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Los demócratas quieren asesinar el capitalismo

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Ya no lo esconden más. Anteriormente eran más sutiles, aumentaban progresivamente los impuestos para financiar políticas populistas, pero no se pronunciaban abiertamente contra el capitalismo, los ricos, la meritocracia, el sistema de incentivos y el éxito; no solo su discurso ha cambiado drásticamente, también los fenotipos de sus representantes parecen haberse contagiado de la fealdad del resentimiento, lucen encorvados, envejecidos y desgastados, olfateando los depósitos de dinero ajeno para saquearlo y “repartirlo con el pueblo”. Este Partido Demócrata no tiene ni la esencia de aquel liderado por los Kennedy, ahora es tan solo una copia digitalizada y coloreada de progresismo del Partido Bolchevique.

Es realmente preocupante lo que ocurre. Estados Unidos se jactaba de ser el país de las libertades y las riquezas, ahora, de pronto parece que ser rico y libre es perjudicial para la salud mental de la mitad de la población; hace un par de décadas los debates políticos en esta gran nación eran sobre la forma de hacer más eficaz el sistema capitalista, la aplicación de la Curva de Laffer para conseguir una mejor recaudación fiscal y un mayor crecimiento económico; hoy todo ha cambiado, las libertades se han restringido a favor de un sistema de cuotas y segregación impulsado por el Partido Demócrata, que además han radicalizado su discurso no solo en asuntos culturales e históricos, sino también en el apartado económico.

 US President Joe Biden. EFE

Lejos de debatir como sacar un mejor provecho a las ventajas del capitalismo, los progresistas han roto la Ventana de Overton en un par de ocasiones, y ahora el socialismo, el mismo sistema político que ha arruinado, condenado a la miseria y asesinado a millones de personas, forma parte de la agenda del partido azul y se ha popularizado en la mente de miles de jóvenes universitarios, en parte por desconocimiento, y en parte también por la manipulación de la que son víctimas por parte de profesores teóricos —esos que jamás han creado riqueza y solo saben repetir lo que han leído en sus libros ideologizados— y los políticos izquierdistas.

El último gran escándalo ha sido la propuesta del senador demócrata Ron Wyden, quien se desempeña como presidente del Comité de Finanzas; el miembro de la Cámara Alta por el estado de Oregón propuso y defendió un “impuesto a las ganancias de capital sin realizar”, esto quiere decir que el senador estima conveniente cobrar impuestos a los ciudadanos americanos por ganancias que todavía no han sido liquidadas.

Por ejemplo, supongamos que usted hoy compra acciones de Tesla, la empresa de Elon Musk, y las acciones de dicha compañía se disparan un 40 %, automáticamente usted deberá pagarle al Estado por ese incremento, aun cuando usted no haya liquidado dichas acciones; quiere decir que, si luego de ese incremento las acciones caen, incluso por debajo del precio al que usted las adquirió, no solo perderá parte de su inversión, sino que además tendrá la obligación tributaria con el IRS. Bajo dichas condiciones, ¿qué persona se atrevería a poner su capital en riesgo? Y lo que es peor aún, ¿cómo se van a financiar las grandes empresas que han mantenido a Estados Unidos a la vanguardia tecnológica, militar, cultural y científica?

La propuesta de Wyden, que dicho sea de paso también fue secundada por la secretaria del Tesoro, Yanet Yellen, le dispararía a la cabeza al sistema capitalista que ha convertido a Estados Unidos en la primera potencia del mundo y asesinaría a sangre fría la economía del país, lo que seguramente degeneraría en el corto plazo en mayor pobreza y medidas totalitarias por parte del Gobierno para mantener el poder ante la incertidumbre de una economía destrozada.

US President Joe Biden (right) with US Secretary of the Treasury Janet Yellen (2-L) during the plenary session at the G20 Summit in Rome, Italy, 30 October 2021. EFE

Verdaderamente es poco probable, casi imposible que una propuesta tan radical como esta sea aprobada en el corto plazo en el país, sin embargo, no por ello deja de ser preocupante, pues la opinión del americano en términos ideológicos, políticos y económicos se ha ido degenerando rápidamente en las últimas décadas.

Es terrorífico pensar que lo que hasta hace unos años veíamos como algo imposible en Estados Unidos se ha ido haciendo realidad: el regreso del racismo, de las cuotas de segregación, de la fascista cultura de cancelación, y la alabanza de congresistas y parte de la sociedad civil a un sistema colectivista y antiliberal como el socialismo; todo esto es algo que seguramente nadie hubiese imaginado 20 años atrás y hoy se ha hecho realidad. Lamentablemente, lo mismo podría pasar con el impuesto a las ganancias de capital sin realizar, el impuesto global a las corporaciones y otras propuestas radicales que el Partido Demócrata ha impulsado con el fin de captar votos débiles, esos que son fácilmente comprados con un cheque de mil dólares o un regalo del Estado.

Quitarle a unos para darle a otros no ha sido nunca una fórmula exitosa para acabar con la pobreza, la razón de esto es que los seres humanos son individuos bastante complejos que van adquiriendo destrezas y hábitos de consumo a lo largo de su vida que les permiten enriquecerse o arruinarse; una persona sin educación, sin entendimiento básico de finanzas, sin destrezas laborales y sin la intención de salir adelante no puede ser equiparada con su opuesto, y lo que termina ocurriendo cuando se le quita al productor para darle al improductivo, es que se eliminan los incentivos de quienes producen y rápidamente los recursos de una sociedad comienzan a desaparecer hasta que el botín se acaba y no hay más por repartir.

Los demócratas parecen encontrarse en un proceso de reformulación del marxismo tradicional, en el que no pretenden que el Estado posea todos los medios de producción, pero sí que todos los medios de producción trabajen para el Estado —el empresario produce, pero las ganancias son para el Gobierno—, así de a poco se va construyendo una sociedad de esclavos. Si los americanos no despiertan lamentablemente los progresistas terminarán asesinando el capitalismo, y con ello las oportunidades, las riquezas y las libertades de todos y cada uno de quienes forma parte de esta gran nación.

Emmanuel Rincón is a lawyer, writer, novelist and essayist. He has won several international literary awards. He is Editor-at-large at El American // Emmanuel Rincón es abogado, escritor, novelista y ensayista. Ganador de diversos premios literarios internacionales. Es editor-at-large en El American

1 comentario en «Los demócratas quieren asesinar el capitalismo»

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