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AMLO y el PRIAN se enfrentaron en las urnas y ganaron, cada uno, lo mínimo indispensable. De hecho, las elecciones mexicanas tuvieron un cierto toque anticlimático: tantos meses de intensidad y de campaña, tantos discursos, tanta expectativa, tanta movilización, tantos cambios en el panorama político, para que las ganancias y pérdidas de los bandos en conflicto terminaran equilibrándose.
El 6 de junio los mexicanos acudieron a votar a las elecciones intermedias más grandes, más importantes y más concurridas de la historia democrática del país, con una participación que por primera vez superó el 50 % del padrón en unos comicios donde no se renueva al presidente de la república. Bien por los ciudadanos que votaron, que instalaron las casillas, contaron los votos y llevaron la jornada en casi absoluta tranquilidad, en contraste con los asesinatos de más de 30 candidatos durante las campañas.
Inicialmente, las encuestas mostraban un gran triunfo de la oposición, que arrasaba con las gubernaturas y ponía contra las cuerdas a la mayoría oficialista en la Cámara de Diputados. No fue así. Conforme avanzó la noche, los resultados oficiales revelaron una imagen mucho más matizada, donde el PRIAN, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), los partidos satélites de Morena y Movimiento Ciudadano consiguieron lo mínimo indispensable para presumir victoria que en realidad no define nada.
AMLO y el PRIAN, con lo mínimo indispensable. Vamos por partes:
La oposición (el PRIAN)
Dentro de la oposición hay dos bloques: El primero es el PRIAN que integra a los 3 partidos tradicionales del país (PRI, PAN y PRD) dentro de la coalición “Va por México”. El segundo es Movimiento Ciudadano, una franquicia partidista que, en realidad, opera como una federación de cacicazgos regionales bajo una marca compartida.
El PRIAN gana lo mínimo indispensable porque su coalición logró funcionar razonablemente bien y les permitió reposicionarse en la Cámara de Diputados, donde ocuparán casi 200 de los 500 escaños. Esto es más que suficiente para obligar a AMLO a que negocie con ellos cualquier intento de reforma constitucional.
El PRIAN también se anota un triunfo contundente al arrebatarle a Morena una gran parte de la zona metropolitana de la Ciudad de México. Por primera vez en 20 años, el obradorismo no tendrá el control absoluto de la capital, que solía ser la gran plataforma de respaldo al actual presidente.
Sin embargo, en el resto del país, el panorama fue mucho menos halagador. El PRIAN ganó solo 1 de las 15 gubernaturas que se renovaron ayer (Chihuahua), a la que se suma la de Querétaro, que el PAN refrendó sin necesidad de alianza. Mientras que el PRI puso en juego una decena de sus gobernadores y los perdió todos. Un colapso histórico.
Al final del día, la elección le brinda al PRIAN el mínimo indispensable para demostrar la viabilidad del su coalición y salvar el cuello de los líderes de sus partidos, con miras a perfeccionar una alianza más sólida de cara a las elecciones del 2024, pues si algo queda claro es que ni el PAN ni el PRI son competitivos en solitario y si quieren ser tomados en serio para las elecciones generales deberán competir juntos. Y el PRD deberá acompañarlos, pues si compite solo, desaparece.
Del otro lado de la oposición, Movimiento Ciudadano (MC) gana lo mínimo indispensable porque mantiene su bancada en la Cámara de Diputados, preserva su dominio sobre la zona metropolitana de Guadalajara y consigue la gubernatura de Nuevo León.
Sin embargo, no creció lo suficiente en el resto del país como para convertirse en el nuevo referente opositor. Además, fracasaron rotundamente en la Ciudad de México, donde habían apostado liderazgos y esperanzas. Por lo tanto, seguirán siendo una federación de caciques, que resulta casi irrelevante fuera de Guadalajara y de Monterrey.
Peor aún, Samuel García llegará a la gubernatura de Nuevo León, pero no tendrá el respaldo de una mayoría propia en el Congreso local, casi condenándolo a repetir el fracaso del actual gobernador, Jaime Rodríguez “el Bronco” —quien al igual que Samuel fue electo con base a su carisma— pero naufragó al carecer de apoyos políticos.
El oficialismo (AMLO)
AMLO amaneció el 6 de junio en un punto intermedio entre el primer y el segundo escenario que planteábamos la semana pasada. Morena gana lo mínimo indispensable, porque se mantiene como la principal fuerza en la Cámara de Diputados y conserva —junto con sus aliados— una mayoría cómodamente superior al 50 % de los escaños.
Esto significa que podrán seguir protegiendo al Gobierno federal de cualquier investigación respecto a sus malas prácticas administrativas, seguirán aprobando el presupuesto del presidente AMLO, sin necesidad de negociarlo con los opositores y podrán modificar las leyes a capricho, siempre y cuando conserven la lealtad de los partidos satélites (Partido Verde Ecologista y Partido del Trabajo)
A nivel local, Morena enfrenta la dolorosísima pérdida de su bastión a la Ciudad de México, pero compensa el dolor con la alegría de refrendar la gubernatura de Baja California y ganar otras 10. Ello le brinda a AMLO un amplio paisaje de parcelas burocráticas para repartir cargos y mantener contentos a los grupos que forman parte del oficialismo.
Por su parte, el Partido Verde Ecologista de México y el Partido del Trabajo —los partidos satélites de Morena— ganan lo mínimo indispensable para mantener su relevancia a los ojos de López Obrador. Sin embargo, también están muy conscientes de que sus casi 80 diputados federales no les pertenecen a ellos, sino a AMLO.
Además, saben que, sin compartir candidatos con Morena, estarían casi condenados a sufrir la extinción, ese trágico destino que el 6 de junio sufrieron los partidos Encuentro Solidario, Fuerza por México y Redes Sociales Progresistas, quienes obtuvieron menos del 3 % de la votación y perderán su registro.
Hacia el futuro, el avance mínimo indispensable
De cara al futuro, la correlación de las fuerzas políticas permanece esencialmente igual que la semana pasada: AMLO potente, pero obligado a consolidar su régimen a través del juego democrático. El PRIAN con potencial, pero obligado a mejorar sus mensajes y candidatos, además de fortalecer su coalición para ser competitivos en 2024. Movimiento Ciudadano como tercera rueda enfocada en mantener sus feudos regionales a la espera de venderse definitivamente con alguno de los dos grandes bloques. Y el Partido Verde Ecologista preparado para sacar el mayor provecho posible de su alianza con el obradorismo.
A pesar de todo, esta vez lo mínimo indispensable ha sido suficiente para que el país supere el proceso electoral, mientras AMLO y el PRIAN se alegran de haber comprado un poco más de tiempo para consolidar sus proyectos políticos. El 6 de junio la victoria de todos consistió en demostrarle al otro que son una fuerza a tomarse en cuenta. Lo demás todavía está por suceder.
Gerardo Garibay Camarena, is a doctor of law, writer and political analyst with experience in the public and private sectors. His new book is "How to Play Chess Without Craps: A Guide to Reading Politics and Understanding Politicians" // Gerardo Garibay Camarena es doctor en derecho, escritor y analista político con experiencia en el sector público y privado. Su nuevo libro es “Cómo jugar al ajedrez Sin dados: Una guía para leer la política y entender a los políticos”