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La economía de AMLO: una manipulación de la verdad

AMLO, El American

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Los mexicanos nacidos antes de los 80 le temen a una vieja palabra olvidada en los antiguos grimorios económicos: la devaluación.

Su sola mención les trae a la mente visiones de catástrofe económica. Tanto es así que muchos olvidan que la última devaluación ocurrió casi tres décadas atrás. “Debe de venir una en camino porque tiene años que no sucede”, escuchas decir a algunos. Incluso es habitual que se evalúe a un gobierno por qué tantas y qué tan graves fueron sus devaluaciones.

Esas generaciones, como un culto apocalíptico, auguran siempre el fin de los tiempos cuando, por ejemplo, aparecen nuevos diseños de los billetes, que solía ser el primer aviso de una inminente devaluación.

La devaluación, por supuesto, nunca llega. Ya no es posible, es un capítulo pasado de nuestra historia monetaria, que ni siquiera era un problema en sí misma, era la herramienta que se utilizaba para ajustar los tipos de cambio después de periodos largos de finanzas públicas irresponsables. Pero la historia de la devaluación en México terminó en los 90, cuando se sustituyeron las diferentes formas de régimen cambiario definido por el gobierno por un tipo de cambio flotante definido por el mercado.

Junto con la desaparición de las devaluaciones, la inflación también se fue convirtiendo en un animal extinto, pero mucha gente no se enteró o no puso atención a eso. ¿Qué había cambiado? La autonomía del Banco Central.

En un país acostumbrado a ver al presidente como líder máximo, para muchas personas es incomprensible que exista algo tan importante que él no decida. Si el presidente de Estados Unidos tiene acceso a los códigos nucleares, ¿por qué el nuestro ya no tendría el interruptor de la máquina de billetes? 

Cuesta trabajo verlo, pero la política monetaria tiene un poder tan destructivo como las bombas nucleares. Ningún hombre en el mundo debería tener poder sobre algo tan peligroso.

Andrés Manuel López Obrador (AMLO) gozó de 3 años de presidencia imperial durante los cuales tuvo todo lo que sus ídolos del desarrollo estabilizador también tuvieron: poder absoluto, con excepción de la política monetaria, una de las pocas áreas con desempeño decente en México.

El pasado 24 de marzo AMLO se adelantó 5 horas al anuncio del Banco de México sobre el aumento de las tasas de interés. Este aumento es una medida para combatir la inflación, entonces el presidente buscó dar la impresión de que él la está combatiendo y no es solo una acción de Banxico cumpliendo su función constitucional de mantener el poder adquisitivo de la moneda.

Justo como cuando anunció que la baja de los precios de la gasolina del inicio de la pandemia había sido una orden suya y no una consecuencia de los conflictos de la OPEP a inicios de 2020. O como su propaganda para la consulta de revocación que da a entender que la votación la organiza la oposición para sacarlo y no él para quedarse.

La gente distraída y desinformada le cree, luego recuerda que con AMLO no ha habido devaluación y se convence de que es un gran estadista, “un genio de la economía”, como dijo su admiradora Estefanía Veloz. 

Es una estrategia comunicacional genial aprovecharse de la ignorancia económica y adjudicarte la responsabilidad de todas las cosas que salen bien, mientras que culpas a la pandemia o al conflicto en Ucrania por todo lo que sale mal. 

Con una narrativa así es imposible perder. Imagine usted el apocalíptico hipotético caso en el que AMLO pusiera a consulta si debe devolvérsele al presidente el control sobre Banxico ¿Quién diría que no si con él no ha habido devaluación? 

No hay políticos honestos, pero ninguno de los últimos 5 presidentes entendía tan bien como AMLO lo ignorante que es el electorado.

Peña Nieto pudo decir que los “gasolinazos” eran culpa de la Primavera Árabe, Calderón que el impuesto a los depósitos en efectivo era porque los corruptos estaban robando bolsas de dinero del pueblo.

Diría que fueron más respetuosos con la inteligencia del pueblo, pero la realidad es que no sabían que eran tan desinformados y distraídos que, aún en la era de la información, no entienden que, por ejemplo, los precios de las cosas no los decide el presidente. 

Cuando los presidentes anteriores mentían, y vaya que lo hacían, no fue con tanta maestría. Intentaban engañar a los que si entendían que estaban mintiendo. AMLO no pierde el tiempo en mentirle a sus oponentes ni a la gente informada, son la minoría. Le miente a los que aún temen a la devaluación, aún creen que el presidente es el rey, a los que siempre ignoraron los gobiernos anteriores y que ahora creen que por fin alguien los escucha, aunque tristemente serán los que peor la pasarán con lo que pueda venir.

José Torra is an economist, Research Coordinator at Caminos de la Libertad, co-author of the Fraser Institute's Economic Freedom of North America Index, and co-host of the podcast Libertad Aquí y Ahora // José Torra es economista, Coordinador de investigación en Caminos de la Libertad, coautor del índice Economic Freedom of Northamerica del Fraser Institute, y co-conductor del podcast Libertad Aquí y Ahora

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