Shaoxing, provincia de Zheijiang: a lo largo de la noche se escucha el resonar de motores de maquinas y vehículos que se mueven con prisa en un terreno baldío. No hay luces en el terreno y lo único que delata a los discretos constructores, aparte del ruido de sus máquinas, es el polvo que levanta la construcción de una de las zonas de cuarentena por COVID construidas a lo largo de la ciudad.
Más de 5 millones de personas fueron puestas en cuarentena en Shaoxing iniciando el 2022, el régimen chino se ha dedicado a contener los nuevos brotes de COVID-19 con puño de hierro, incluso si eso le cuesta libertad a sus ciudadano, cuyas voces difícilmente se escuchan debido a la censura del Partido Comunista.
Los vídeos de campos de confinamiento por COVID han logrado filtrarse en internet. Algunos de estos campos recuerdan más una película distópica que centros de atención médica. Allí confinan a miles de personas, cuyo único delito fue tener coronavirus.
La política de cero COVID podría impactar el crecimiento económico de China
Con el surgimiento de la variante ómicron los analistas de Goldman Sachs esperan que China mantenga su política de cero COVID durante el 2022, lo que podría costarle a China parte de su crecimiento económico y ocasionar nuevos cuellos de botella para las cadenas de suministro globales.
Según Goldman Sachs, a los ojos del Gobierno Chino la política de COVID Cero tiene algunos beneficios y costos importantes. Los beneficios consisten en:
- contención doméstica de COVID: pocos casos nuevos, hospitalizaciones o muertes, con el orden social bajo control;
- menos presión sobre los recursos de atención médica doméstica;
- un entorno favorable para la producción manufacturera y las exportaciones de bienes.
Al parecer el régimen de Xi Jinping considera que los beneficios superan a los costos que identifica Goldman Sachs, incluyendo:
- Interrupciones constantes en la recuperación de sectores de servicios de contacto cercano;
- debilitamiento en el efecto multiplicador del gasto fiscal, pues el gasto en prevención de COVID puede desplazar algunos gastos de infraestructura, con el primero generalmente menos efectivo que el segundo para impulsar el consumo privado y la inversión,
- el relativo aislamiento del resto del mundo debido a los flujos de pasajeros sustancialmente menos transfronterizos para la cooperación económica y cultural.
Las medidas del régimen de Jinping han impactado la actividad de al menos 20 millones de personas que se encuentran bajo algún tipo de restricción de movilidad en las ciudades de Anyang, Xi’an y Yuzhou.
Las restricciones a la movilidad impuestas por el régimen comunista han afectado la demanda de combustible en el país asiático. Para el primer trimestre del 2022, la firma de inteligencia de mercados de energía, IHS Markit, estima que China demandará 420,000 barriles de petróleo menos que durante el mismo periodo en 2021. Durante noviembre del año pasado el gigante asiático consumió más de 14.2 millones de barriles de petróleo.
Según los pronósticos de Goldman Sachs, las cuarentenadas podrían costarle casi un punto de crecimiento del PIB a China. Aunque el banco de inversión las considera menos probables, tampoco descarta una cuarentena en varias provincias o incluso una cuarentena nacional, lo que podría costarle al gigante asiático aun más puntos de su crecimiento.
Las medidas de Bejing se extienden a Hong Kong y al sur de China
El surgimiento de la variante ómicron también ha afectado a Hong Kong, que se ha sometido a las políticas de cero COVID de Beijing. El costo de enviar un container desde el sur de China a Los Ángeles ha crecido un 40 % en la últimas tres semanas.
Para contener el surgimiento de la variante ómicron, las autoridades han prohibido el acceso a la ciudad de viajeros procedentes de 150 países categorizados como de alto riesgo.
En la provincia de Guandong, fronteriza con Hong Kong, también están comenzando a imponerse severas restricciones que impactan la actividad industrial y las autoridades mantienen un férreo control sobre quién puede ingresar o no a determinadas zonas.
“La situación epidémica en Shenzhen es muy tensa ahora. Todos los días surgen nuevos casos. Nuestras comunidades industriales están cerradas y no se permite la entrada o salida casual de vehículos y personal externos”, explica a El American Alice Ma, asesora comercial del sector manufacturero en Shenzhen.
Las condiciones han llegado a tal punto que el régimen chino controla plenamente el desplazamiento de sus ciudadanos, mientras ponen fuertes restricciones a las empresas para que puedan seguir operando.
“A uno de los empleados de nuestra empresa le han pedido que trabaje desde casa porque vive en una zona de riesgo medio-alto. Estamos estrictamente inspeccionados, y las empresas no aceptan la entrada de personas ajenas. Cada día que entramos y salimos de la comunidad donde vivimos, debemos revisar el código de itinerario y el código de ácido nucleico (test de COVID)”, explica Ma.
La política de cero COVID perdurará a lo largo del 2022, aunque con una crisis inmobiliaria a la vista y unas cadenas de suministro que buscan desprenderse de China y migrar a otras localidades, al régimen de Jinping podría salirle más costosa que los dos años anteriores.
Economist, writer and liberal. With a focus on finance, the war on drugs, history, and geopolitics // Economista, escritor y liberal. Con enfoque en finanzas, guerra contra las drogas, historia y geopolítica