fbpx
Saltar al contenido

Del voto por correo al “blockchain” electoral

voto por correo

Read in English

[Read in English]

Normalmente, al menos en las últimas décadas, en los países de lo que podemos considerar como “voto por correo”, nunca había resultado tan preocupante ni siquiera tan interesante. Dejando aparte el porcentaje de abstencionistas, la mayoría de personas ha preferido depositar su voto, físicamente, en una urna.

No obstante, el tan peculiar 2020, abrió la puerta a una promoción del voto remoto, por correo postal, no solo para quienes por alguna razón no pudieran personarse en el colegio electoral (discapacidad física, motivos sanitarios, exámenes o viajes). Obviamente, todo relacionado con la situación en torno al COVID-19.

En Polonia, se estuvo a punto de establecer una única modalidad postal para los comicios presidenciales celebrados en verano. Mientras, en Estados Unidos, como ocurrió con los comicios autonómicos gallegos y vascongados en España, se establecieron las modalidades habituales.

Eso sí, estaba prevista una alta participación no presencial, lo cual era desaconsejado por el equipo del expresidente Donald Trump, así como por personalidades como el antiguo fiscal general de Estados Unidos, William Barr, por cuanto se temía la comisión de irregularidades electorales.

De hecho, una considerable proporción de la sociedad americana desconfía sobre la integridad del proceso electoral del pasado 3 de noviembre (se habla sobre una presunta mala gestión por parte del servicio postal, igual que hay algún informe forense que apunta que el software de Dominion no hizo unos cálculos muy fiables).

Es más, esta semana, se dispuso un recuento electoral en el condado de Maricopa, en el estado de Arizona (unos 2.1 millones de papeletas podrían estar “afectadas”), en el cual, según los datos finales publicados, el ganador fue el Partido Demócrata. Pero no se quedaría ahí la cosa.

El Partido Republicano estaría proponiendo reformas del sistema de voto por correo postal en una docena de estados americanos. Por ejemplo, en Florida, solo se podrían enviar papeletas a aquellos votantes que hayan pedido participar mediante la modalidad del “voto ausente” con suficiente periodicidad.

Ahora bien, no quiero, en este artículo, discutir sobre la integridad o no integridad del proceso electoral. Aunque he hecho una pequeña exposición histórica a modo de introducción y puesta en contexto, más bien creo que se abre una oportunidad para plantear soluciones alternativas, que recurran, “casualmente”, a la red de redes.

Voto electrónico, pero difícil de controlar por el Estado

El voto electrónico (remoto y efectuado por medio de Internet, como ocurre con otros trámites) tiene sus pros y sus contras. Tal y como está actualmente el sistema, puede servir para abrir la ventana de oportunidad de la mala aplicación del Big Data (oportunidades de invasión de la privacidad, con mayor o menor gravedad).

De hecho, por lo general, los sistemas electorales dependen directamente, se cuente o no con proveedores del sector privado, de los mismos entes estatales cuya “renovación” se pretende, por explicarlo de alguna manera, con los procesos electorales, (la cuestión puede ser otra si se trata de una consulta de referéndum).

Pero sabemos o tenemos que saber que no es necesario que existan siquiera infraestructuras de cliente-servidor (lato sensu), dependan o no del paradigma IT de computación distribuida. Internet tiene de por sí un paradigma que obecece a la descentralización y, por ende, es posible que haya tecnologías respetuosas con esto.

Peticiones de voto por correo para elecciones catalanas del 14 de febrero 2021 (EFE)

El blockchain también puede considerarse a la hora de votar

Sabemos de la existencia de las redes peer-to-peer (P2P), que conectaban distintos nodos (equipos) sin ningún intermediario central, mucho antes del nacimiento del proyecto de Satoshi Nakamoto que causó una “revolución” en esas fórmulas digitales en pro de la libertad monetaria.

Pues bien, las cadenas de bloques a las que vamos a empezar a referirnos (el llamado blockchain) no solo es útil para emitir y facilitar las transacciones con monedas, cuyo valor no dependa de los artificiosos criterios políticos de los bancos centrales (rompiendo así con conceptos como la fraudulenta reserva fraccionaria).

En noviembre de 2020, la empresa Waves Enterprise anunció el lanzamiento de un sistema de votación electrónica basado en blockchain, mediante un encriptado homomórfico, el cual permite realizar operaciones de álgebra sin acceder a la clave secreta de los tokens y demás datos involucrados.

Para recordar, existen varios esquemas de este tipo de encriptado: parcial (puerta única, ya sea para una suma o una multiplicación), aleatorio (puede evaluar circuitos con puertas de cualquier tipo de operación aritmética, pero con restricciones en la profundidad) o completo (sin límites en profundidad de circuitos, lo que lo “valida” para el deep learning).

De esta forma, no habría ninguna especie de “usuario administrador” o con “roles privilegiados” que pudiera desencriptar los resultados o poner como target urnas concretas. Por lo tanto, se anula de cierta manera la posibilidad de falsificar los resultados o de monitorizar al votante.

La validación de los votantes, a modo de evitar que “computen” personas sin derecho a voto, con residencia alternativa o ya fallecidas, resulta de contratos inteligentes (smart contracts) en los que se generan unas claves públicas y privadas (estas se almacenan en los dispositivos de los electores, que pueden modificar sus elecciones dentro del plazo).

De hecho, lo anterior se pretende mejorar de cara a futuro, mediante el desarrollo de soluciones tecnológicas que ayuden a certificar la identidad de cada usuario, aunque igual no lo consideran necesario por cuanto, a priori, el segmento de clientes no está en ninguna institución gubernamental, sino en entidades privadas.

¿Fomento de la democracia directa helvética?

En un artículo publicado por Investopedia en diciembre de 2020, escrito por Joe Liebkind (articulista centrado en temas de blockchain y criptografía, que colabora con entes como VentureBeat), se dice que el blockchain puede fomentar la llamada “democracia directa” (posibilidad de votar sobre cualquier política en trámite).

En Suiza, están muy acostumbrados a esta modalidad. Es habitual que cualquier normativa, resulte o no de una iniciativa popular, cuente con el aval final de la ciudadanía en un proceso electoral (referéndum). De hecho, suelen hacerse varios al año, con independencia de la envergadura de la reforma.

En Liechtenstein existe también un mecanismo de este tipo, aunque aquí se cuenta con el contrapeso del príncipe (hablamos de una monarquía en la que existe el derecho de veto, a diferencia del resto de modelos hoy vigentes en Europa), salvo que se trate de su propia destitución.

Pero yo no encuentro el interés del blockchain en la democracia directa en sí. En lo concerniente a este artículo, lo importante es que puede asegurar la integridad de los procesos electorales, por cuanto no depende todo de entes controlados directamente de determinados sectores políticos con estrategias espurias.

En cualquier caso no olvidemos que las cadenas de bloques no solo pueden cambiar para bien un sistema electoral, sino causa cambios en la política tal cual la conocemos al día de hoy, por cuanto se fomentarán la descentralización y la libertad económica, no interesando tampoco que las validaciones sean tan tediosas como la burocracia.

Ángel Manuel García Carmona es ingeniero de software, máster en Big Data Analyst, columnista y tradicionalista libertario // Ángel Manuel García Carmona is a software engineer, master in Big Data Analyst, columnist and libertarian traditionalist.

Deja una respuesta

Total
0
Share