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Biden y los demócratas tienen un problema con Cuba

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Mientras miles de cubanos arriesgan sus vidas y salen a protestar a las calles, exigiendo prosperidad y libertad después de más de sesenta años de un régimen comunista en la isla, muchos políticos de Florida (de ambos partidos) han denunciado la violencia del régimen castrista y se han puesto del lado de los manifestantes, al igual que el presidente Biden. Sin embargo, las protestas de esta semana también supondrán un dilema para el enfoque demócrata de la política cubana y cómo su decisión afectará a sus posibilidades electorales en el estado soleado.

Los demócratas -más concretamente la administración Biden- se enfrentan a un triple problema: necesitan proporcionar una política eficaz para abordar la problemática de Cuba, necesitan recuperar la confianza del electorado latino en el sur de Florida si quieren volver a ganar el estado, y también se enfrentan a un partido dividido en el tema de Cuba.

Las cuestiones de política exterior no están en la mente de los votantes cuando deciden emitir su voto a menos que haya una guerra importante o una amenaza para la nación, sin embargo, Cuba es un juego totalmente diferente. El exlíder demócrata en el Congreso, Tip O’Neil, solía decir que “toda la política es local”, en el sur de Florida se suele decir que “la política exterior es política local”.

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Miles de cubanos protestaron contra la dictadura cubana este fin de semana (EFE)

Aunque el voto cubano-americano se ha inclinado históricamente hacia el Partido Republicano, los demócratas disfrutaron de una mejora significativa en su desempeño. Con Obama lograron prácticamente dividir el voto cubano-americano en su victoria de 2012 frente a Mitt Romney.

Sin embargo, el año pasado, el electorado del sur de Florida se volvió decisivamente contra el Partido Demócrata. El bastión demócrata de Miami-Dade, que votó a Hillary Clinton con casi el 64 % de los votos, se desplazó más de 20 puntos hacia el lado republicano en 2020, y Biden apenas ganó el condado con el 53,4 % de los votos.

Por lo tanto, Biden no sólo tendrá que calibrar cuidadosamente su mensaje hacia las protestas actuales, sino también tomar una decisión políticamente difícil una vez que su administración termine su revisión sobre la política hacia Cuba de la administración Trump. Su decisión no sólo marcará el tono de la política americana hacia la región, sino que también podría ser un momento decisivo para la lucha por la Casa Blanca en 2024.

El dilema Obama-Trump

En 2014, la administración Obama decidió reabrir los contactos diplomáticos con el régimen de Castro en Cuba. Durante los dos últimos años de la presidencia de Obama, su administración reabrió una embajada en Cuba, flexibilizó las sanciones económicas (incluyendo los viajes y las remesas, entre otros) y puso fin a la política de “pies secos, pies mojados” que permitía a los refugiados cubanos solicitar la residencia legal en Estados Unidos.

La justificación de las negociaciones de la era Obama era que teóricamente permitiría una liberalización del régimen cubano, ya que la gente tendría más acceso a los bienes y servicios y sería más capaz de exigir concesiones a la dictadura comunista.

Sin embargo, muchos piensan que tal enfoque estaba condenado al fracaso, con el exenviado especial a Venezuela Elliot Abrams declarando que Obama ofrecía una enorme cantidad de concesiones económicas y diplomáticas, mientras el gobierno cubano mantenía el mismo grado de represión política en la isla, diciendo que las políticas de Obama aportaban legitimidad al gobierno “mientras no aportaban ningún beneficio a los cubanos que luchan por la libertad y los derechos humanos”.

Obama lideró una detentación con el régimen cubano (EFE)

Muchos de estos cambios fueron revocados por la administración Trump, que volvió a imponer restricciones de viaje y prohibió a los americanos comerciar con empresas pertenecientes a los militares cubanos (que son las que recibieron la mayor parte de las inversiones) y redujo su personal en la embajada después de que muchos del cuerpo diplomático sufrieran extrañas e inexplicables lesiones.

Biden anunció que revisará los cambios implementados por la Casa Blanca de Trump. La administración esperaba ciertamente mantener el tema en un segundo plano, con la Secretaria de Prensa Jen Psaki diciendo que un cambio en la política hacia Cuba no era una “prioridad principal” para el gobierno, sin embargo, las recientes protestas presionarán a Biden ya que tendrá que decidir si retomar la estrategia de Obama o mantener el enfoque de Trump.

