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Andor: wokeismo al 20%, Star Wars al 50%, y aún así 99% recomendable

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Disney+ acaba de estrenar los 3 primeros capítulos de Andor, la nueva serie de Star Wars que toma su nombre del personaje interpretado por Diego Luna en la película Rogue One.

Andor no ha sido una serie demasiado promocionada, ha sufrido varios retrasos, y daba la sensación de que Disney la consideraba un proyecto secundario dentro del gran plan que tenía para Star Wars. Probablemente por este motivo, nos hemos encontrado con una buena serie, al menos si la comparamos con dónde había dejado el listón Disney últimamente.

Todos los proyectos grandes de Star Wars desde que la vendió George Lucas han sido un fiasco, muy probablemente porque Disney se ha empeñado en convertirlos en un vehículo para su propaganda woke y agenda política progresista. Mientras que productos aparentemente menores y quizás por ello no bajo el férreo control de Kathleen Kennedy —mitad presidente de Lucasfilm, mitad “comisaria política”—, han terminado ganando la confianza del público.

Los Episodios VII, VIII y IX se dedicaron a subvertir y deconstruir burdamente a los héroes masculinos de Star Wars, tratándonos de meter con cuchara que La Fuerza es femenina (y feminista); la serie de Obi-Wan Kenobi fue otro desastre woke, con el maestro jedi casi como figurante; y la película de Solo fracasó, entre otras muchas cosas, por andar preocupada por convencernos de que Lando era pansexual y tenía relaciones con una robot revolucionaria marxista, y que Han era un patán friendzoneado a merced de su novia Qi’ra.

Entre lo que ha estado haciendo Disney con Star Wars, y lo que ha hecho con Marvel, llevándolas a niveles de wokeismo absurdo, es normal que cosas como The Mandalorian o Andor, que no están tan descaradamente impregnadas de ideología, nos parezcan casi obras maestras.

No nos engañemos, Andor tiene un mensaje político subyacente, pero al menos han tenido la decencia de hacerlo sutil y empaquetarlo con un buen guion, buena trama, personajes complejos, buena cinematografía, efectos especiales conseguidos y buenos actores, lo que consigue que hagas la vista gorda para poder disfrutarla.

Debido al retraso de más de dos años en su producción, se nota cómo el fantasma de Trump sobrevuela esta serie. Lo que pasa es que Disney ahora está tan metida en el wokeismo más radical y desacomplejado, que el Trump Derangement Syndrome de Hollywood ahora nos resulta soportable, e incluso despierta la nostalgia por los tiempos de su presidencia.

¿De qué trata Star Wars: Andor?

La serie sigue las aventuras de Cassian Andor 5 años antes de la Batalla de Yavin (es decir, del Episodio IV). Es un obrero en un planeta industrial dedicado al desguace de naves y cruceros, pero que en sus ratos libres es un buscavidas que se dedica a asuntos ilegales, le debe dinero y favores a media galaxia, y hace viajes de tapadillo para encontrar a su hermana perdida.

En una de estas escapadas se ve envuelto en un desagradable incidente que acaba muy mal con dos agentes de la Pre-Mor Authority, una especie de compañía privada de seguridad subcontratada por el Imperio. Esto pone a Cassian en el punto de mira de la corporación, dando el pistoletazo de salida a sus aventuras, que eventualmente le llevarán a estar en el centro de la lucha entre el Imperio Galáctico y la Alianza Rebelde.

Los malvados agentes de esta corporación parecen obsesionados con la seguridad, especialmente la de las fronteras exteriores, para atajar todo conato de crimen y, sobre todo, de insurrección. Aunque se percibe lo que los guionistas quieren transmitir, al menos han tenido la decencia de no mostrarnos a la corporación pidiendo que se construya un muro intergaláctico (no como en The Rings of Power, que sólo les faltó mostrar a los númenóreanos llevando gorras rojas de Make Númenor Great Again).

