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¿Por qué las Big Tech apoyan las políticas progresistas totalitarias?

Big Tech Donald Trump

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Se acabó el tiempo en que citábamos a Orwell para advertir sobre un futuro distópico en el que se impondría una dictadura del pensamiento único, actualmente ya llegamos a esa horrible etapa que durante décadas el mundo fue vaticinando. El totalitarismo de las Big Tech ha escalado, el presidente de Estados Unidos ha sido oficialmente expulsado de todas las plataformas mediante las cuales hoy la humanidad interactúa. En el siglo 21 si usted no tiene Facebook, Twitter, Instagram, correo electrónico, usted prácticamente no existe, hoy en día incluso sin alguno de estos elementos en muchos países usted ni puede abrir una cuenta bancaria, no puede acceder a ciertos empleos, y por supuesto, olvídese de hacer carrera política o incluso montar una empresa si no puede ingresar a las plataforma de interacción que mueven los hilos del mundo.

Cada vez parecemos más al primer episodio de la tercera temporada de Black Mirror “Nosedive”, en él las personas son calificadas a cada momento por sus interacciones diarias y según la puntuación pueden tener acceso a vivir en mejores zonas, optar a ciertos trabajos, alquilar un auto, o incluso pedir créditos bancarios; en ese sentido, si a un grupo de personas no le gusta su actitud, le calificarán de forma negativa, irá perdiendo puntaje, y en un abrir y cerrar de ojos usted podría desaparecer del mundo real basado en un algoritmo virtual.    

Pero probablemente todo esto usted ya lo sabía, lo que de seguro se estará preguntando es, ¿por qué las Big Tech apoyan el totalitarismo de izquierda? ¿Por qué Donald Trump es asesinado en el mundo virtual mientras los terroristas de Medio Oriente, el líder iraní que incita a la muerte de Israel, el tirano Nicolás Maduro, el Partido Comunista de China, y muchos otros violadores de Derechos Humanos e incitadores de violencia sobreviven en el espacio informático mientras los conservadores estadounidenses son desaparecidos como si se tratara de campos de exterminio?

¿Tiene esto que ver con ideología? ¿Son Mark Zuckerberg, Jack Dorsey y compañía unos comunistas fanáticos que detestan el capitalismo? No, en lo absoluto, las políticas radicales que han seguido Twitter, Facebook, Google, Amazon, Microsoft, Apple, y el resto de compañías que conforman el núcleo de las principales Big Tech no obedecen a motivos ideológicos, sí a motivos financieros y por supuesto, políticos.

A mayor control e influencia política que posean las Big Tech, mayor será su capacidad de seguir acumulando capital y de anular de forma sistemática a la competencia, en ese sentido les viene mucho mejor aliarse con la vertiente doctrinaria de izquierda, que con la derecha, ¿por qué? Una derecha libertaria creyente de libre mercado y con pocas regulaciones podría permitir el auge de nuevas empresas que destronen el imperio monopólico que hoy ostentan estas compañías, mientras que administraciones estatizadas de izquierda, pueden continuar imponiendo regulaciones que protejan el monopolio de estas compañías, y a su vez, lo único que ellos deben hacer es posicionar, proteger y montar en el poder a los políticos que van a obedecerles a ellos. Es un negocio redondo, un quid pro quo: el monopolio de las Big Tech te lleva al poder, y a su vez el poder protege el monopolio de las Big Tech.  

De seguro usted también se preguntará, y estos multimillonarios como Jeff Bezos, Bill Gates, entre otros, que constantemente se la viven pregonando que los impuestos deben aumentar, que los ricos y la clase media deben pagar más, ¿por qué sencillamente no donan sus millones de dólares sin la necesidad de que sea el Estado quién fiscalice y después “distribuya” a la población este dinero? La respuesta es muy sencilla, es de hecho a los más ricos a quienes más les conviene una tasa de tributación elevada, pues ellos ya poseen grandes capitales, mientras que los emprendedores que pudiesen destronarlos en un par de años van a ver ahogado su crecimiento con los altos impuestos.

