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El desempleo que vendría si Biden impone estrictas cuarentenas

Como presidente Joe Biden tendrá que lidiar con un rebrote de la pandemia, y a su vez deberá estimular una economía en recuperación que no se puede permitir un cierre completo otra vez. La prioridad para Biden será garantizar la rápida producción y distribución de una vacuna para el COVID-19 una vez esté disponible. Si Biden decide imponer cuarentenas estrictas, lastimosamente, el resultado será desempleo.

Para atender la emergencia sanitaria Biden se ha comprometido en primer lugar a restablecer el Directorio de Salud Global y Biodefensa, eliminado bajo la administración Trump, en un esfuerzo por “restablecer la confianza en la salud pública”.

Mientras llega una vacuna para el COVID-19 —que pueda ser masificada— Biden ha prometido que impulsará un testeo masivo a la población, de carácter gratuito a cargo del Centro de Control de Enfermedades y Prevención (CDC).

Biden planea hacer uso de la Ley de Producción de Defensa para aumentar la producción de máscaras, protectores faciales y otros equipos de protección personal para que el suministro nacional de equipos exceda la demanda, especialmente en áreas afectadas que sirven a poblaciones desproporcionadamente vulnerables, tal y como propuso su antecesor Donald Trump.

Esta ley le permite al presidente de los Estados Unidos ordenar a las compañías que den prioridad a contratos gubernamentales y órdenes consideradas como necesarias para la defensa nacional, y designar la distribución de materiales. El objetivo es asegurar que el sector privado produzca suficientes productos para cumplir con las tareas de guerra y otras emergencias nacionales.

En cuanto a la vacuna, Biden se comprometió a invertir 25 mil millones de dólares en la producción y distribución. Actualmente el CDC cuenta con una opción de contrato existente con McKesson Corporation para respaldar la distribución de la vacuna a lo largo del país, ya fue activada desde el 14 de agosto por la administración. La distribución de una vacuna prontamente será crucial para la recuperación de la economía norteamericana y el levantamiento del halo de incertidumbre que hoy enfrentan los mercados internacionales.

Lo más preocupante del futuro de la agenda de Biden es la posibilidad de volver a una cuarentena estricta de 4 a 6 semanas, como lo ha formulado su asesor, Dr. Michael Osterholm. Para el momento en que se redactó este artículo Estados Unidos presenta una nueva cifra récord de contagios con 145.000 nuevos casos en un solo día. Sin lugar a duda ciertas restricciones a la movilidad y el distanciamiento social volverán a imponerse.

A pesar de ser epidemiólogo y no tener ninguna formación en macroeconomía en su currículo, Osterholm afirmó que el cierre lo “podríamos pagar con un paquete ahora mismo para cubrir los salarios perdidos de los trabajadores individuales, las pérdidas de las compañías pequeñas y medianas así como las de las ciudades, estados y los condados, podríamos hacer todo eso”.

Aunque el epidemiólogo no mencionó ninguna cifra para el plan de estímulos, se sabe que al menos un 20 % de los empleados de tiempo completo se vería afectado directamente por este cierre, especialmente la mano de obra de nivel educativo más bajo y menor ingreso, dentro de los que hay una población significativa negra e hispana, empleada en sectores como el retail, hotelería, restaurantes, y la manufactura.

Naturalmente es ingenuo pretender que los cierres de estos sectores solo afectarían a los empleos directos de estas industrias, en un reciente trabajo los economistas de la Reserva Federal de St. Louis, Carlos Garriga y Juan Sánchez, usando estadísticas de la Oficina del Trabajo encontraron que un cierre del 50 % en el sector de la comida podría afectar alrededor de 5.3 millones de empleos directos, y cerca de 1.7 millones en sectores que ofrecen o demandan servicios de la industria gastronómica americana, totalizando 7 millones de empleos perdidos.

Aunque este estudio no considera el impacto después de la transferencia del gobierno, hay razones para ser escépticos sobre la eficiencia de estos planes de estímulo. Aunque la administración Trump y la FED inyectaron conjuntamente más de 6 billones de dólares a la economía no pudieron evitar el despido temporal de 14 millones de empleados, y el despido permanente de 3 millones. Con la imposición de una cuarentena estricta, Biden tendrá que encontrar la fórmula para revivir una economía donde fluye el efectivo, pero no bienes y servicios.

Economist, writer and liberal. With a focus on finance, the war on drugs, history, and geopolitics // Economista, escritor y liberal. Con enfoque en finanzas, guerra contra las drogas, historia y geopolítica

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