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Recientemente, Melissa Rivers —hija de la difunta y legendaria Joan Rivers— visitó The View. Durante su conversación con el panel, la nicaragüense Ana Navarro lanzó una pregunta que me dejó pensando: “Joan fue conocida por su comedia desafiante, nunca sabías qué demonios iba a salir de su boca ¿cómo crees que ella navegaría hoy? ¿Sería cancelada?”.
La respuesta que desde mi casa di a la pregunta de Navarro fue estremecedora: “¡por supuesto que estaría cancelada!”. Si hay una comediante que se atrevió a ir donde hoy nadie tiene permitido —gracias a la insufrible corrección política—, fue Joan Rivers.
Melissa aseguró que si bien su madre —fallecida en 2014— habría tenido que trabajar en los límites de su contenido, no se habría plegado ante la corrección política.
Bill Maher dedicó esta semana un segmento de Explaning Jokes to Idiots a la broma que Chris Rock hizo sobre la película G. I. Jane y Jada Pinkett Smith. En su monólogo también recordó los casos de Kathy Griffin y Gilbert Gottfried, quienes hicieron bromas realmente desagradables, “¡pero por eso nos gustan!”, exclamó. También recordó los casos de Dave Chappelle, Sarah Silvermann y Roseanne Barr.
Ciertamente, muchos de los casos mencionados por Maher cruzan líneas que a mí me resultan excesivas, pero entiendo que esa es la función de los comediantes.
“Los chicos solían ir a las universidades a perder sus virginidades. Ahora van a perder su sentido del humor”, sentenció Bill. Así está nuestra triste realidad.
Este artículo apareció originalmente en el Newsletter de El American el 24 de abril de 2022. ¡Suscríbete gratis aquí!
