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¿Es constitucional y conveniente un impeachment a Trump después de que deje el poder?

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El 13 de enero, la Cámara de Representantes votó a favor de hacer un impeachment al presidente Trump por segunda vez por su papel en los disturbios del Capitolio el 6 de enero.

Sin embargo, el senador Mitch McConnell (R-KY) rápidamente descartó la posibilidad de empezar el juicio al presidente antes de que deje el cargo. No planea comenzar el impeachment antes de que el Senado celebre su primera sesión el 19 de enero, un día antes de que Joe Biden preste juramento como presidente de los Estados Unidos. Esto es especialmente relevante porque una segunda votación después del impeachment (si procede) significaría que el presidente Trump no podría volver a presentarse a ningún cargo político.

Sin embargo, para muchos, esto significaría que el juicio político es inconstitucional. Una lectura directa del Artículo 2, Sección 4 de la Constitución parece apoyar este punto de vista:

“El presidente, el vicepresidente y todos los funcionarios civiles de los Estados Unidos serán separados de sus cargos al ser acusados y declarados culpables en Juicio Político, de traición, cohecho u otros delitos y faltas graves.”

Después de que Trump deje el cargo, ya no es un funcionario civil, lo que significa que no puede ser enjuiciado… ¿Cierto?

No es tan sencillo.

Los argumentos y precedentes a favor del impeachment

Michael Gerhardt, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Carolina del Norte, dice que hay argumentos para creer que un impeachment de esta naturaleza es constitucional. Gerhardt es investigador y autor del proceso de impeachment y fue llamado a testificar durante las audiencias del primer impeachment contra el presidente Trump.

“La Constitución no establece ningún plazo para un impeachment. Tres veces diferentes el Congreso ha procedido con un impeachment después de que la persona haya dejado el cargo. Esos precedentes proporcionan una base sólida para el Senado”, dijo Gerhardt en exclusiva a El American. 

Gerhardt afirma que el artículo 2, sección 4, no especifica un plazo para el impeachment. “Esa omisión tiene sentido, ya que los presidentes – y cualquier otro funcionario impugnable – podrían cometer faltas impugnables en cualquier momento mientras están en el cargo, incluso en sus últimos meses o días en el poder.  No tiene sentido que los presidentes que cometan faltas al final de su mandato sean inmunes al único proceso que la Constitución permite para prohibirles servir en cualquier otro cargo federal”, añadió en un artículo para Just Security.

Además, establece un escenario hipotético en el que esa conducta no se descubre hasta después de que el presidente deja el cargo: “Puede que no haya medios prácticos para hacerle responsable de esa falta  (…) Ser presidente no es un puerto seguro para evitar responsabilidad política y jurídica sobre sus acciones”.  

En un artículo para el Washington Post, Laurence Tribe de la Facultad de Derecho de Harvard, cita a John Quincy Adams, 6º Presidente de los Estados Unidos, en la Cámara de Representantes: “Me mantengo, siempre que tenga aliento de vida en mi cuerpo, susceptible de ser enjuiciado por esta Cámara por todo lo que hice durante el tiempo que ocupé cualquier cargo público”.

Hay un par de precedentes que parecen apoyar esta posición.

En 1797, el Congreso destituyó al senador William Blount de Tennessee por conspirar con Gran Bretaña. Aunque el Senado no reunió suficientes votos para condenarlo, sí afirmó su jurisdicción respecto a un impeachment contra un funcionario que ya no estuviera en el cargo (el Senador Blount ya había sido expulsado del Senado). 

William Belknap, secretario de guerra del presidente Ulysses Grant, también fue sometido a un impeachment por corrupción en 1876. Renunció unas horas antes de que la Cámara de Representantes votara los artículos del impeachment, pero luego votaron a favor del juicio por unanimidad. Entonces, el Senado celebró una votación para determinar si tenía jurisdicción para juzgar a Belknap y determinó que la tenía por un voto de 37 a 29. El Senado absolvió más tarde a Belknap.

“Esos y otros precedentes son análogos a la situación actual, ya que muestran que el Congreso ha adoptado sistemáticamente la posición de que puede realizar un impeachment después de que un funcionario haya dejado el cargo. El precedente de Blount es especialmente importante porque el Primer Congreso tomó la decisión de proceder con un juicio después de que fue obligado a dejar el cargo; y se le da gran deferencia al Primer Congreso porque muchos de sus miembros ayudaron a redactar y ratificar la Constitución. Y Belknap es especialmente relevante porque renunció para evitar ser enjuiciado, pero la Cámara lo enjuició y la mayoría de los senadores acordaron condenarlo,” Gerhardt dijo a El American.

