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Christian Lives Matter: silencio cómplice ante persecución a cristianos

Christian Lives Matter: silencio cómplice frente a la persecución a cristianos, EFE

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Un sacerdote nigeriano fue quemado vivo este domingo en su residencia parroquial. Sin embargo, los medios de comunicación tradicionales no reportan la noticia.

Según Vatican News, miembros de un grupo criminal —popularmente conocidos como “bandidos”— intentaron entrar durante la madrugada de este 15 de enero en la residencia de la parroquia de San Pedro y San Pablo en Kafin-Koro, región de Paikoro. Producto del incidente, el padre Isaac Achi murió en un incendio provocado por los agresores tras la llegada de las fuerzas de seguridad, mientras que otro sacerdote resultó herido de bala.

Se han reportado acercamientos entre este grupo criminal y Boko Haram en años pasados. Así, en 2021, el jefe de inmigración de Nigeria, Muhammad Babandede, advertía sobre un desplazamiento de los “bandidos” al noreste del país, a fin de recibir entrenamientos organizados por los yihadistas.

En pleno siglo XXI, es alarmante ser testigos del martirio cristiano. Y profundamente preocupante la indiferencia de los grandes medios de comunicación, autoridades políticas e incluso de los organismos internacionales y autodenominados “defensores de los derechos humanos”. ¿O es que acaso las vidas cristianas no importan?

Recordemos que en junio del año pasado, individuos presuntamente vinculados al fundamentalismo islámico irrumpieron en la eucaristía dominical de la iglesia “St. Francis Xavier” en Owo, Nigeria. El resultado: la muerte de al menos 50 personas y otros tantos gravemente heridos. Apenas dos semanas después, al menos 3 muertos y 40 personas secuestradas fue el resultado de otro ataque, esta vez a la iglesia “St. Moses”, en el estado de Kaduna, según reportó la Agencia Fides.

Ello, sin mencionar posteriores agresiones reportadas en los últimos meses del 2022. Sin embargo, estos terribles acontecimientos no son ninguna novedad para el país africano. Así lo denunciaba Guillermo Rodríguez, en su columna para El American.

“Cuando se ocupan de Nigeria, los grandes medios occidentales ocultan el genocidio de cristianos reduciéndolo a conflicto étnico, no religioso. Quien reporte el genocidio de cristianos nigerianos a manos de fundamentalistas islámicos se arriesga a ser cancelado por turbas woke bajo el cargo de islamofobia”, señaló.

Hananya Naftali, activista israelí, ha sido una de las voces más críticas ante el silencio mediático sobre la masacre de cristianos. Al respecto, resaltó la indiferencia y desprecio que sufren, no solo por parte de grupos extremistas sino, además, desde el mundo occidental. “Los cristianos perseguidos no tienen voz y a menudo son ignorados por los mismos organismos que se supone deben hablar por ellos”, dijo a El American.

“Todos los días, los cristianos son masacrados en África por grupos yihadistas alineados con el ISIS y a nadie le importa. Esto es impensable. El mundo liberal se volvió loco con la campaña Black Lives Matter, ¿qué pasa con las vidas de los cristianos? ¿Quién va a defenderlas si no somos nosotros?”, agregó.

Llama poderosamente la atención que, en nuestros días, la civilización occidental se mantenga en un silencio cómplice de los abusos que se siguen perpetrando en todo el mundo. Porque, aunque poco ruido haga la noticia, la persecución contra los cristianos sigue más vigente que nunca.

Fernando Rodríguez Doval, del Partido Acción Nacional (PAN), manifiesta a El American su preocupación ante esta situación latente. “En múltiples regiones del mundo el derecho a la libertad religiosa es, aún, algo casi utópico”, afirma Doval, aludiendo así a la gravísima vulneración de los derechos fundamentales que parece no importar.

En palabras de Edgar Beltrán, Deputy-Editor de El American, “ser un cristiano fiel significa formar parte de la religión más perseguida del mundo. Significa que quemen tu iglesia y que derriben las estatuas de tus santos gracias a las mentiras de los medios. Significa que, si vives en el país equivocado, podrías ser uno de los 11 cristianos asesinados diariamente por su fe”.

Rodríguez Doval hace también una necesaria distinción entre las distintas formas de persecución que persisten actualmente. Precisó que estas “ocurren en países donde los cristianos son minoría, como el caso de Nigeria, pero también en aquellos en donde históricamente ha existido una base cultural cristiana, como el mundo occidental. En estos últimos, las persecuciones se dan principalmente a través de la censura”.  

“No tienen la repercusión mediática debida, en buena medida porque desde ciertos sectores se pretende construir una sociedad que erradique cualquier fundamento antropológico cristiano, y se considera que dar a conocer estos hechos generará una legítima simpatía hacia el testimonio de los cristianos y las enseñanzas evangélicas de Jesús”, explica.

Por más lamentable que sea, hoy Occidente le ha dado la espalda al cristianismo y a sus ideas. Las mismas ideas que permitieron su edificación. No interesa en lo más mínimo visibilizar a quienes difieren de la narrativa progresista sino, por el contrario, buscan censurar y minimizar sus opiniones y su sacrificio por un ideal que trasciende la propia vida. Porque los cristianos poco, o nada, aportan a la propagación de una ideología que se ha adueñado de las grandes instituciones políticas del mundo.

En este sentido, el padre Juan Manuel Góngora se ha pronunciado firmemente contra la negligencia de los medios de comunicación tradicionales frente a la persecución a los cristianos. Según afirma, “está claro que la operación de silencio en torno al gravísimo atentado en Nigeria obedece a un plan donde hechos así no tienen cabida para el relato de los grandes medios de ‘manipulación’, al servicio de una élite globalista atea”.

Góngora anima a los lectores de El American a tener presente el sentido del cruento sacrificio que, así como en Nigeria, muchos fieles han ofrecido para la mayor gloria de Dios. “Hemos de recordar que la sangre derramada de los mártires, por odio a la fe, es semilla de nuevos cristianos que jamás podrán silenciar”.

En este mismo orden de ideas y sin la más mínima intención de restar relevancia a esta latente violación de los derechos humanos, es menester también —desde una perspectiva no-derrotista— considerar lo que estamos llamados a hacer no solo como cristianos, sino también como defensores de la libertad. Porque, precisamente, permanecer silentes o indiferentes sería deshonrar el sacrificio de los mártires. Y, más importante, sería deshonrar a Dios mismo.

Cristo, el Hijo de Dios, advirtió en vida que los cristianos seríamos odiados y perseguidos por el mundo. El mayor consuelo que tenemos es poder acompañarle en su dolor y humillaciones, que padeció gustoso por la redención de la humanidad. “Si el mundo los aborrece, tengan presente que antes que a ustedes, me aborreció a mí” (Jn 15, 18). Si nuestros hermanos cristianos —así como el Creador y Señor del mundo—fueron capaces de dar su vida por la verdad, ¡cuán cobardes hemos de ser para callar ante lo que es evidente!

Victoria es estudiante de Derecho y Ciencias Políticas. Abocada a la defensa de la vida, la familia, la libertad religiosa y, en general, de la dignidad humana y los valores democráticos.

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