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El aterrador gráfico de inflación nunca antes visto

Inflacionario, El American

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Por Jon Miltimore

La inflación ha aparecido mucho en las noticias últimamente.  El bombeo masivo de dinero que la Reserva Federal comenzó en 2020 finalmente ha llamado la atención de la gente, y ya no es un tema sólo para economistas y defensores del libre mercado.

CNN informó la semana pasada de que el aumento de los precios alcanzó recientemente el nivel más alto de las últimas tres décadas y que el 25 % de los americanos dicen que su nivel de vida ha caído. En el programa “Squawk Box” de CNBC, el fundador de Home Depot, Ken Langone, señaló que “la inflación es un impuesto regresivo [que] golpea más a los pobres”. En la cadena hermana de la CNBC, MSNBC, la presentadora Joy Reid señaló que “a menos que estés viviendo bajo una roca, tu dinero ya no llega tan lejos como antes, con los precios más altos de la gasolina, los alimentos y tus facturas de energía”.

Incluso los presentadores de los programas de humor nocturnos hablan de inflación.

“Ahora mismo la inflación es la única cosa que la gente odia incluso más que a Jake Gyllenhaal”, bromeó el presentador del Daily Show, Trevor Noah. “Parece que todo es más caro hoy en día. Los comestibles son más caros. Los carros son más caros”.

Noah no había terminado.

“Hoy fui a una gasolinera”, bromeó, “y por un galón de regular, sólo decía ‘mátese'”.

La mayoría de la gente entiende lo que es la inflación, pero en caso de que no lo hagas, vamos a definirla. La inflación es esencialmente un aumento de la oferta de dinero. Es eso básicamente y esta fue la definición estándar de inflación durante siglos, señala el economista Joseph Salerno. Los economistas añadieron posteriormente una segunda definición que describe la inflación como “un aumento general y sostenido de los precios”.

Las encuestas muestran que los americanos están bastante preocupados por estos “aumentos sostenidos de precios”. Como observó recientemente FiveThirtyEight, algunas encuestas muestran que el 87 % de los votantes registrados están “muy” o “extremadamente” preocupados por la inflación.

Algunos están menos preocupados. Stephanie Ruhel, de MSNBC, dijo recientemente que el “pequeño y sucio secreto” es que los estadounidenses pueden permitirse la inflación.

“Tienes a las familias de más de 60 millones de niños recibiendo un promedio de $430 dólares al mes. Para las personas con ingresos fijos, las personas mayores que reciben la seguridad social, esos pagos fijos se ajustarán el próximo año en un 5.9 % o en la inflación. Y el pequeño y sucio secreto aquí, Willie, aunque a nadie le gusta pagar más, en promedio tenemos el dinero para hacerlo.

Los ahorros de los hogares alcanzaron un récord durante la pandemia. No teníamos donde ir a gastar. Y como decíamos hace un momento, esperamos que las ventas al por menor de esta temporada navideña batan récords. Para aquellos que son dueños de sus casas y cuyo valor ha aumentado. Y aunque el mercado de valores no es la economía, más de la mitad de los hogares estadounidenses tienen alguna inversión en los mercados y estos han alcanzado máximos históricos”.

Ruhel no se equivoca al afirmar que la inflación afecta más a unos que a otros. Los propietarios de viviendas y los estadounidenses que invierten en otros activos —acciones, tierras, criptodivisas, oro y otras materias primas— suelen estar protegidos en cierta medida de los efectos más perniciosos de la inflación. Pero esto solo acentúa la verdad de que la inflación recae con más fuerza sobre los estadounidenses de menores ingresos que dependen en mayor medida del efectivo.

Y lo que es más importante, la historia nos enseña algo más sobre la inflación: puede acelerarse muy rápidamente.

Ya hemos abordado la definición de inflación. Entonces, ¿qué es la hiperinflación?