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El Senado tendrá la última palabra sobre el impeachment de Trump por su papel en los disturbios del Capitolio (EFE)
Argumentos y precedentes contra el impeachment

Sin embargo, hay especialistas en desacuerdo. Jonathan Turley, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad George Washington y testigo durante las audiencias de los impeachments de Clinton y Trump, es uno de ellos.

“Los argumentos en contra son bastante convincentes. De hecho, si es inapropiado que el presidente de la Corte Suprema lleve el juicio porque Trump no es el presidente, es doblemente inapropiado llevar a cabo el juicio en tal caso. El juicio político presidencial está claramente establecido en el Artículo I, Sección 3, Cláusulas 6 y 7, para prever un juicio con el presidente de la Corte Suprema de los Estados Unidos”, dijo el profesor Turley en exclusiva a El American.

Además, también considera que algunos precedentes pueden beneficiar al presidente Trump: “El principio operativo ha sido que un ex juez no está sujeto a impeachment. Si un juez renuncia, no ha sido sometido a este proceso”. 

“El texto constitucional se opone firmemente a un juicio retroactivo. Se dirige a un presidente en ejercicio y a la destitución de ese presidente. Es una locura. El Senado votará como si Trump aún estuviera en el cargo para destituirlo. Es similar al Concilio Cadavérico“, añadió.

Sin embargo, incluso así, los precedentes mencionados por Gerhardt y Tribe permanecen como un argumento convincente. Por esto, el profesor Turley declaró sobre el impeachment del senador Blount “Ese caso siempre ha sido anómalo en cuanto la impugnación de un antiguo legislador. El Senado lo rechazó. La impugnación de Blount fue defectuosa. La expulsión estaba claramente dentro de la autoridad del Senado”.  

“Pocas personas ven el impeachment como el remedio apropiado en estos casos hoy en día. Blount fue acusado de traicionar al país al conspirar con Gran Bretaña. Sin embargo, los artículos del juicio eran muy imprecisos. Notablemente, Blount siguió ostentando cargos políticos locales por el resto de su vida.”

Sin embargo, el impeachment del Secretario Belknap podría ser un precedente sólido. “Belknap está más cerca de la actual disputa porque era un oficial ejecutivo. Belknap pasó por un juicio político poco después de dejar el cargo, a diferencia de Trump, cuyo impeachment comenzó poco antes de dejar el cargo. Sin embargo, queda por verse si se pueden aplicar el mismo principio a un presidente para su impeachment cuando ya, de hecho, es un ex presidente”, dijo Turley a El American.

Turley no es el único en opinar de esta forma. J. Michael Luttig, ex juez del Tribunal de Apelaciones de los Estados Unidos para el 4º Circuito, también dijo que tal impugnación sería inconstitucional en un artículo de opinión para el Washington Post: “Trump ya no ocuparía el cargo de presidente cuando los artículos pasen al Senado y ya no estaría sujeto a la “condena política” del Senado, en virtud de las cláusulas de impeachment de la Constitución. Esto significa que el único poder del Senado, según la Constitución, es condenar o no a un presidente en ejercicio”.

Por lo tanto, Luttig se opone a que el presidente sea impugnado bajo las cláusulas de impugnación de la Constitución: “Ese es el propósito del poder de impeachment, destituir a un presidente u otro “funcionario civil” antes de que pudiera perjudicar más a la nación desde el cargo que ocupa”.

Además, en un artículo de opinión para el USA Today, el profesor Jonathan Turley añade otros problemas potenciales que el impeachment puede tener. “Mi objeción a este segundo impeachment es que se llevó a cabo sin ninguna deliberación del proceso tradicional de impeachment (…) Se podría haber celebrado una audiencia en un día para permitir que se enmendara el lenguaje del artículo y se consideraran las implicaciones del impeachment. También habría permitido exigir formalmente una respuesta del presidente”.

“En el último impeachment de Trump, critiqué a los demócratas por impulsar un impeachment con el menor registro y el menor plazo de cualquier impeachment presidencial. Insistieron en que no había tiempo para testigos antes de la audiencia judicial de la Cámara, pero luego esperaron semanas para presentar los artículos al Senado. Ahora han superado ese récord con una impugnación sin ningún registro tradicional en cuestión de un par de días”, añadió.

Sin embargo, Luttig admite que algunos de los precedentes pueden respaldar el argumento que el Congreso sí puede enjuiciar a un ex presidente. “El entendimiento del Congreso de sus poderes constitucionales sería una consideración de peso en la determinación final de si el Congreso posee tal autoridad. Si el ex presidente acude a los tribunales para impugnar su impeachment por ser inconstitucional, el Congreso seguramente presentará su argumento basado en estos precedentes del Congreso, un caso que casi con toda seguridad llegará a la Corte Suprema”.

