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Culture War: las raíces ideológicas del fascismo

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En los últimos años, las raíces ideológicas del fascismo han estado en discusión a raíz de una gran confusión sobre los principios colectivistas promulgados por ese movimiento autoritario. Emmanuel Rincón, editor-at-large en El American, dedica esta entrega de Culture War a analizar los postulados ideológicos de sus principales promotores.

Es importante saber que el fascismo debe su existencia a políticos socialistas como Benito Mussolini e ideólogos como Giovanni Gentile, también socialista, neohegeliano y con un fuerte sentido nacionalista.

La Primera Guerra Mundial supuso un antes y un después en la vida de Mussolini. «En un principio, el dirigente del Partido Socialista formó parte de una postura antiintervencionismo que se oponía a la participación de Italia en la guerra», apunta Emmanuel, pero fue expulsado del partido debido a que se unió al grupo intervencionista.

Tras su participación en la guerra, Mussolini quiso sacar provecho de la enorme insatisfacción que dejó el Tratado de Versalles y, tras culpar a sus antiguos copartidarios por los escasos beneficios obtenidos tras el acuerdo, creó el Italian Fasces of Combat, con lo que le dio inicio al movimiento fascista.

El partido creado por Mussolini llegó al poder luchando contra los socialistas tradicionales, inspirado en un fuerte sentimiento nacionalista que derivó de la guerra y escudándose en el llamado escuadrón de camisas negras.

La filosofía detrás del fascismo

«Casi todo el mundo sabe que Karl Marx es el padre ideológico del comunismo y el socialismo, también que Adam Smith es el padre del capitalismo y el liberalismo económico, pero ¿sabe usted quién es el padre ideológico del fascismo?», pregunta Emmanuel.

Pues el filósofo detrás del fascismo, contrario a lo que muchos piensan, también era un socialista. «El fascismo es una forma de socialismo. De hecho, es una forma más viable». Así llegó a declarar Gentile, coautor junto a Mussolini de La doctrina del fascismo. Es, según nos cuenta Emmanuel, «un socialismo basado en la identidad nacional».

«Gentile creía que toda acción privada debía ser orientada a servir a la sociedad. Estaba en contra del individualismo. Para él no existía distinción entre el interés privado y el público», señala.

Sus postulados económicos, más adelante utilizados también por Adolf Hitler y su movimiento nacionalsocialista, defendían el corporativismo estatal obligatorio, proponían la creación de un Estado autárquico y consideraban a la democracia liberal como una doctrina nociva, pues se enfocaba en el individuo y, según Gentile, conducía al egoísmo.

Emmanuel nos cuenta que Gentile defendía una forma de democracia en la que el individuo debía subordinarse al Estado, y no al revés, «El gobierno decía qué, cómo y cuándo producir». El fin era un Estado corporativo.

Debido a su ruptura con el movimiento marxista tradicional en el que militó años atrás, Mussolini aprovechó el sentimiento nacionalista, entonces predominante, para sentar las bases del nuevo socialismo nacionalista, al que denominó fascismo.

El movimiento de Mussolini no creía que el Estado debía ser dueño de todos los medios de producción, pero sí debía dominarlos, y consideraba crucial la nacionalización de la industria de las armas. Los dueños de estas empresas podían mantener sus negocios siempre y cuando sirvieran a las directrices del Estado, fueran fiscalizados y pagaran altas tasas tributarias.

«En el fondo, la propiedad privada se convertía en un instrumento del gobierno», afirma Emmanuel en su reciente entrega de Culture War.

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