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El destino es Venezuela, no Escandinavia

Nací en Venezuela y me mudé a Estados Unidos de niña. Pero, a través de los ojos de mi familia que siguió allá, experimenté el colapso, gracias al socialismo, de un país que fue próspero. Acá también tuvimos una pequeña dosis de socialismo durante la cuarentena por el coronavirus. No podías encontrar papel higiénico o jabón antibacterial y había límites respecto a cuántos podías comprar. En Venezuela, esta tragedia es el pan de cada día.

Los socialistas del Partido Demócrata, como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez, insisten en que su tipo de socialismo se basa en Escandinavia, no en Venezuela. Este es, dicen ellos, el “socialismo que funciona”. Pero cuando examinamos el modelo escandinavo o nórdico, vemos que eso no es lo que los socialistas proponen. Su modelo real no es Escandinavia. Es Venezuela.

Los países nórdicos son capitalistas en cuanto la creación de la riqueza y socialistas en su distribución. Tienen bajos impuestos de sociedades, alrededor de 20 %, cercano al de Estados Unidos. La mayoría de estos países no tiene sueldo mínimo. Solo Noruega tiene impuesto a la riqueza y ninguno tiene impuestos de herencia. Los escandinavos no demonizan la riqueza de la misma forma que lo hacen los socialistas norteamericanos.

Sí, es cierto que los países nórdicos tienen un Estado de bienestar enorme que cubre educación, salud, y jubilación, pero todos pagan para financiar el sistema: ricos, clase media y pobres. De hecho, generalmente imponen un IVA del 25 %, un impuesto al consumo que proporcionalmente afecta más a los pobres y la clase media que a los ricos. Así, los escandinavos no roban a Pedro para pagarle a Pablo y obtener su voto. Esto hace que el modelo escandinavo sea completamente diferente al que proponen los demócratas en Estados Unidos.

Entonces, si el modelo escandinavo no es el que sigue la izquierda norteamericana, ¿cuál es? 

Con el pasar de los años, he observado paralelismos entre la izquierda en Estados Unidos y Venezuela. Muchas figuras líderes de la izquierda norteamericana, desde Sean Penn a Michael Moore, Danny Glover y Bill Ayer, todos fueron a Venezuela a aplaudir las políticas socialistas de Hugo Chávez. No ves a ninguno en Escandinavia.

Tal como la izquierda socialista acá, el socialismo venezolano se basa en la demonización de la riqueza y la clase empresarial. Hugo Chávez y su sucesor, Nicolás Maduro, expropiaron negocios de venezolanos que han trabajado duro toda su vida. Lo hicieron con dolorosa frecuencia e imposibilitaron que las tiendas y negocios obtuvieran ganancias.

Previsiblemente, muchos empresarios se fueron del país en una situación que creó escasez de bienes básicos. Lo que Chávez y Maduro alcanzaron mediante expropiación, la izquierda demócrata busca lograrlo a través de impuestos extremadamente altos.

El socialismo venezolano, tal como el estadounidense, se basa en crear división social. La izquierda en Venezuela dividió el país entre pobres y ricos y entre blancos y negros: por un lado, la clase “imperialista” europea y la clase afroindígena “autóctona”. Chávez constantemente hacía saber sus raíces negras e indígenas.

Esto es el “socialismo identitario”, una mezcla de socialismo clásico y política identitaria. Esto no existe en Escandinavia. Tal como vemos en Estados Unidos, los socialistas venezolanos tumbaron estatuas de Colón. Lo hicieron por la misma razón que los vándalos socialistas en Estados Unidos. Los socialistas venezolanos, como los nuestros, buscan crear una narrativa de minoría y victimización en la cual los villanos son europeos blancos.

 En 2010, los socialistas venezolanos comenzaron una campaña para desarmar a ciudadanos sin problemas legales bajo el pretexto de detener la violencia armada. El programa se llamó “Desarma la violencia”. Hoy, en Estados Unidos, escucho la misma retórica por parte de la izquierda. En Venezuela esto no terminó bien. Una vez que los ciudadanos estaban desarmados, el régimen socialista volcó sus armas contra ellos.

Los ciudadanos, ahora desarmados, empezaron a protestar la corrupción y tiranía del gobierno socialista, Chávez, y luego Maduro, soltaron grupos de colectivos armados, protegidos y entrenados por el régimen, para aterrorizar a los disidentes. Los objetivos incluyeron sacerdotes, empresarios y pequeños hacendados. Estos criminales, llamados colectivos, son el equivalente venezolano a Antifa y Black Lives Matter. Todos estos grupos funcionan como alas paramilitares de la izquierda socialista. No hay colectivos o Antifa en Escandinavia.

En Venezuela, mientras que la gente muere de hambre, los socialistas viven como auténticos burgueses. Todas las personas que ves en televisión escarbando en la basura o en una fila para comprar comida o gasolina son ciudadanos comunes. Los chavistas del régimen, también llamados “boliburgueses” (palabra que proviene de combinar “bolivariano” y “burgués”), comen en restaurantes de primera clase y vacacionan en Europa.

Los principales líderes del régimen son socialistas y son millonarios. Tal como Bernie Sanders, tienen tres casas o más. La familia de Hugo Chávez es la más rica del país, con un valor neto de más de dos mil millones de dólares según Forbes. Esto se parece a líderes demócratas como los Clinton y los Biden que han ido de cero a más de 100 millones de dólares “solo” con su salario gubernamental. Ningún político escandinavo ha logrado eso.

La izquierda norteamericana sigue diciéndonos que quiere llevarnos a Estocolmo, pero sus políticas apuntan a Caracas. Mi hermoso país alguna vez fue próspero y libre, pero el socialismo lo destruyó. La izquierda norteamericana quiere llevarnos por el mismo camino, pero no se lo permitiremos. Debemos hacer sonar la campana de alarma.

Debbie, Venezuelan, is a writer, singer, director, executive producer, and an advocate for freedom. She writes a weekly op-ed for El American. During the Obama years, Debbie was active in her community and served as president of a local TFRW Club //
Debbie, venezolana, es escritora, cantante, directora, productora ejecutiva y defensora de la libertad. Escribe un artículo de opinión semanal para El American. Durante los años de Obama, Debbie estuvo activa en su comunidad y se desempeñó como presidenta del Club TFRW

2 comentarios en «El destino es Venezuela, no Escandinavia»

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