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Beijing aprovecha rápidamente el vacío de poder que Biden deja en el Medio Oriente

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El Golfo pérsico es un campo de batalla en la nueva guerra fría entre los Estados Unidos y China. Aliados y enemigos de Washington perciben claras señales de declive de la hegemonía americana en la contradictoria, errática y débil política exterior de Biden.

Tres recientes señales de alarma para los aliados de América en el Golfo Pérsico fueron:

  • La desastrosa retirada de Afganistán, que entregó Asía Central a Beijing.
  • Biden retomando el débil acuerdo nuclear de Obama con Irán y levantando sanciones sin exigir el cese del apoyo de Teherán al terrorismo contra los aliados de Washington en el Golfo Pérsico.
  • Retirar a los rebeldes hutíes que derrocaron al gobierno de Yemen de la lista de organizaciones terroristas en la que los había incluido la administración Trump.

Desde que Obama firmó el fallido acuerdo nuclear con Irán en 2015 los aliados de Washington en el Golfo comenzaron a dudar del compromiso americano para protegerlos de la amenaza iraní. La confianza de esos aliados, que Trump había apuntalado en cuatro años, Biden la destruyó en menos de uno. 

Beijing aprovechó la debilidad de Biden con una efectiva diplomacia oportunista en el Golfo Pérsico y logró velozmente acuerdos con Kuwait, Qatar, Omán, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y el Reino Saudita. La cooperación en seguridad entre los EAU y Beijing hizo sonar las alarmas en Washington en noviembre de 2021, cuando China alcanzó un acuerdo para construir un puerto en Abu Dhabi, como punto estratégico de la Nueva Ruta de la Seda marítima; el gran proyecto imperial de Xi Jinping para controlar las rutas del Océano Índico al Oriente medio y más allá.

El proyecto del puerto chino en Abu Dhabi forzó a los EAU a renunciar a su compra de 23 mil millones de dólares en cazas americanos F-35. Washington también presionó a los EUA para sacar a Huawei de su red 5G. Y con la ley bipartidista de Monitoreo de Cooperación China-EAU, introducida en la Cámara de Representantes por los miembros de Comité Permanente de Inteligencia de la Cámara, Chris Stewart (R-UT) y Raja Krishnamoorthi (D-IL) Washington monitorea la relación entre China y los Emiratos Árabes Unidos para salvaguardar la tecnología estratégica estadounidense de China.

Pero Biden presiona a sus aliados del golfo sin ofrecerles nada a cambio de lo que busca impedirles obtener de Beijing. Con el demócrata en el poder Washington ha renunciado a contener a Irán y para sus aliados del Golfo Teherán es la mayor amenaza a su seguridad.

Los ataques de la semana pasada con drones y misiles en los EAU por terroristas hutíes respaldados por Irán mostraron que retirar a los rebeldes hutíes de la lista de organizaciones terroristas fue interpretado por Teherán y sus aliados como otra señal de debilidad del Washington de Biden.

Los ataques contra aliados de USA en el Golfo fue una respuesta a los últimos bombardeos de la coalición liderada por el Reino Saudí contra las bases hutíes en Yemen. Los hutíes lanzaron cinco misiles balísticos y un número indeterminado de Drones contra los aeropuertos de Dubái y Abu Dhabi, la refinería petrolera de Musaffah y otros blancos civiles.

La acción replicó el ataque de septiembre de 2019 contra instalaciones petroleras sauditas con misiles y drones iraníes. Los EAU todavía  albergan 5 mil efectivos militares americanos, por lo que el secretario de Estado Blinken obviamente condenó el ataque. El ministro de Relaciones Exteriores de los EAU, jeque Abdullah bin Zayed Al-Nahan, pidió al presidente Biden designar nuevamente a los rebeldes hutíes como terroristas.

Ya había adelantado en una previa columna que al retomar el fallido pacto nuclear de Obama con Teherán Biden desestabiliza al Medio Oriente, debilita a sus aliados en el Golfo, abre las puertas del  poder nuclear a Teherán en un futuro cercano y crea un vacío de poder que Beijing se lanza a llenar fortaleciendo su imperial Nueva Ruta de la Seda Marítima. Y lo cierto es que la influencia americana en El Golfo Pérsico se seguirá debilitando a menos que Washington corrija pronto ésta contradictoria, errática y débil política hacia el Medio Oriente.

Guillermo Rodríguez is a professor of Political Economy in the extension area of the Faculty of Economic and Administrative Sciences at Universidad Monteávila, in Caracas. A researcher at the Juan de Mariana Center and author of several books // Guillermo es profesor de Economía Política en el área de extensión de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Monteávila, en Caracas, investigador en el Centro Juan de Mariana y autor de varios libros

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