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Confinamientos: la gran estafa del 2020 que favoreció a China

Confinamientos: la gran estafa del 2020 que favoreció a China

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Parece que ocurrió hace mil años, el día que mandaron al planeta a encerrarse y dijeron que la solución mágica era quedarse en los hogares. La irrupción de un nuevo virus en China, a principios de año – en el relato oficial – pero que llevaba desde diciembre del 2019 circulando – según Taiwán – obligó a los países a tomar medidas extraordinarias en una situación excepcional: cerraron fronteras, mandaron a las personas a sus casas y cortaron todo tipo de relación social durante meses. La excusa era, por supuesto, frenar al virus. ¿Quién se podía oponer a eso?

Primero hay que aclarar, esta crítica no es un ensañamiento con las cuarentenas, que son un recurso válido para ganar tiempo en este tipo de situaciones sanitarias. Sino en el uso, el cómo la implementaron y cómo la vendieron comunicacionalmente: una solución. No lo eran, nunca lo fueron. A continuación, la explicación:

Confinamientos, un producto de China y la OMS

Para hablar de los confinamientos como una estafa, hay que verlos como lo que fueron: un producto. Y sus eficaces vendedores fueron el Partido Comunista Chino (PCCh) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

A principios de este año, recuerden, todos estaban atentos a lo que ocurría en China. Existían rumores de un nuevo virus; pero no se confirmaba nada. Incluso, el 14 de enero, la OMS anunciaba que autoridades de China, mediante una investigación preliminar, determinaron que aún no existían pruebas de contagios entre personas por Coronavirus.  

El tweet polémico a principios de año de la OMS.

Pero hubo muchas polémicas y revelaciones alarmantes. En junio, por citar un ejemplo, se supo que China había retenido el genoma de la “COVID-19” y la OMS lo sabía, pero no dijeron nada. Según la Agencia AP, docenas de entrevistas, fuentes y documentos de su investigación determinaron que el régimen chino retuvo la publicación del cuadro genético del virus durante más de una semana. Esto debido a los fuertes controles que ejerce el PPCh sobre la información y la competencia dentro sistema de salud.

Se destaca del informe lo siguiente: «Los laboratorios del gobierno chino sólo publicaron el genoma después de que otro laboratorio lo publicara antes que las autoridades en un sitio web de virólogos el 11 de enero».

Otra revelación, esta vez de la prestigiosa revista alemana Der Spiegel, mencionaba que Xi Jinping pidió al director de la OMS, Tedros Adhanom, ralentizar la advertencia sobre el peligro real del coronavirus al mundo entero. La OMS, negó las acusaciones.

Más allá de si es cierto o no, si uno va a la cronología de la línea de acción de la propia OMS, encontrará que recién el 13 de enero del 2020 se confirmó un caso oficial en Tailandia. Pero desde diciembre la isla de Taiwán ya estaba con las alarmas encendidas por 12 casos detectados, la experiencia de brotes anteriores, como el del “SARS”, los llevó a cerrar sus fronteras y a impedir los ingresos de ciudadanos chinos. Hoy la isla taiwanesa es un ejemplo en lo que respecta al control del virus.

Los países occidentales, muy al contrario de Taiwán – y otros países asiáticos como Corea del Sur y Japón – siguieron las recomendaciones de la OMS, que tenía notorios vínculos con China y una evidente injerencia del PPCh.  

Esto, aunque poco se ha dicho, fue un problema gigante. Pues si algo no tuvo la OMS fue una comunicación clara con respecto al virus, se pasaron todo el 2020 cayendo en contradicciones directas. Como la primera recomendación de no usar los tapabocas y luego mandando a todo el mundo a ponérselos. Luego criticando a los países por cerrar sus fronteras, «era una medida exagerada», mencionaban. Lo que no dijeron nunca es que el cierre de fronteras fue lo que salvó a Taiwán de una proliferación rápida del virus y que si China hubiese sido transparente y sincera, probablemente, muchas vidas se hubieran salvado al controlar mejor el inicio de la pandemia.

Y no hay que olvidarlo: La Organización Mundial de la Salud es una agencia de la ONU, el organismo multilateral por excelencia que, hoy por hoy, tiene una gigante injerencia del PCCh.

Países en América del Sur, como Paraguay, no siguieron las recomendaciones al pie de la letra de la OMS y lograron frenar la proliferación viral con una cuarentena restrictiva de un par de meses, -lo que trajo sus consecuencias económicas-, pero sin exabruptos sanitarios. De igual forma el caso uruguayo, que apostó sus cartas a la responsabilidad individual y hoy es el país menos afectado a nivel sanitario de la región.

El caso sueco también es digno de estudiar, sus estadísticas no son tan buenas en comparación con los escandinavos, pero si se le compara con el resto de Europa, el éxito es rotundo. No sólo a nivel sanitario, sino también económico (su recesión será menor).

Pero hubo países como España, Argentina, Colombia, Perú y tantos otros, que siguieron a rajatabla la recomendación de los confinamientos: pasaron meses encerrados quebrando sus economías, generando nuevos pobres y sin controlar los casos. Sin embargo nadie se preguntó: “¿y no había otra forma?” La realidad es que sí. Había que diseñar estrategias más inteligentes y menos perjudiciales para controlar la pandemia. Quizás los confinamientos efectivamente eran un recurso necesario, pero para ganar tiempo y fortalecer los sistemas de salud, no más que eso. Jamás fue una solución.

