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El caso clave de Estados Unidos para el mundo libre

Estados Unidos, El American

Desafortunadamente, de un tiempo a esta parte es notoria la declinación americana respecto a los notables valores y principios establecidos por los Padres Fundadores. Me ocupé en detalle de este declive en mi libro “Estados Unidos contra Estados Unidos” cuya primera edición fue del Fondo de Cultura Económica. Mi admiración por las tradiciones americanas es muy grande, cursé parte de mi colegio en ese país y volví a estudiar allí cuando terminé la universidad.

Tengo muchos buenos amigos en esa gran nación pero, como queda dicho, hay signos de decadencia moral que preocupan a partidarios de la sociedad libre sean locales o extranjeros, los desvela el avance del Leviatán puesto que le va la vida al mundo libre.


Ciertas interpretaciones aseveran que Estados Unidos se ha estado latinoamerianizando en el peor sentido de la expresión. Ha aumentado sideralmente el gasto público, la deuda externa, el déficit fiscal, las regulaciones asfixiantes en el contexto de nacionalismos, proteccionismos y xenofobias.


Para circunscribirnos al pasado reciente, resulta triste el espectáculo de un expresidente que cuestiona resultados electorales aun cuando estos fueron debidamente certificados por los cincuenta estados de la unión, por los tribunales de Justicia en 61 casos entre federales y locales (incluyendo ocho jueces designados por Trump), por las Fuerzas Armadas y por el propio exvicepresidente.


Se sometió a Donald Trump a un segundo juicio político donde se demostró, de modo contundente, su incitación a los inauditos desmanes ocurridos en el Parlamento y debido a las referidas certificaciones, la defensa ni siquiera se atrevió a recurrir al argumento del fraude electoral que esgrime Trump y los escasos y apresurados datos que se exhibieron fueron inmediatamente refutados en el período de preguntas y respuestas. Cuando en ese período se preguntó si las elecciones las había ganado Trump, la defensa respondió que la pregunta era irrelevante a la sustancia del proceso, cuando todo comenzó precisamente por alegar fraude.


El juicio no prosperó debido a razones meramente electorales, una tentación originalmente condenada con severidad por los Padres Fundadores y a pesar de la palmaria demostración de la constitucionalidad del proceso, con apoyos de destacados académicos y antecedentes de ese juicio a funcionarios que no estaban en el cargo al momento del impeachment (fueron 57 votos condenatorios y 43 absolutorios: para condena firme se necesitan las tres cuartas partes).

Este fracaso, naturalmente, opera a contramano de valores clave en la historia americana, tal como lo ha puesto en evidencia una y otra vez, entre otros, quien había descollado en el Senado por sus intervenciones aleccionadoras: el republicano Jeff Flake quien publicó el conocido libro Conscience of a Conservative, el mismo título que lo había hecho el legendario Barry Goldwater.

Como consecuencia de este pronóstico, el 5 de febrero se reunieron 120 referentes de peso del Partido Republicano convocados por Evan McMullin -exdirector Jefe de Políticas de la Conferencia Republicana- para insistir en la imperiosa necesidad de formar una potente línea interna en el partido “que se aparte del riesgo que presenta Trump” y retomar la tradición de su partido.


La republicana ex gobernadora del estado de South Carolina y ex embajadora ante las Naciones Unidas, Nikki Harley, acaba de declarar a Politico que “Trump nos decepcionó, incursionó en un camino que nunca debió recorrer, no debíamos haberlo seguido. No podemos permitir que eso ocurra nuevamente”.


Es cierto que el expresidente redujo algunos impuestos pero eso me recuerda al ofrecimiento de espejitos de colores a los aborígenes por parte de los conquistadores españoles al efecto de imponer las instituciones esclavistas de la mita y el yanaconazgo. También adoptó otras medidas consideradas acertadas, pero en el balance neto incrementó el gasto, la deuda y el déficit junto con inaceptables manifestaciones iniciadas en el episodio de Charlottesville donde equiparó como “buenas personas” a los que marchaban bajo la insignia de la cruz esvástica.