Evidentemente a las compañías que manejan Gates, Bezos, Zuckerberg y compañía no les afecta pagar tasas elevadas de tributación, pero una startup que deba tributar 30 %, 40 % o 50 % de sus ganancias, se va a ver más comprometida para su desarrollo y probablemente se estanque. Un dibujo infantil que vi en Twitter hace unos meses lo ilustra de manera sencilla:

Grandes impuestos ahogan a emprendedores (Twitter)

Las Big Tech y sus dueños se adhieren a las políticas progresistas de izquierda porque son estos sus socios más favorables, una vez que usted está en lo más alto ya no está interesado en el libre mercado y el capitalismo salvaje que en algún momento le hizo surgir, ahora le conviene más los Estados reguladores que puedan proteger sus imperios de los pequeñitos que vienen tras la corona, y sí para eso usted debe pregonar políticas identitarias, introducir en gulags virtuales a todos los conservadores estadounidenses, promover las causas irracionales que la izquierda patrocina y ser hábilmente hipócrita con la censura de la violencia, pues el negocio está bien hecho, después de todo, si usted controla la política, también es capaz de controlar el mercado, y así de cierta forma se termina transformando usted —los reyes de las Big Tech—, en una especie de Poder Ejecutivo Supremo que surfea por encima de la República y los poderes que de allí subyacen.

Evidentemente poco le importa ya a estas alturas a las Big Tech el free spech y las libertades, ya no quieren o necesitan más capitalismo de libre mercado, ahora lo que ellas requieren es el capitalismo de amigos, ese que les pone una barrera llamada “Sección 230”, que impide a usuarios demandarles y convierte a sus empresas en imperios intocables cubiertos en oro, transformándose así en un equipo de hipócritas que va en contra de lo que dicen defender: la misma izquierda impulsando —el corporativismo— mercantilista de una pequeña elite, y esa pequeña élite destrozando el sistema que los ayudó a convertirse en millonarios; todo sea en nombre del poder.    

¿Pueden hoy Google, Facebook, Twitter ser destronados? ¿Pueden desaparecer o ser derrotados por nuevos emprendimientos así como le ocurrió a Blockbuster o Kodak? De hecho podrían, pero no bajo las condiciones actuales, no bajo la protección que hoy el gobierno estadounidense le ha brindado a estas empresas devenidas en un monopolio que dictan lo que está bien y lo que está mal, lo que se puede y no decir, y que han logrado con éxito gracias a sus artimañas derrotar a un presidente electo de Estados Unidos conduciendo a la opinión pública al odio sistemático hacia una tendencia para proteger sus intereses.

Los ciudadanos libres del mundo deberíamos luchar y exigir que en Estados Unidos sea abolida la sección 230 que protege al monopolio tecnológico, ese que hoy cree tener la potestad para gobernar nuestras vidas e imponernos una forma de pensar; contrario al argumento falaz de algunos libertarios de que no podemos pedir intervención del Estado para castigar al mercado, lo que se hace al solicitar la remoción del 230 es precisamente exigir que sea desmontada la protección estatal que hace inmunes a estas compañías devenidas en centros de control del pensamiento.

Si los republicanos quieren tener la posibilidad de volver a gobernar algún día en Estados Unidos, deberían estar dirigiendo todos sus recursos para desmontar este monopolio, promover manifestaciones masivas y pacificas en las afueras de las oficinas de las Big Tech y volcar la opinión pública en contra de este totalitarismo mediático para tumbar esta legislación que hoy atenta contra la libertad de expresión, no solo de los ciudadanos estadounidenses, sino de los ciudadanos del mundo que hoy son pisoteados por unos jeques desde Silicon Valley y que ya han demostrado ser capaces de hacer cualquier cosa para mantener su poder absoluto sobre la opinión pública del planeta tierra.  

Emmanuel Rincón is a lawyer, writer, novelist and essayist. He has won several international literary awards. He is Editor-at-large at El American // Emmanuel Rincón es abogado, escritor, novelista y ensayista. Ganador de diversos premios literarios internacionales. Es editor-at-large en El American

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