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AMLO repite con el litio la maldición del petróleo mexicano

AMLO quiere repetir con el litio la maldición del petróleo mexicano. Imagen: Unsplash

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La maldición del petróleo mexicano es un conjuro de estatismo, burocracia, mafias e ineficiencia, que convirtió a uno de los más valiosos recursos naturales en un barril sin fondo de corrupción operada a través de PEMEX, la empresa petrolera más endeudada del mundo, que durante décadas alimentó ambiciones y caprichos de políticos y sindicatos, a costa de convertir en un páramo burocrático lo que pudo y debió ser un sector competitivo.

Bueno, pues ahora AMLO quiere repetir con el litio esa misma maldición. Veamos:

El viernes 1 de octubre, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador anunció que ha presentado su esperada iniciativa de reforma a la Constitución nacional en materia de energía, con el objetivo de revertir los avances alcanzados en dicho sector durante el Gobierno de Peña Nieto.

En pocas palabras, la propuesta implica reposicionar a otra empresa del gobierno, la Comisión Federal de Electricidad (CFE), como dueña y señora del sector eléctrico, añadiendo un párrafo al artículo 28 de la Constitución para que esta sea reconocida como “un organismo del Estado” que “es responsable de la electricidad y el Sistema Eléctrico Nacional, así como de su planeación y control”.

Además, la CFE absorberá las funciones de la Comisión Reguladora de la Energía, la Comisión Nacional de Hidrocarburos y el Centro Nacional de Control de Energía, y se le regala por ley la participación mayoritaria del mercado, al establecerse que esta deberá producir “por lo menos el 54 por ciento de la energía requerida por el país”, mientras que el sector privado podrá aspirar, como máximo, a un 46 %.

Incluso esa participación minoritaria de las empresas privadas queda en serias dudas, porque la reforma también plantea que se cancelan tanto los permisos de generación eléctrica y los contratos de compraventa de electricidad con el sector privado, como los Certificados de Energías Limpias. O sea, todos de regreso al punto de partida, pero ahora con todas las ventajas (todavía más) para la CFE.

Para acabar pronto, la iniciativa implica básicamente lo mismo que AMLO busca en todas sus políticas: que las empresas del sector eléctrico se arrojen a los pies del presidente, suplicando misericordia. A quienes López Obrador cubra con su manto, podrán sobrevivir en el mercado; los demás quedarán fuera.

El litio será protagonista del Siglo XXI y AMLO quiere controlarlo para repetir la maldición del petróleo mexicano. Imagen: Unsplash
El litio será protagonista del Siglo XXI y AMLO quiere controlarlo para repetir la maldición del petróleo mexicano. (Unsplash)

La maldición del petróleo mexicano, ahora con el litio

La iniciativa en general es una galería de los horrores, construida desde una visión retrógrada y centralista, profundamente autoritaria e indignantemente caprichosa. Sin embargo, en ella hay algo especialmente trágico: AMLO pretende repetir con el litio la maldición del petróleo mexicano.

El litio es un mineral al que muchos consideran como “el petróleo del siglo 21” debido a su utilidad como materia prima para las baterías de los autos eléctricos, entre otras aplicaciones industriales; y México tiene algunos de los yacimientos con mayor potencial a nivel mundial.

Bueno, pues López Obrador pretende que esa riqueza sea acaparada por el Gobierno mexicano en forma similar a como los políticos se apropiaron del sector petrolero durante el siglo XX. La iniciativa de reforma contempla modificar el ya citado artículo 28 constitucional, para incluir al litio entre aquellas supuestas “áreas estratégicas” donde “no constituirán monopolios las funciones que el Estado ejerza de manera exclusiva”.

En una modificación al artículo 27 constitucional, la propia reforma plantea especificar que no se emitirán concesiones para que las empresas privadas extraigan el litio, aunque uno de los artículos transitorios deja abierta la puerta a que las concesiones ya existentes (unas 8 en todo el país) no sean eliminadas, siempre y cuando “a la fecha existan antecedentes de exploración de litio debidamente avalados por la Secretaría de Economía”.

¿Por qué es tan grave?

