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Cobra Kai temporada 5: Netflix ha destruido una de sus mejores series

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Con el estreno de la quinta temporada de Cobra Kai, Netflix se ha cargado la que era una de las series más originales e inteligentes de los últimos años.

Cobra Kai se estrenó en YouTube Red en 2018, y automáticamente se convirtió en serie de culto. La serie no sólo explotaba la nostalgia de los 80 –tan de moda últimamente– sino que además le daba un giro realmente atrevido e innovador a la película original.

Cuando Netflix adquirió la serie tras su segunda temporada y empezó a distribuirla en exclusiva, hizo que la serie llegase al gran público, y la convirtió en un éxito y en un fenómeno cultural. No fue hasta la cuarta temporada que Netflix empezó a encargarse de su producción, lo cual sembraba dudas sobre su futuro. La quinta temporada es la triste confirmación de que Netflix ha dinamitado la esencia de Cobra Kai, convirtiéndola en una serie pésima.

El éxito de Cobra Kai durante sus primeras temporadas se puede atribuir a dos factores. El primero, una premisa muy simpática e innovadora: tomar un clásico de los 80 y darle la vuelta para contar la historia desde el punto de vista del villano de la película, Johnny Lawrence, y poner en entredicho al héroe Daniel LaRusso.

Esta innovadora premisa estaba apuntalada por un guion muy bien pensado, que conseguía mantener equilibrada la nostalgia con la incorporación de nuevos protagonistas jóvenes, balanceaba la comedia con el drama, y en el que la acción propia de la temática del karate era meramente accesoria para el desarrollo de sus tramas y personajes.

El segundo pilar de la serie era que no incurría en la tan manida narrativa woke. De hecho, podría decirse que era una de las pocas series anti-woke. Su protagonista, Johnny Lawrence, anclado en los 80, servía de perfecto contraste con la moda woke. Era como si estuviéramos ante un personaje que estuvo criogenizado durante décadas y, al despertar en la actualidad, se mofara de a dónde había llevado el progresismo al mundo.

Netflix destroza Cobra Kai

Que una serie tan contraria al relato que intenta imponer el progresismo estuviera triunfando era de agradecer, pero resultaba extraño. Cuando Netflix adquirió los derechos de Cobra Kai, muchos temimos que la convertiría en woke, ya que esta productora se caracteriza por ser una de las puntas de lanza de esta ideología.

Sin embargo, la quinta temporada no es woke, es simplemente malísima. Netflix la ha convertido en una sombra de lo que era. Por momentos uno parece estar viendo una serie de Nickelodeon. Tanto en estética como en temática, está más cerca de Henry Danger que de lo que era Cobra Kai.

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Netflix ha reducido Cobra Kai a un fenómeno pop para pre-adolescentes. (EFE de Francisco Guasco)

Si en las primeras temporadas las artes marciales eran simplemente el vehículo para desarrollar personajes complejos —tanto los adultos como los jóvenes—, en la quinta temporada el karate se convierte en el centro de la narración, con peleas absurdas e inverosímiles que parecen sacadas de los Power Rangers.

Cobra Kai nunca fue El Padrino, ni lo pretendía, pero era una comedia inteligente que podía disfrutar toda la familia, sus personajes eran complejos y transitaban por una escala de grises, planteaba que la violencia a veces era necesaria frente al pacifismo pueril de los “safe spaces” y, a pesar de su tono ligero, era una serie creíble con los pies en la tierra.

Sin embargo, la quinta temporada es una ridiculez carente de todo sentido. El villano, Terry Silver, es malo malísimo porque sí. La motivación para su maldad no va más allá de “soy malo porque soy rico, y soy rico porque soy malo”.

Pero no sólo este personaje desentona con lo que otrora fuera la serie, sino que además todos los personajes se han convertido en caricaturescos, y la historia ha perdido todo contacto con la realidad, moviéndose entre un culebrón romántico exagerado y una serie de peleas descerebrada. Ahora hasta la señora LaRusso va metiéndose en peleas en bares, el equipo de karate de los malos cuenta con un oriental con un parche en el ojo para demostrarnos lo malotes que son, y hasta podemos presenciar peleas a muerte con sais y katanas como si de las Tortugas Ninja se tratara.

El despropósito es de tal calibre que, de haber una sexta temporada y simplemente continuando su progresión, podríamos encontrarnos con una serie en la que sus protagonistas pasarán a tener superpoderes o extremidades biónicas y empezarán a luchar por salvar el mundo de una invasión de alienígenas karatecas. Pero mejor no dar ideas a Netflix.

Ignacio Manuel García Medina, Business Management teacher. Artist and lecturer specialized in Popular Culture for various platforms. Presenter of the program "Pop Libertario" for the Juan de Mariana Institute. Lives in the Canary Islands, Spain // Ignacio M. García Medina es profesor de Gestión de Empresas. Es miembro del Instituto Juan de Mariana y conferenciante especializado en Cultura Popular e ideas de la Libertad.

Social Networks: @ignaciomgm

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