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El argumento conservador en favor de las criptomonedas

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Por Max Borders

Si se escucha a los defensores del dólar americano, se puede tener la idea de que las criptodivisas sólo sirven para financiar el terrorismo y las drogas. Y si se tiene en cuenta que las criptodivisas representan una clara ruptura con la tradición, un conservador podría inclinarse por lo que le es familiar.

Es comprensible. Una de las características del movimiento conservador es el escepticismo ante los cambios que se producen demasiado rápido o que amenazan a las instituciones bien establecidas. En este sentido, muchos conservadores piensan que el dólar americano es lo suficientemente bueno: si no está roto, no lo arregles.

Pero quiero argumentar que el dólar está roto. De hecho, quiero persuadirlos a que se den cuenta que adoptar la criptodivisa es un acto de patriotismo.

“En la medida en que se utiliza”, dijo la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, sobre el Bitcoin, “me temo que a menudo es para la financiación ilícita”.

Podemos esperar más de este tipo de retórica por parte de quienes ven las criptodivisas como una amenaza a la hegemonía del dólar. Este tipo de retórica casi siempre precede al celo regulador. En este caso, la regulación estaría diseñada para mantener a la gente encerrada en la matriz del dólar. De lo contrario, ¿cómo van a hacer las autoridades para que la gente limpie todos sus desastres?

Recuerden que los políticos crearon de la nada el dinero para el reciente paquete de “estímulo” de 1.9 billones de dólares. Esto hizo que la deuda de USA con respecto al PIB superara con creces el 100 %. Para pagar esta deuda, las opciones son impuestos o  inflación.

Pero olviden la deuda. Yellen quiere que, en cambio, mires para otro lado.

El Bitcoin es “extremadamente ineficiente” como medio de transacción, dice, como si el Bitcoin fuera la única criptodivisa, y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos y Mastercard fueran lo mismo. Se olvida de comparar la transferencia de Bitcoin con el envío de montones de billetes de dólar, que también es un método preferido por los terroristas y los traficantes de drogas. Yellen ciertamente no quiere hablar de la utilidad del Bitcoin como vehículo de inversión, especialmente como cobertura contra la inflación.

La lealtad al dólar es la lealtad a sus representantes.

“Medido por el Índice de Precios al Consumo”, dice el economista monetario Lawrence H. White en una entrevista, “el dólar de hoy no compra más de lo que compraban 3.7 centavos en 1913. El dólar ha perdido el 96.3 % de su poder adquisitivo”.

En 2021, algunas estimaciones hacen que los precios suban un 2.5 %, pero la inflación no sólo aparece en la leche de almendras y la pasta de dientes. Los precios de los activos también parecen estar en territorio de burbuja.

A pesar de su volatilidad, el Bitcoin no ha perdido valor. Sin embargo, a lo largo de sus once años de existencia, los escépticos han argumentado que la primera criptomoneda del mundo es sólo una moda o, peor aún, un esquema Ponzi. Otros afirman que el Bitcoin no tiene “valor intrínseco”. El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, dijo recientemente sobre las criptodivisas que “no están respaldadas por nada“.

El problema es que nada tiene valor intrínseco. El valor es subjetivo. Incluso si estamos de acuerdo en que la gente tiende a valorar el oro o la plata, lo que podría justificar la permanencia de un dólar respaldado por oro, el dólar no ha estado dentro de un estándar con el oro desde 1933. Cualquiera que espere que el dólar vuelva a tener un patrón oro estará esperando mucho tiempo. Eso incluye a Jerome Powell.

“Nuestro sistema monetario actual está demasiado centralizado y es demasiado político”, dice Lawrence H. White. “La oferta de dinero depende de un único comité de nombramientos políticos en la Fed. No tienen una bola de cristal y están sujetos a las modas del pensamiento macroeconómico”.

White cree que estaríamos mejor con un sistema monetario privado similar al previsto por F. A. Hayek. Y añade: “Una alternativa mejor sería un estándar de mercancías descentralizado con competencia entre los emisores de dinero privado”.

Los progresistas crearon la Reserva Federal en 1913, supuestamente para estabilizar el sistema financiero. Si los mandarines lograron esa estabilidad es debatible, pero lograron concentrar un poder financiero desmesurado en Washington y Nueva York. La Reserva Federal está así enredada en una relación impía con el Gobierno federal. Ese hecho le permite a las autoridades políticas gastar por encima de sus posibilidades e imponer impuestos subrepticiamente a los ciudadanos mediante la inflación.

Por lo tanto, cuando digo que el dólar está roto, quiero decir que tanto el Gobierno federal como los sistemas de la Reserva Federal están rotos. En mi último libro, sostengo por tanto que Estados Unidos se dirige al colapso.

Ah, pero seguramente no debemos subestimar la resistencia de la poderosa economía americana. ¿No podemos crecer para salir de la deuda y los pasivos no financiados de Estados Unidos?