Porque la aprobación de esta reforma implicaría que el litio, uno de las materias primas con mayor potencial económico para el futuro, siga la misma ruta que durante el siglo 20 definió México para los ferrocarriles y el petróleo, dos sectores que en manos del gobierno se convirtieron no en “propiedad de la nación” (eso no existe) sino en propiedad y capricho de mafias sindicales y políticas, que se hincharon de dinero, mientras Ferrocarriles Nacionales y PEMEX se hundían en niveles absurdos de corrupción e ineficiencia.

El sector de los ferrocarriles fue finalmente privatizado a finales del siglo pasado, pero sigue sin recuperar el tiempo perdido. ¿Y el petróleo? PEMEX es un cadáver andante, cuyas finanzas están colapsadas más allá de toda esperanza; los bonos de la petrolera son considerados a nivel “basura” internacionalmente, y sus deudas amenazan con arrastrar tras de sí a la calificación crediticia…y las finanzas, de todo el país.

¡Ah! Pero, eso sí, el dinero para “líderes” y políticos no ha faltado. El sindicato petrolero es infame por las historias del derroche y de corrupción cometida por sus dirigentes, incluyendo automóviles Ferrari de colección, acopio de armas y “un castillo en Francia” por mencionar algunas.  

Lo peor del caso es que esa putrefacción se trasminó a todo PEMEX y a los lugares donde la empresa estatal se asentó con sus pozos y refinerías. Lo mismo en Guanajuato que en Veracruz, Campeche o Tamaulipas, se multiplicaron los “millonarios” perezosos, los trabajadores improductivos y las mafias políticas. Las corruptelas se convirtieron en costumbre y la contaminación se convirtió en destino, lo mismo en el aire que en la convivencia.

Y esa ruta. Esa maldición del petróleo mexicano es la que AMLO quiere repetir ahora con el litio: formar una nueva empresa del gobierno ¿LITIOMEX, quizá?, con un nuevo sindicatote, nuevas mafias nacionales y locales y nuevas castas de privilegiados leales al nuevo régimen, pero a costa de todo el país.

El PRI coquetea con Obrador, lo que traicionaría a la alianza opositora. Imagen: EFE/Carlos Ramírez
El PRI coquetea con Obrador, lo que traicionaría a la alianza opositora.(EFE)

La oposición puede parar la reforma ¿lo hará?

Ya que se trata de una reforma a la Constitución nacional, la iniciativa del presidente requiere el apoyo de dos terceras partes de la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores, así como el apoyo de más de la mitad de los congresos locales. El voto a favor de los congresos de los estados está garantizado, ya que el oficialismo tiene mayoría en 20 de los 32 parlamentos locales. El problema lo tiene a nivel federal.

Teóricamente López Obrador no cuenta con los votos necesarios en las cámaras como para aprobar su reforma. Necesita el apoyo de 333 diputados y 85 senadores, pero el oficialismo cuenta solo con 275 diputados y 74 senadores, así que la oposición no debería tener dificultades para detener en seco este capricho del presidente mexicano

¿El problema? Que el PRI está coqueteando con la traición.

Desde el viernes tanto el PAN como el PRD y Movimiento Ciudadano adelantaron que están en contra de esta contrarreforma, pero el PRI (socio del PAN y el PRD en Va por México) no la condenó, sino que se salió por la tangente, señalando que la “analizarán en foros”, en una nueva señal de que dicho partido está acercándose a AMLO y podría respaldar su agenda.

Si al final del día el PRI traiciona a la oposición y se une al oficialismo, AMLO tendría el voto a favor de 346 diputados y 87 senadores, suficientes para aprobar la reforma, destruir el mercado de la industria eléctrica y repetir con el litio la maldición del petróleo mexicano, un conjuro que se traduce en pobreza para el pueblo, poder para el político y dinero para el sindicato. Otra vez.

Gerardo Garibay Camarena, is a doctor of law, writer and political analyst with experience in the public and private sectors. His new book is "How to Play Chess Without Craps: A Guide to Reading Politics and Understanding Politicians" // Gerardo Garibay Camarena es doctor en derecho, escritor y analista político con experiencia en el sector público y privado. Su nuevo libro es “Cómo jugar al ajedrez Sin dados: Una guía para leer la política y entender a los políticos”

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