De igual forma, existieron países que, cavernícolamente, llevaron adelante el confinamiento como la única forma de frenar la expansión del Coronavirus. Y esto fue por desinformación, ya que el Coronavirus no solo se exportó desde China, sino también su método para enfrentarlo: autoritario y restrictivo. El Partido Comunista Chino no tuvo en cuenta la libertad ni los derechos humanos, pero todos lo siguieron su metodología al pie de la letra.

Si bien está comprobado que la transparencia en el régimen chino es nula, muchas personas compraron el cuento de que China «venció al virus». Y esto, notoriamente, no lo hicieron solos, tuvieron de colaboracionistas a las Naciones Unidas, sus agencias y campañas de desinformación.  

Por ejemplo, en febrero, la página de noticias de la ONU publicaba: «Mientras China le está ganando la batalla de Coronavirus, el resto del mundo no está preparado». Las explicaciones sobran.

Luego, aunque muchos no lo recuerden, el primero de mayo, el periódico The Washington Post publicó un editorial revelando que la Unión Europea, específicamente Josep Borrell, desestimó un informe que denunciaba una campaña de desinformación con respecto al Coronavirus por parte de Rusia y China.

Además de engañar al mundo sobre la peligrosidad del virus, que fue lo que hizo China al inicio del 2020, el PPCh introdujo un “Caballo de Troya” al planeta Tierra con los confinamientos, pues implementar sus métodos autoritarios en Occidente es sencillamente un error, empezando por su inverificable eficacia y luego por meras cuestiones culturales.

En ese sentido, la cultura asiática difiere en muchas formas de la occidental, así pues, para tomar decisiones efectivas uno tiene que, en primera instancia, conocer la idiosincrasia de su gente. En Asia las personas están acostumbradas a salir con mascarilla, tener distanciamiento, además, cuentan con tecnología de primera para detectar nuevas enfermedades y hacer un seguimiento a los casos de contagio. En cambio, tanto en Latinoamérica como en América del Norte y Europa, no poseen ninguno de esos rasgos.

Si China y la OMS no tuvieron transparencia, ¿cómo es que no se puede dudar de sus «buenas intenciones»?, sobre todo cuando uno observa el dato revelador que indica que “de las principales economías del mundo, la única que no entrará en recesión este año es la china”, según un informe de The Economist.

Por si fuera poco, para fines del 2021 se prevé que la principal economía del mundo, Estados Unidos, no tendrá crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB). Su economía se estancará de la misma forma que el corriente año. En cambio, la de China, crecerá entre un 8 y un 10 %, ¿su principal virtud? Las exportaciones de mascarillas y equipos médicos.

Si bien Estados Unidos, gracias a la irreverencia y varias decisiones de la Administración Trump, tomó la sensata decisión de no seguir las recomendaciones de la OMS, ya era muy tarde, pues EE.UU. ya tenía el virus circulando por todo el país. Sin embargo, entendemos que pudo haber sido apocalíptico si los confinamientos se extendían de sobremanera como en Europa. En efecto, los estados de las Américas que se mantuvieron más cerrados paradójicamente son los que tienen más casos positivos por Coronavirus Podríamos preguntarnos, ¿qué tan grande sería la crisis si se hubiera seguido un plan “a lo Partido Demócrata”?

Otro dato preocupante es que Europa está en su peor recesión desde 1929. La recuperación, además, será notablemente lenta. Por citar uno de los tantos ejemplos europeos que no tuvieron éxito ni en sanidad, ni en lo económico, España, (el país que tiene una alianza gubernamental entre izquierda y extrema izquierda), sufrirá la mayor recaída de Europa en el último trimestre del año.

La OMS, después de ver los efectos catastróficos de los confinamientos que ellos mismos impulsaron, salieron al paso para avisarles a los países que eviten la implementación de encierros para combatir al virus. Pues claro, todos se focalizaron en detener los contagios, pero nadie se acordó de las consecuencias contraproducentes: aumento desproporcionado del desempleo, incremento de la pobreza extrema, recesiones largas y empresas quebradas. Pero lo más preocupante, es el crecimiento de la influencia china en los organismos multilaterales, así como también su potencial económico.

Ahora que se acercan las “segundas oleadas” de contagios en Europa, y todavía no está la vacuna, vale la pena remarcar que: los confinamientos son un recurso, no una solución. A grandes rasgos, incluso, podría considerarse una gran estafa que solo tuvo como beneficiario principal al régimen chino. Por ello, la mejor estrategia no sólo para combatir el virus, sino también sus efectos económicos, es abrir los países y tomar otro tipo de medidas -como las implementadas por Uruguay- para evitar la proliferación y esperar un antídoto. Todo lo demás es cuento chino.

Emmanuel Alejandro Rondón is a journalist at El American specializing in the areas of American politics and media analysis // Emmanuel Alejandro Rondón es periodista de El American especializado en las áreas de política americana y análisis de medios de comunicación.

Contacto: [email protected]

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