No es admisible pretender jugar por reglas compartidas sobre la democracia y cuando los resultados electorales son adversos resulta que se desconocen. Luego de la bochornosa conversación telefónica de Trump con el secretario de Estado de Georgia -Brad Raffensperger- oportunidad en la que le sugirió modificar el resultado electoral y luego de los episodios violentos en el Congreso, resulta que nada menos que el presidente de Estados Unidos les dice a los sediciosos que son personas muy especiales y que les tiene gran aprecio.

Tuvo que renunciar la secretaria de Educación -Betsy DeVos- y la secretaria de Transportes -Elaine Chao- afirmando que Trump fue responsable de instigar a los que irrumpieron por la fuerza en la sede
del Parlamento causando enormes destrozos.

Y su exjefe de Gabinete John Kelly y Colin Powell, exsecretario de Estado de G. W. Bush -quien manifestó que los atropellos en el Congreso “nos asimilan a una república bananera”- propusieran que se lo destituya vía la Enmienda 25, recién entonces decimos es que Trump, tarde y a regañadientes por cierto, reconoció que había terminado su presidencia y manifestó que la transición de mando debía ser ordenada y pacífica. Luego renunció el secretario de Interior Chad Wolf y el FBI estableció medidas de seguridad para evitar nuevos actos de vandalismo.

Peggy Nooman, la colaboradora del Wall Street Journal, de ABC y de NBC News y célebre speechwriter de Ronald Reagan ha escrito que “Al principal responsable, el presidente de Estados Unidos, hay que desalojarlo del cargo a través de la Enmienda 25 o del juicio político, lo que resulte más rápido”. Debido al escaso tiempo disponible, no se completaron todos los pasos de estas decisiones pero las menciono a los efectos de comprobar el clima del momento.

De todos modos, senadores republicanos como Mitt Romney, Patrick Toomey y Lisa Murkoski y miembros de la Cámara Baja como el también republicano, Adam Kinzinger, en su momento pidieron la inmediata renuncia del entonces presidente. Luego nada menos que el
líder republicano en el Senado, Mitch McConnell ha declarado desde su banca que “Trump mintió sobre las elecciones y es el responsable de los actos salvajes en el Congreso”.


Hasta el vicepresidente Mike Pence, tuvo que absorber el embate de Trump (que lo abandonó cuando estuvo seriamente amenazado en el antedicho episodio de vandalismo) para que anule el recuento formal y final ante ambas Cámaras en el Congreso lo cual rechazó de plano y procedió a la confirmación del presidente electo Joe Biden luego de ser certificado su triunfo como marcan las normas vigentes.


William Webster -ex juez Federal, ex director del FMI y de la CIA- declaró públicamente que está avergonzado de las actitudes de Trump. Y en el orden internacional, las condenas no se hicieron esperar, por razones de espacio solo destacamos las declaraciones de Angela Merkel, quien enfatizó: “lamento profundamente que el presidente Trump no haya admitido su derrota”. Como bien ha apuntado reiteradamente su primer secretario de Estado -Rex Tillerson, antes CEO de ExxonMobil, la tercer empresa de mayor facturación en el mundo- “Trump no tiene idea del significado del libre comercio y muchas de las cosas que afirma no se condicen con la realidad”.


El procurador general -William Barr- ha consignado que “el presidente ha traicionado su cargo” y el expresidente de la Cámara de Representantes y ex candidato a la Vicepresidencia en la elecciones de 2012 –el republicano Paul Rayan- ha declarado que “Es difícil concebir un acto más antidemocrático y anti conservador que una intervención para anular los resultados de las elecciones certificadas por el Estado y privar de sus derechos a millones de americanos”.

En el cierre del juicio se demostró nuevamente la responsabilidad del expresidente en los ataques al Parlamento y conexos, todo en base al infundio del fraude electoral reiteradamente repetido por Trump.

Es muy cierto que buena parte de los equipos del Partido Demócrata apuntan a intensificar el tamaño ya desbordado del Leviatán e insisten en la generalización del homicidio en el seno materno denominado “aborto”, pero esto en modo alguno justifica que se pretenda operar bajo ciertas normas para luego vulnerarlas cuando los resultados son adversos como ha sido a todas luces el caso que consideramos. No es cuestión de dejarse acuchillar por uno para no ser ametrallado por otros. No puede defenderse lo indefendible.


Alberto Benegas Lynch (h) es presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires.

Alberto Benegas Lynch (h)

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