También chirría un poco que como villanos hayan sustituido al Imperio por una corporación privada. La ironía, que obviamente no es intencionada, es que la propia Disney es una corporación que ejerce de una suerte de brazo político armado en la batalla cultural del régimen demócrata.

También resulta gracioso que la muy progresista, diversa e inclusiva Disney haya querido hacer de Andor una serie con claros tintes hispanos —Diego Luna es mexicano y Adria Arjona es hija del cantautor guatemalteco Ricardo Arjona—, pero que luego muestre con flashbacks la infancia de Cassian en una tribu indígena con cerbatanas viviendo en un planeta minero que la República Galáctica explota y esquilma. Cosas de la condescendencia progre.

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La actriz Adria Arjona da vida a Bix Caleen (EFE/EPA de Etienne Laurent)

A pesar de todos estos tics progres en el relato, la serie consigue crear una buena historia de Star Wars, que se siente como parte del universo creado por George Lucas, pero dotándola de un enfoque totalmente diferente que subvierte las expectativas.

Hasta ahora, Disney sólo había intentado subvertir Star Wars impregnándola de ideología feminista woke, y cargándose los personajes clásicos que todos amábamos. Los creadores de Andor, que sí parecen conocer y amar el significado profundo de Star Wars, lo que han hecho es crear personajes nuevos que no se comportan como esperaríamos en esta franquicia.

Donde George Lucas intentaba no mostrar demasiadas muertes (salvo las de soldados imperiales sin rostro), en Andor hay ejecuciones a sangre fría. Donde George Lucas planteaba malos muy malos y buenos muy buenos, Andor se mueve en la ambigüedad de personajes del bando de los buenos que hacen cosas malas, y personajes del bando de los malos que creen tener buenas intenciones.

Aunque en Star Wars hay princesas tornadas en esclavas con bikinis metálicos y besos incestuosos, la cuestión sexual es casi imperceptible. Sin embargo, Andor comienza con nuestro protagonista entrando a un burdel, y el sexo —implícito—, los celos y los triángulos amorosos juegan un papel importante en el desarrollo de la historia.

Realmente es una historia de film noir que se sostendría por sí sola sin necesidad de pertenecer al universo Star Wars, pero que integra perfectamente todo el lore creado por George Lucas y nos ofrece mucha información nueva sobre cómo funciona la sociedad bajo el yugo imperial en los años previos a la destrucción de la primera Estrella de la Muerte.

Aunque sólo llevamos tres capítulos, no parece que vaya a tomar el rumbo de The Mandalorian de convertirse en una serie de capítulos más o menos auto-conclusivos en los que se van sucediendo diferentes aventuras. Andor es una miniserie con un arco argumental bien definido que no podrán extender hasta la náusea. Al fin y al cabo, ya sabemos cómo y cuándo termina la historia del pobre Cassian Andor gracias a Rogue One, y esta serie sólo nos explica el camino que le llevó a sacrificarse por la rebelión.

Andor tendrá sus detractores, que dirán que no transmite el verdadero espíritu de Star Wars o lo hace a medias, y tendrán razón, pero al menos intenta hacer algo nuevo y fresco con el legado de George Lucas que no sea simplemente llenarlo con clichés propios del wokeismo, y además se nota que sus responsables conocen la saga y la respetan.

Tal y como están las cosas con Disney últimamente, eso es suficiente para recomendarla al 99 %, incluyendo en el 1 % restante todas las reservas y matices anteriormente mencionados. Si te has dado de baja de Disney+, tampoco es como para renovar tu suscripción, pero si quieres ver algo de Star Wars innovador y más oscuro y maduro, Andor cumple su función.

Ignacio Manuel García Medina, Business Management teacher. Artist and lecturer specialized in Popular Culture for various platforms. Presenter of the program "Pop Libertario" for the Juan de Mariana Institute. Lives in the Canary Islands, Spain // Ignacio M. García Medina es profesor de Gestión de Empresas. Es miembro del Instituto Juan de Mariana y conferenciante especializado en Cultura Popular e ideas de la Libertad.

Social Networks: @ignaciomgm

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