La hiperinflación es esencialmente una inflación rápida. Técnicamente, es una inflación que supera el 50 % de crecimiento durante un mes. Aunque se habla entre personas muy influyentes de que la hiperinflación “está ocurriendo“, la realidad es que los Estados Unidos no están cerca de la hiperinflación ahora mismo. Puede que la inflación haya alcanzado un máximo de 31 años en octubre, pero la tasa anualizada del 6.2 % sigue estando muy por debajo de la hiperinflación.

Sin embargo, también es importante entender que la hiperinflación siempre va precedida de una inflación regulada. Esto, por supuesto, no significa que la inflación siempre lleve a la hiperinflación, sino que la inflación puede llevar a la hiperinflación, si la oferta monetaria sigue expandiéndose.

Uno de los ejemplos más famosos de hiperinflación ocurrió en Alemania durante la era de Weimar. Muchos de nosotros hemos visto las imágenes de mujeres cargando cestas de ropa sucia llenas de marcos para comprar pan o habitaciones plagadas de dinero inútil.

Como señala Salerno, la gente suele olvidar que la hiperinflación alemana comenzó tras un periodo de inflación sostenida que se inició en 1914, cuando el gobierno alemán empezó a aumentar la oferta monetaria para financiar el esfuerzo bélico. La hiperinflación no empezó hasta 1922 —varios años después del Tratado de Versalles y la conclusión oficial de la Primera Guerra Mundial— y comenzó de forma relativamente lenta (si es que la hiperinflación puede describirse como tal).

Salerno ofrece este ejemplo: El precio de un periódico era de 0.30 marcos en junio de 1921. En mayo del año siguiente, el precio había subido a 1 marco. Cinco meses más tarde, un diario costaba 8 marcos. En febrero siguiente, 100 marcos. En septiembre, 1,000.

Fue en octubre de 1923 cuando las cosas se volvieron realmente locas. Al comenzar el mes, un diario costaba 2,000 marcos, 2,000 veces más que un año y medio antes. Para el 15 de octubre, el precio había subido a 20,000, un aumento de diez veces en dos semanas. ¿Y a finales de mes? Los alemanes pagaban 1 millón de marcos por un periódico.

Este es solo un ejemplo de hiperinflación, por supuesto. Pero la lección de cada uno sigue siendo la misma: la inflación puede convertirse en hiperinflación así de rápido.

En una de sus obras menos conocidas, La desnacionalización del dinero, el economista F.A. Hayek, galardonado con el Premio Nobel, señalaba que quizá la mayor lección de la historia de la humanidad es que los gobiernos degradan las monedas. Desde Diocleciano en la antigua Roma hasta la Alemania de Weimar y más allá, Hayek vio que las grandes potencias, casi sin excepción, manipularon las monedas y erosionaron el valor del dinero.

Por eso Hayek creía que la única manera de volver a tener dinero saludable era sacarlo “de las manos del gobierno”.

“Desde que la función del gobierno en la emisión de dinero ya no consiste en la mera certificación del peso y la finura de una determinada pieza de metal, sino que implica la determinación deliberada de la cantidad de dinero que se va a emitir, los gobiernos se han vuelto totalmente inadecuados para la tarea y, puede decirse sin reservas, han abusado incesantemente y en todas partes de su confianza para defraudar al pueblo”, escribió Hayek.

En dos ocasiones a lo largo de su historia, Estados Unidos ha suprimido sus bancos centrales. El primer Banco Nacional de los Estados Unidos, promulgado en febrero de 1791, murió en 1811 al expirar su carta. El segundo Banco Nacional, creado cinco años más tarde, fue efectivamente asesinado por el presidente Andrew Jackson en 1833 cuando eliminó todos los depósitos federales y dejó que su carta expirara. Hasta el siglo XX, tras el Pánico de 1907, no se creó un tercer Banco Central, que culminó en el Sistema de la Reserva Federal que tenemos hasta hoy.

Teniendo en cuenta la creciente inflación en los Estados Unidos, la deuda de 29 billones de dólares y el gasto desenfrenado —todo ello derivado de las imprudentes políticas monetarias de la Reserva Federal— puede ser el momento de seguir el consejo de Hayek.

Foundation for Economic Education (FEE)

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