Aquí está Lawrence White una vez más:

Incluso si el Congreso equilibrara el presupuesto federal, cosa que no hará, el crecimiento económico tardaría décadas en reducir la relación deuda/PIB (actualmente  el 130 % del PIB) al nivel de hace 20 años (54 % del PIB). Es matemáticamente imposible salir de la deuda nacional cuando los déficits presupuestarios federales son tan grandes en promedio que hacen que el stock de la deuda crezca más rápido que la verdadera economía.

A diferencia de los bancos centrales, los emisores privados no pueden permitirse el lujo de equivocarse. Y esta es precisamente la visión que han entendido los creadores de criptomonedas. Todos ellos compiten por ofrecer las propiedades que la gente quiere ver en los activos del siglo XXI.

Bitcoin es una burbuja
Ninguna de las versiones de Bitcoin es en sí misma un sistema estático. (Archivo)

Los defensores del dólar tienden a atacar al Bitcoin, por ejemplo, por su volatilidad. Pero una infinidad de alternativas ofrecen diferentes propiedades, muchas de las cuales tienen una estabilidad de precios preprogramada. Algunas tienen una mayor velocidad de transacción, incluyendo las bifurcaciones duras de Bitcoin. Considere, por ejemplo, el promedio de transacciones por segundo (tps) de cada una:

  • Bitcoin (BTC) – 7 tps
  • Bitcoin Cash (BCH) – 300 tps
  • Bitcoin SV (BSV) – 224 tps

Todas estas opciones han surgido en los últimos cuatro años. Imagínese que se pudiera bifurcar el dólar americano y dar a los usuarios la posibilidad de elegir una versión respaldada por oro. Mucha gente elegiría con gusto ese dólar bifurcado. Por desgracia, esa opción no existe. Así que criticamos, creando.

Ninguna de las versiones de Bitcoin es en sí misma un sistema estático. Por el contrario, cada una evoluciona y mejora. Si lo único que se buscara en una propiedad fuera una mayor velocidad de transacción, se podría optar por otras blockchains. Pero mucha gente está contenta con el “oro digital“, al menos por ahora.

La cuestión con las criptodivisas es la siguiente: casi cualquier propiedad es programable. La gente quiere un sinfín de características en sus tokens, aunque a veces estas propiedades requieren compensaciones entre sí. Sin embargo, estos sistemas descentralizados están mejorando continuamente. Estas son algunas de sus características claves:

  • Soberano y sin necesidad de permisos
  • Anónimo
  • Seguro
  • Medio de intercambio
  • Velocidad en las transacciones
  • Deflación
  • Estable
  • Bajas tasas de transacción
  • Almacena el valor
  • Líquido
  • Contratos inteligentes
  • Tokenización

Cada día que pasa, los programadores desarrollan nuevas propiedades. Eso significa que cada uno ofrece a la gente más de lo que busca exactamente en un activo. De este modo, los propios sistemas tienen un valor instrumental, en función de las propiedades que se deseen y de los efectos de red emergentes a los que den lugar. El dólar tiene efectos de red heredados, sin duda. Sin embargo, está ligado a la naturaleza caprichosa de la política, un hecho que los fundadores de Estados Unidos seguramente habrían despreciado.

Thomas Jefferson no quería un Banco Central. En una carta de 1803 a Albert Gallatin, escribió:

El Banco de los Estados Unidos es una de las hostilidades más mortíferas que existen contra los principios y la forma de nuestra Constitución. Una institución como ésta, penetrando con sus ramas cada parte de la Unión, actuando por mandato y en falange, puede, en un momento crítico, molestar al gobierno.

Jefferson trató de advertirnos, y sin embargo sus preocupaciones resultaron ser sólo la mitad de la historia. El gobierno y el Banco Central se corrompen mutuamente.

Jefferson habría estado encantado de regar el árbol de la libertad con un dólar sangrante. Apuesto a que habría aplaudido el auge de las criptodivisas, aunque sólo sea porque representan una revuelta popular contra las élites políticas en confabulación con los banqueros centrales.

Entonces, ¿la criptodivisa es para los conservadores?

El patriotismo nunca debe confundirse con la nostalgia. Aunque algunos conservadores podrían estar dispuestos a conformarse con un sistema que apuntale a la clase política y su despilfarro, la mayoría entiende la Séptima Ley del Conservadurismo de Russell Kirk, la cual afirma que la libertad y la propiedad están vinculadas:

“Si se separa la propiedad de la posesión privada, el Leviatán se convierte en el amo de todo”, escribió Kirk. “Sobre la base de la propiedad privada se construyen las grandes civilizaciones. Cuanto más extendida sea la posesión de la propiedad privada, más estable y productiva es una mancomunidad”.

Las criptomonedas están diseñadas para crear soberanía financiera para todos. Si los conservadores siguen encerrados en la matriz del dólar, estarán cayendo en las manos y en los planes de la gente que más oponen.

Foundation for Economic Education (FEE)

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