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Chile se suicidó democráticamente eligiendo un presidente comunista

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El presidente Sebastián Piñera recomendó al mandatario electo, Gabriel Boric, tomarse una foto al entrar al palacio y otra al salir. La fecha de la segunda foto es dudosa. Los Chilenos votaron a un presidente para cuatro años, pero un comunista disfrazado de socialdemócrata como Boric podría gobernar 12 años si la Convención Constituyente, controlada por la izquierda radical, extiende el periodo presidencial y aprueba la reelección.

El modelo Chileno

Chile regresó a la democracia durante los años del colapso del poder soviético. La dictadura militar que adoptó una moderada apertura al mercado como exitosa política económica perdió por estrecho margen un plebiscito y entregó el poder en una negociación que ató de manos a la izquierda chilena.

Con una tímida apertura al libre mercado, el modelo chileno mantenía mucho del neo mercantilismo tradicional, pero lo moderaba con apertura al comercio internacional y un banco central independiente con política monetaria sana. “Una clave del éxito es que las transferencias fiscales hacia los desfavorecidos eran subsidiarias, por lo que la izquierda no lograba explotarlas para el clientelismo político”, según explica en declaraciones exclusivas para El American la profesora Vanessa Káiser, directora de la Cátedra Hannah Arendt en la Universidad Autónoma de Chile.

Agregaré que un exitoso sistema de fondos de pensión por capitalización individual liberó al fisco chileno de una de las mayores cargas de las democracias de occidente: el sistema de pensiones de reparto con cargo a los contribuyentes. Chile disfrutó del mayor crecimiento económico de la región y redujo la desigualdad, llegando a ser la economía con mayor movilidad social ascendente de Hispanoamérica por más de dos décadas.

“Pero la corrupción de las cúpulas políticas trajo el desprestigio del modelo y permitió el crecimiento del gasto mediante la captura de rentas. El gasto público en Chile creció 70% entre 2008 y 2018, concentrándose en clientelismo político y captura de rentas por el neo mercantilismo”, agregó Káiser. “Como la izquierda logró la hegemonía sobre la prensa y la academia, su propia corrupción no es noticia y logra presentarse como alternativa”, concluyó.

El relato

En declaraciones exclusivas para El American, el periodista y asesor en comunicación estratégica basado en Santiago de Chile, Gabriel Salas, explica que mientras la centro derecha chilena adoptaba la “despolitización de la política” defendida por intelectuales como Jaime Guzmán, la izquierda emprendió su larga marcha de desinformación para instalar una matriz de opinión falsa sobre la desigualdad.

Agregaré que con hegemonía de izquierda en la academia, prensa y sindicatos, el segundo gobierno de Bachelet se radicalizó incrementando el gasto y aplicando regulaciones de contenido ideológico y clientelar. Eso ocasionó la desaceleración del crecimiento económico que una población desinformada tendió a atribuir al supuesto fracaso del modelo.

La nueva izquierda chilena

Una nueva izquierda neomarxista radical formada en las universidades de élite surgió desplazando rápidamente a la vieja centro izquierda apenas radicalizada. La nueva izquierda era neomarxista y revolucionaria y acudió estratégicamente a la agitación callejera, incendios, saqueos y destrucción de propiedad. Ante ese escenario, un acobardado Piñera aceptó la convocatoria a una Convención Constituyente.

En declaraciones exclusivas para El American, Eugenio Guerrero, Investigador del tanque de pensamiento chileno Fundación Para el Progreso, coincide con Káiser en que el desprestigio de una clase política concentrada en la captura de rentas abrió paso a la nueva izquierda radical que prometía la ruptura violenta y la refundación mediante una nueva constitución. “El neomarxismo del Frente Amplio desplazó a la desprestigiada vieja izquierda de La Concertación enfrentando a una derecha política desarmada ideológicamente”, agregó Guerrero.

“Tras el llamado ‘estallido social’ del 2019, la derecha política cedió todo a una izquierda violenta que logró la mayoría absoluta en una Convención impuesta mediante incendios y saqueos. Un líder de esa ultraizquierda ganó ayer la presidencia tras el unilateral desarme ideológico de una derecha incapaz de combatir una matriz de opinión hegemónica pero falsa”, concluyó Guerrero.

En conclusión, el programa populista de gasto de Boric sumado a una inevitable expansión de derechos “sociales” en la nueva Constitución, revertirá el crecimiento e incrementará exponencialmente el gasto, haciendo insostenible la estabilidad de la política monetaria.

Además, Piñera canceló un contrato con una empresa china por las cédulas de identidad y pasaportes de los chilenos. Sin embargo, Beijing no se molestó demasiado porque espera que Boric alinee paulatinamente a Chile consigo y contra Washington.

Guillermo Rodríguez is a professor of Political Economy in the extension area of the Faculty of Economic and Administrative Sciences at Universidad Monteávila, in Caracas. A researcher at the Juan de Mariana Center and author of several books // Guillermo es profesor de Economía Política en el área de extensión de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Monteávila, en Caracas, investigador en el Centro Juan de Mariana y autor de varios libros

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