Además, la última declaración del senador McConnell, jefe de la mayoría en el Senado, parece dejar abierta la posibilidad de un juicio político en el Senado después de que el presidente Trump deje el cargo. Esto significa potencialmente que él interpreta que la Constitución provee al Senado el poder de enjuiciar a un presidente después de que deje el cargo.

Mitch McConnell, (R-KY), líder de la mayoría del Senado, dejó abierta la posibilidad de hacer un impeachment a Trump después de que deje el poder (EFE)

La conveniencia política del impeachment

La conveniencia del juicio político es algo plenamente diferente a su constitucionalidad. En un artículo de 1975 para la American Bar Association Journal titulado The Politics of Impeachment, Albert Broderick analiza los motivos políticos por los que el Congreso puede negarse a enjuiciar a un presidente. Nombra cuatro: 1) La disponibilidad de un medio menos drástico para lograr la destitución, 2) Las consecuencias de la destitución del presidente en un momento determinado. 3) La consideración de la ofensa impugnable a la luz de las cualidades que el presidente puede ejercer en el interés público. 4) No emplearlo en situaciones dudosas.

Los dos primeros son particularmente relevantes para el juicio político contra Trump. La primera es que ya habría dejado el cargo, y la segunda porque las consecuencias podrían ser demasiado profundas.

“En cuanto a los méritos, no culpo a quienes consideran las palabras del presidente como una falta impugnable (…) Sin embargo, el lenguaje del artículo de impeachment plantea serios problemas para futuros presidentes. Existe la preocupación de que los presidentes sean destituidos por una retórica temeraria que conduce a la violencia de sus partidarios” dice el profesor Turley en un artículo.

“Si se miran otras disposiciones, tal interpretación produciría una locura total. También invitaría a usarlo como un juego político. Esto, combinado con un juicio rápido, permitiría el uso de esta disposición para anular a políticos que se vean como amenazas”, dijo en exclusiva a El American

El profesor Gerhardt estuvo de acuerdo con la inconveniencia de realizar un impeachment, al menos por ahora. “El clima actual hace difícil que el Congreso proceda con cualquier parte del juicio político después de que Trump deje el cargo. No se trata sólo de las agudas divisiones en el país y el Congreso, sino que un juicio podría distraer de la toma de posesión y los primeros 100 días para el pronto presidente Joe Biden”.

Para condenar a un presidente, ⅔ de los senadores deben votar a favor. Esto significa que al menos 17 senadores republicanos necesitan votar a favor del impeachment. Aunque algunos de ellos pidieron la renuncia a Trump, ninguno ha apoyado públicamente un impeachment.

Además, algunos senadores demócratas parecen escépticos sobre el impeachment. El senador Joe Manchin (D-WV) dijo a Fox News que la impugnación fue “poco prudente” porque los demócratas saben que “no tienen los votos”. 

Ambas senadoras demócratas de Nevada, la senadora Jacky Rosen y la senadora Catherine Cortez Masto, se negaron a aclarar si apoyan el impeachment en sus últimas declaraciones.

Algunos temen que un segundo impeachment, especialmente uno fallido, podría aumentar la popularidad de Trump.

“Una condena tampoco traería la conclusión que muchos desean. Tal condena sería uno de los pocos asuntos de impeachment que podrían ser resueltos en la Corte Suprema. Trump podría presentarse para reclamar su derecho a presentarse de nuevo, y bien podría ganar. Entonces sería más popular que nunca entre muchos ciudadanos deseosos de desafiar al establishment en Washington”, dijo Turley en su artículo.

Esto significa que un impeachment, y en particular un impeachment fallido, puede ser contraproducente. Potencialmente no curaría las divisiones sino que las aumentaría, y no socavaría la popularidad de Trump, sino que la incrementaría.

“No creo que la Cámara deba seguir adelante con el juicio”, dijo el senador Marco Rubio (R-FL) a NBC Florida. “No porque el presidente no tenga alguna responsabilidad sobre lo ocurrido sino porque inflamará aún más a un país dividido en un momento difícil”.

“Amenaza con convertirlo en un mártir”.

Edgar is political scientist and philosopher. He defends the Catholic intellectual tradition. Edgar writes about religion, ideology, culture, US politics, abortion, and the Supreme Court. Twitter: @edgarjbb_ // Edgar es politólogo y filósofo. Defiende la tradición intelectual católica. Edgar escribe sobre religión, ideología, cultura, política doméstica, aborto y la Corte Suprema. Twitter: @edgarjbb_

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