hombres de la sociedad, tenían que invertir también en su educación. Cada vez más mujeres se incorporaron a la fuerza laboral y cursaron estudios superiores. Lo que fue sorprendente en su momento, pero muy normal hoy en día, es el porcentaje de mujeres en edad fértil, con un hijo menor de un año, que se incorporan a la población activa, que aumentó de forma espectacular.

3 innovaciones del capitalismo
Esta libertad también permitió a las mujeres incorporarse cada vez más al mundo laboral. (EFE)

La Segunda Guerra Mundial le demostró a las mujeres del mundo entero que podían trabajar fuera del hogar y, lo que es más importante, ser remuneradas por ello. Los avances tecnológicos, como la lavadora, el lavaplatos, la aspiradora y el microondas, liberaron mucho el tiempo que las mujeres dedicaban antes a las tareas domésticas.

El aumento del nivel de vida hizo que las mujeres pasaran menos tiempo en la cocina. La invención de la píldora liberó a las mujeres para planificar sus familias, aumentando aún más su libertad para trabajar y ser independientes. Y con la estanflación de los años 70 y la consiguiente economía de servicios, las mujeres encontraron por fin la independencia.

Estos acontecimientos, aparentemente desconectados, que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, le dieron a las mujeres más libertad que cualquier otro movimiento feminista de la historia, con la excepción quizá del sufragio universal. Con la ayuda del Estado, muchas organizaciones habían sofocado los derechos de las mujeres. Muchas veces, el propio Estado sigue penalizando a las mujeres.

El capitalismo y la libertad consisten en elegir. Y aunque la situación no sea perfecta, el capitalismo, a través de la tecnología y la elección, le ha permitido a las mujeres evitar y saltar los obstáculos hacia su prosperidad y ha creado mucha más igualdad, como nunca antes vista.

Foundation for Economic Education (FEE)

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