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El caso de Lia Thomas y cómo los atletas trans están destruyendo el deporte femenino

El caso de Lia Thomas y cómo los atletas trans están destruyendo el deporte femenino

Imagina trabajar toda tu vida para convertirte en un deportista de alto rendimiento. Te levantas temprano a entrenar, mantienes una dieta estricta, te obsesionas (en el buen sentido de la palabra) con mejorar día a día rompiendo tus marcas, perfeccionando tu técnica y volviéndote un atleta de primer nivel que intentará ganar competencias y clasificar a los mejores eventos del mundo.

Imagina todos esos sacrificios para que, gracias a una regla injusta, te pongan a competir contra un atleta al que no puedes vencer por su fortaleza y resistencia superior gracias a su biología y fisionomía.

Es lo que le sucedió a la nadadora Emma Weyant, quien acaba de perder la medalla dorada de la prueba de 500 yardas libres de la NCAA en manos de Lia Thomas, un atleta trans que era un nadador francamente mediocre cuando competía entre varones.

Imagina ser Brooke Forde —la nadadora que quedó en el cuarto lugar de esta carrera con un muy buen tiempo de 4:36.18— y no poder subirte al podio porque el primer lugar estaba reservado para el atleta que tenía más condiciones físicas no por haber trabajado, entrenado o haberse esforzado más; sino porque simplemente es biológicamente hombre.

El caso de Lia Thomas es una severa injusticia

Esto es inequívocamente trágico para el deporte femenino. Las categorías por sexo se crearon en el deporte por varias razones: igualdad de condiciones, justicia deportiva, seguridad para los atletas, esto pensando en, por ejemplo, los deportes de contacto, como boxeo o deportes colectivos de mucho choque como el rugby, y para mantener viva la competitividad.

El Comité Olímpico Internacional (COI) decidió destrozar todos estos principios solo para aparentar una imagen de inclusividad al aceptar a los atletas trans (hombres) en el deporte femenino, solicitando como único requisito la prueba de que están produciendo poca testosterona; un requisito que están a punto de eliminar, acrecentando la injusticia a niveles desproporcionados.

Científicamente, aun con este requisito, las diferencias físicas son abismales, y no me crean a mí, créanle a la biología: cuando el hombre entra en la pubertad genera veinte veces más testosterona que la mujer, lo que provoca mayor crecimiento de los huesos, agrandamiento de los músculos, pulmones y corazón; más altura, peso y una serie de cambios físicos que otorgan más fuerza y resistencia a los hombres. Por supuesto, cuando se traslada esta realidad al deporte, existe una ventaja importante del sexo masculino sobre el femenino.

Ahora, usted se preguntará: ¿elimina el tratamiento de supresión de testosterona lo adquirido en el desarrollo? La respuesta es no. Se puede perder masa muscular y, evidentemente, fuerza y resistencia, pero siguen existiendo ventajas importantes. Por ello es que los atletas trans, salvo excepciones, como el de Emily Bridges, se destacan en las categorías femeninas: porque son más fuertes que las mujeres. Es lo que deja en evidencia el caso de Lia Thomas.

Para poner en contexto: Emma Weyant, quien perdió ante Lia Thomas, tiene 20 años y es una fuera de serie. Es tres veces campeona nacional de Estados Unidos, ganó la medalla de plata en los 400 metros individuales femeninos en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020; y es una de las mejores nadadoras de la actualidad, no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo. Su futuro es sencillamente brillante, pero hoy está opacada por un atleta que, cuando competía en el sexo que le correspondía, era uno más del montón.

El caso de Lia Thomas y cómo los atletas trans están destruyendo el deporte femenino
Emma Weyant compitiendo durante la prueba de natación de los 400 metros individuales femeninos de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 en el Centro Acuático de Tokio, Japón, el 24 de julio de 2021. (EFE)

Cuando Lia Thomas no había hecho su transición de género y se llamaba William Thomas, estaba clasificado en el lugar 462 a nivel nacional. Es decir, era un atleta que jamás alcanzaría la elite. Sin embargo, ahora compite con mujeres y está entre los mejores puestos.

Algunos arguyen, para defender la inclusión trans en deportes femeninos, que Thomas no está ganando todas las competiciones, pero eso no lo hace menos injusto. Si Thomas no gana todas las carreras es porque, al igual que Laurel Hubbard, el atleta trans que fracasó en Tokio 2020 en la categoría de halterofilia, no perfeccionó su técnica y su talento está por debajo de la atleta de élite; pero aun así le alcanza para estar allí, aunque no sea de los mejores.  

De hecho, el caso de Laurel Hubbard, es el perfecto ejemplo de lo injusto que es la regla del COI: un atleta viejo, con técnica deficiente y con graves lesiones a cuestas, llegó a las olimpiadas dejando sin lugar a varias halterófilas neozelandesas.  

Tal y como explicó el doctor y especialista Ross Tucker, solo se necesita un atleta hombre “decente” para dominar el deporte femenino. Ahora mismo, no solo hay casos puntuales como el de Lia Thomas, hay muchos, más de cien, según una recopilación de la organización Ovarit.

Por ello, si se siguen aceptando atletas trans biológicamente hombres en los deportes femeninos, tarde o temprano la competitividad morirá y con ello se consumará una de las injusticias más grandes de la historia del deporte: hombres biológicos dominando las competiciones femeninas. Hay que detener esta injusticia a tiempo.

Emmanuel Alejandro Rondón is a journalist at El American specializing in the areas of American politics and media analysis // Emmanuel Alejandro Rondón es periodista de El American especializado en las áreas de política americana y análisis de medios de comunicación.

Contacto: [email protected]

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