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Ante los chillidos de marrano de Gustavo Petro, oídos de matarife

Gustavo Petro

Para buena parte de la sociedad colombiana Gustavo Petro, ahora también conocido como El hombre de la bolsa, es un ejemplo a seguir y en cuyas manos estaría dispuesta a poner el rumbo del país. Así lo demostraron millones de ciudadanos en las elecciones presidenciales de 2018, cuando Petro obtuvo más de ocho millones de votos. Sin embargo, a lo largo de los años ha quedado más que en evidencia que al fundador de Colombia Humana y de la coalición política Decentes le queda como anillo al dedo aquel popular dicho colombiano: el que mucho habla, mucho erra.

Aunque la evidencia está sobre la mesa —ya que sus sombrías artimañas y constantes incoherencias salieron a flote mucho antes de su paso por la Alcaldía de Bogotá, pues desde su “firme defensa” y militancia en la guerrilla M-19 hasta su paso por el Congreso como representante y senador—, hoy cientos de miles de personas lo respaldan convencidos de que es el adalid de la moral, la igualdad, la justicia social, entre otro montón de frases de cajón con las que se conquistan pendejos.

Esos millones que aún lo apoyan también exigen incoherentemente no llevar más a Colombia a la polarización, respetar los derechos humanos, evitar por todos los medios la violencia, entre otras cosas que suenan tan lindas, pero que no son peticiones reales, ya que tienen de mesías a quien sin pudor alguno y por su afán de poder ha sido traidor, promotor de la ilegalidad y de la violencia.

Se enorgullece de ser de izquierda, pero sin pudor alguno ha traicionado a sus más cercanos y ha ido en contra de las ideas que dice defender. Por si lo dudan, solo hay que mirar cuántos de su círculo cercano se han alejado en los últimos años o las múltiples votaciones en Senado y Cámara que no cuadran con la verborrea diaria que dispara ante los micrófonos. Por esto siempre vale la pena recordar las palabras que le dirigió el excomisionado de paz Daniel García Peña, quien fue uno de sus amigos más cercanos: «Un déspota de izquierda, por ser de izquierda, no deja de ser déspota». Fuertes palabras para quien lo ayudó a llegar a la Alcaldía de Bogotá.

Se enorgullece de haber pertenecido al M-19, pero no tiene los pantalones para asumir los delitos cometidos por ese grupo ilegal. Siempre que sale a flote alguna de esas manchas negras en donde está tatuado su nombre y pese a haber pertenecido al alto mando de esa guerrilla, siempre tiene una excusa para evadir sus responsabilidades: estaba preso, no me consultaron, me opuse a esas decisiones, no sabía, o, ¿por qué no mejor utilizar una de las frases más conocidas en Colombia esgrimida por el expresidente Ernesto Samper, «todo fue a mis espaldas». Pues el señor Gustavo Petro parece tener una espalda muy ancha porque dice no ser responsable de ningún delito.

Gustavo Petro
Parte de la bancada de Gustavo Petro en el Congreso de Colombia. (Twitter)

Y así trata de ignorantes a quienes lo rodean y oculta esa verdad que existe al interior de los grupos ilegales: solo se escala con resultados, los cuales pueden traducirse en sangre. Ni siquiera Carlos Castaño, uno de los más despreciables hombres de la historia colombiana, fue capaz de negar sus delitos más atroces.

Hoy, Gustavo Petro acusa de mercaderes de la muerte a sus contrincantes, cuando ha sido él quien la ha empleado desde hace décadas para llegar al poder. Pero lo hace porque sabe que aún hay una ventana por la que puede colarse a la Presidencia de Colombia y por la que también puede meter a más de sus Oompa Loompas en el Congreso.

Gustavo Petro está acostumbrado a mentir, creo que es como su segunda especialización después de la que realizó en la Alcaldía sobre Cómo ser incompetente y alcanzar el poder. Es por eso que sus palabras no deben ser tomadas más que como chillidos de marrano frente a oídos de matarife, pero sin olvidar la clase de persona que es y el oscuro destino que desea para Colombia.

Posdata: Gustavo Petro respaldó en un primer momento al viejito Sanders y después al perezoso Joe. ¿Por qué? Considera que estos, junto con AOC, son sus pares en Estados Unidos y confía en que lo respalden durante la campaña presidencial en Colombia, que iniciará en forma en 2021.

Miguel Ángel Camacho is an editor at El American, Bachelor’s degree in Philosophy and Literature, and is currently pursuing a Master's degree in Creative Writing. // Miguel Ángel Camacho es editor en El American, profesional en Filosofía y Letras y actualmente cursa una Maestría en Creación Literaria.

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