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¿Es demasiado tarde para salvar la libertad?

LIBERTAD, El American

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La semana pasada, navegando en mi teléfono, me encontré con el titular “Los blancos poseen el 98 % de las tierras rurales. Los jóvenes agricultores negros quieren reclamar su parte”. El titular se hacía eco de muchos de los temas de conversación que sigo viendo en las redes sociales, especialmente cuando se trata de “gente blanca”. Leo cada semana declaraciones sobre la necesidad de devolver la tierra que “robaron” y otras ideas similares. 

Este titular en particular me llamó la atención, no por el tema racial, sino por la palabra “reclamar”. Me sonaba vagamente familiar. Parecido a algo, en cierto modo. Sentí como si estuviera reviviendo algún tipo de recuerdo. Entonces me di cuenta, me recordaba a la famosa palabra de Hugo Chávez cuando decidía tomar la propiedad privada de alguien: “¡Exprópiese!” 

La palabra se traduce como “expropiar”, que realmente no es una palabra de uso común en inglés. Al menos no que yo conozca. Esencialmente, lo que Chávez estaba diciendo, era la versión corta de “tomemos esta tierra”. Es el Estado tomando por la fuerza la propiedad privada, para uso público. “Público”. Ahora bien, puede que pienses que “reclamar” tierras a los agricultores blancos para entregárselas a los agricultores negros no es lo mismo, pero el significado sigue estando ahí. Para empezar, no se puede “reclamar” algo que no era tuyo, solo se puede tomar. 

En Venezuela no había una conversación racial al nivel de la que existe en Estados Unidos. Pero aun así estaba ahí. Especialmente cuando se trataba de aquellos que tenían un linaje europeo, es decir, más cercano al “colonizador”. Pero realmente el Partido Socialista usaba y abusaba de los indígenas como herramientas contra la gente que ellos llamaban “los oligarcas”. En general, la clase media en adelante.

Lo que está sucediendo en los Estados Unidos hoy en día puede que no se vea exactamente como se veía para nosotros en Venezuela, pero las líneas se han dibujado. Hay un intento claro y descarado de crear una especie de lucha de clases, pero no es el marxismo de la vieja escuela de pobres contra ricos, sino más bien de negros contra blancos, hombres contra mujeres y muchas otras categorías que siguen dividiendo y polarizando la nación.

En cierto modo, parece que mi familia y yo estamos reviviendo la historia. El factor de decisión realmente parece ser la élite académica y mediática, contra la clase trabajadora y la familia tradicional. Cuanto más dividen, menos nos damos cuenta de lo que hacen.  

En 2001, el Gobierno socialista de Chávez sustituyó a la policía. En 2004, los marxistas de Caracas decidieron que Cristóbal Colón había sido declarado culpable en un juicio de opinión pública, por lo que derribaron su estatua en un esfuerzo por borrar su historia y el hecho de que la nación de Venezuela había sido fundada bajo los valores españoles y europeos.

La lenta manipulación de la historia continuó a lo largo de los años, en los que se retiraron estatuas en favor de un aspecto más “indígena” y menos europeo. Se cambiaron los nombres de las calles y de los parques nacionales. Incluso, con el tiempo, nuestra bandera y el nombre del país. Hasta el punto de que, literalmente, no es la misma nación en la que nací.  

Para el ojo inexperto, estos cambios podrían no parecer significativos, pero ahora que los he vuelto a ver, no solo aquí, sino al observar la historia del ascenso del comunismo en lugares como China, Hungría, Rusia e incluso Grecia, he empezado a notar ciertos patrones. La división de clases y personas, la confiscación forzosa de tierras y propiedades, y el borrado de la historia. ¿Por qué razón? Tal vez para derrumbar lo viejo y traer lo nuevo.

Nunca hubiera esperado ver un cambio cultural tan masivo ante mis ojos en los Estados Unidos. Pero, aquí estamos. Generaciones de americanos han sido adoctrinadas a través de los medios de comunicación y el mundo académico durante años hasta el punto de que la mayoría de los profesores de las principales universidades dicen ser liberales o extremadamente liberales. El cambio se produjo gradualmente, pero ahora estamos viendo cómo se acelera.

Ronald Reagan dijo una vez que “la libertad nunca está a más de una generación de la extinción. No se la pasamos a nuestros hijos en el torrente sanguíneo. Hay que luchar por ella, protegerla y transmitirla para que ellos hagan lo mismo, o un día nos pasaremos los años del ocaso contándoles a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos cómo era una vez Estados Unidos, donde los hombres eran libres”.

¿Ya es hora de reclamar esa libertad?

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