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Booker T. Washington: un ejemplo para estos tiempos

Booker T. Washington: A Model for the Ages

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Booker T. Washington (1856-1915), un negro americano verdaderamente notable, creía que la forma de construir y mejorar un país era construirse y mejorarse uno mismo. Era enemigo de lo que destruye a las personas y a los países: la envidia, el odio, la ociosidad, la arrogancia y la falta de respeto por la vida y la propiedad.

El mensaje de Washington, quien había nacido esclavo, era lo que él llamaba “autoayuda” a través de la educación, el empleo y la creación de un negocio. También hizo hincapié en la integridad personal, destilada en esta astuta y memorable frase: “El carácter, no las circunstancias, hace al hombre”. Fue un modelo para los hombres y mujeres de todo el mundo, independientemente de su raza o credo.

Booker T. Washington retrocedería horrorizado ante el menor indicio de que la forma de mejorar las cosas es quemar algo. 

Fundó el Tuskegee Institute (actualmente Tuskegee University) en Alabama para educar a los negros con el fin de que desarrollaran su talento para la sociedad industrial americana. Pensaba que el emprendimiento comercial debería ser el boleto para el progreso. “Cada vez más estudiantes reflexivos del problema racial”, dijo, “están empezando a ver que los negocios y la industria constituyen lo que podemos llamar los puntos estratégicos de su solución”.

El lector interesado se beneficiará enormemente de la lectura de la famosa autobiografía de Washington, Up From Slavery o de este artículo sobre él de Robert A. Peterson. 

Considere esta conocida y convincente observación de Washington: “Al mundo le importa muy poco lo que tú o yo sepamos, pero le importa mucho lo que tú o yo hagamos“. Tenía una inclinación por la acción, pero no por la política. Escribió:

Las tentaciones de entrar en la vida política eran tan seductoras que estuve a punto de ceder a ellas en un momento dado, pero me impidió hacerlo la sensación de que estaría aportando de una manera más sustancial al ayudar a sentar las bases de la raza a través de una generosa educación de la mano, la cabeza y el corazón. Vi a hombres de color que eran miembros de la legislatura estatal, y funcionarios del condado, quienes, en algunos casos, no sabían leer ni escribir, y cuya moral era tan débil como su educación. 

La preferencia de Washington por la acción consistía en no hablar mucho sobre las cosas, sino hacerlas. Pronunció muchos discursos en su vida, pero lo que más le enorgullecía era su labor para educar e inspirar a los jóvenes negros. Trabajó estrechamente con ellos, fundó y dirigió una universidad para ellos, y ayudó a miles de personas a salir de la pobreza centrándose en la superación personal y el espíritu empresarial.

Más de un siglo después de su muerte, la elocuencia de Washington todavía le habla a hombres y mujeres de conciencia. Considere esta muestra de su sabiduría y luego piense en lo que puede hacer para fomentar actitudes similares en usted y en los demás:

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Creo que he aprendido que la mejor manera de levantarse uno mismo es ayudar a otro.

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No hay poder en la tierra que pueda neutralizar la influencia de una vida elevada, pura, sencilla y útil. 

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De todas las formas de esclavitud no hay ninguna más dañina y degradante como la que incita a un ser humano a odiar a otro por razón de su raza o color. Un hombre no puede sujetar a otro en la zanja sin permanecer en la zanja con él.

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He aprendido que el éxito debe medirse no tanto por la posición que uno ha alcanzado en la vida como por los obstáculos que ha superado al tratar de triunfar…. Pero de la dura e inusual lucha a través de la cual se ve obligado a pasar, obtiene una fuerza, una confianza, que se echa de menos en aquellos cuyo camino es comparativamente suave por razón de nacimiento y raza.

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Nunca he tenido mucha paciencia con… [aquellos] que siempre están dispuestos a explicar por qué uno no puede tener éxito. Siempre he tenido en gran estima al hombre que podía decirme cómo triunfar.

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Aprendí la lección de que los grandes hombres cultivan el amor, y que sólo los pequeños hombres abrigan un espíritu de odio. Aprendí que la ayuda prestada a los débiles hace fuerte a quien la presta; y que la opresión hacia los desafortunados hace que uno sea débil.

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No permitiré que ningún hombre, sea cual sea su color, estreche y degrade mi alma haciéndome odiarlo. 

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Pocas cosas pueden ayudar más a un individuo que cargarlo con responsabilidad, y hacerle saber que confías en él.

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Ninguna raza puede prosperar hasta que aprenda que hay tanta dignidad en labrar un campo como en escribir un poema. Es en la base de la vida donde debemos empezar, y no en la cima.

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Ningún hombre que continúe agregando algo al bienestar material, intelectual y moral del lugar en el que vive, se quedará mucho tiempo sin la recompensa adecuada. 

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En gran medida toda mi vida ha sido una de sorpresas. Creo que la vida de cualquier hombre estará llena de constantes e inesperados estímulos de este tipo si se decide a dar lo mejor de sí mismo cada día de su vida, es decir, si trata cada día de llegar lo más cerca posible a la cima de una vida pura, desinteresada y útil. 

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Hay otra clase de personas de color que se dedican a mantener los problemas, los males y las dificultades de la raza negra ante el público. Habiendo aprendido que son capaces de ganarse la vida con sus problemas, han adquirido el hábito de publicitar sus males, en parte porque buscan compasión y en parte porque es rentable. Algunas de estas personas no quieren que el negro pierda sus agravios, porque no quieren perder sus empleos.

Lawrence writes a weekly op-ed for El American. He is President Emeritus of the Foundation for Economic Education (FEE) in Atlanta, Georgia; and is the author of “Real heroes: inspiring true stories of courage, character, and conviction“ and the best-seller “Was Jesus a Socialist?“ //
Lawrence escribe un artículo de opinión semanal para El American. Es presidente emérito de la Foundation for Economic Education (FEE) en Atlanta, Georgia; y es el autor de “Héroes reales: inspirando historias reales de coraje, carácter y convicción” y el best-seller “¿Fue Jesús un socialista?”

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