El cálculo político interno sobre Cuba

Como se mencionó anteriormente, la problemática de la política americana hacia Cuba no se considera exclusivamente bajo la lente de la geopolítica y la búsqueda de los intereses de Estados Unidos en la región, sino que también es una cuestión fundamentalmente doméstica, ya que millones de cubano-americanos exiliados viven (y votan) en Estados Unidos.

Los demócratas sufrieron fuertes pérdidas en el condado de Miami-Dade en 2020, en gran parte debido al acercamiento de Trump a la comunidad latina, a los coqueteos de los demócratas con el socialismo y a la firme oposición del GOP a hacer más concesiones a la dictadura comunista en Cuba.

Florida ya es un estado oscilante en el que los demócratas han dependido históricamente de los buenos resultados en Miami-Dade para ganar el estado, si no pueden recuperar esos márgenes, tienen pocas esperanzas de ganar los 30 votos electorales de Florida en 2024. Mantener una posición fuerte contra el régimen comunista de Cuba es un primer paso importante para las esperanzas demócratas en el sur de Florida, y Biden (y los demócratas de Florida) lo saben.

A pesar de una tímida respuesta inicial, el gobierno de Biden finalmente emitió un comunicado que apoya a los manifestantes y condena al régimen cubano. Si este apoyo verbal será llevado a una política real es otra cuestión, pero el giro en el mensaje de la Casa Blanca muestra que son dolorosamente conscientes de que necesitarán escuchar más a la comunidad del sur de Florida si quieren recuperar sus votos.

Los cubano-americanos han desempeñado un papel fundamental en la política de Florida (EFE)

Sin embargo, aunque Biden quisiera enviar un mensaje demócrata cohesionado contra el régimen cubano, su partido no está lo suficientemente unido para hacerlo. Mientras que la presidenta Pelosi tuiteó su apoyo a los manifestantes cubanos, el líder de la mayoría del Senado aún no ha publicado nada y superestrellas progresistas como Bernie Sanders (I-VT), Alexandria Ocasio-Cortez (D-NY) e Ilhan Omar (D-MN) tampoco han dicho una palabra sobre lo que está sucediendo en Cuba.

De hecho, las dos últimas congresistas son miembros de la DSA (Socialistas Democráticos de América), una organización que ha apoyado al régimen cubano. Ambas aún no se han distanciado de esa posición.

Por el contrario, los republicanos han dado una respuesta organizada y bastante unificada a la crisis. Tanto la Cámara de Representantes como el Senado han inundado sus cuentas en las redes sociales con mensajes y vídeos de apoyo a los manifestantes.

En política es crucial tener un mensaje unificado y efectivo, y si Biden quiere mejorar el enfoque de su partido hacia Cuba, necesita primero poner su casa en orden.

La política hacia Cuba seguirá siendo un dolor de cabeza para los demócratas

Los demócratas quieren recuperar terreno en Florida, sobre todo a medida que aumenta la figura de Ron DeSantis a nivel nacional. Para ello, necesitan recuperar la confianza del electorado hispano del sur de Florida (el mismo que votó a Obama y a Hillary), y aunque algunos esperaban que pudieran hacerlo evitando hablar de la política hacia Cuba, las últimas protestas en la isla les demuestran que eso es imposible.

Biden tendrá que tomar una decisión difícil. O decide dar un giro de 180º hacia la política cubana, arriesgándose a la impopularidad en el sur de Florida y sin la certeza de obtener ningún resultado positivo, o decide no hacerlo, lo que supondría una admisión implícita de que el enfoque de Trump hacia el régimen de La Habana fue el correcto todo el tiempo.

Daniel is a Political Science and Economics student from the University of South Florida. He worked as a congressional intern to Rep. Gus Bilirakis (FL-12) from January to May 2020. He also is the head of international analysis at Politiks // Daniel es un estudiante de Cs Políticas y Economía en la Universidad del Sur de la Florida. Trabajo como pasante legislativo para el Representate Gus Bilirakis (FL-12) desde enero hasta mayo del 2020. Daniel también es el jefe de análisis internacional de Politiks.

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