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El gigantesco reto de Joe Biden

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Preocupa enormemente la polarización en Estados Unidos. Que Randall Lane, el editor de una revista como Forbes, lance una advertencia a las empresas que decidan contratar a quienes hayan trabajado para la administración Trump es aterrador. También lo es que una congresista tan influyente como Alexandria Ocasio-Cortez proponga listas para jamás olvidar a los simpatizantes del expresidente de Estados Unidos. Son tiempos escalofriantes.

La administración de Joe Biden, que hoy se inaugura en medio de una ciudad completamente militarizada, carga consigo un reto tremendo. Por años su partido y los grandes medios de comunicación alentaron el conflicto con un movimiento político que resultó ser, igualmente, combativo. Esta tensión terminó erosionando hace pocos días, cuando una turba asaltó el Capitolio de Estados Unidos. Por ello, Estados Unidos necesita que Biden esté a la altura de las circunstancias.

En su mensaje de despedida de la Casa Blanca, Donald Trump aseguró que está orando por el éxito del Gobierno de Joe Biden. Todos, de hecho, debemos apostarle a lo mismo. Y hoy el éxito de Joe Biden pasa, en gran parte, por sanar al país.

Es urgente que el nuevo presidente le dé la espalda a quienes desde su partido pretenden impulsar una cacería de brujas, muy al estilo de los regímenes fascistas. Es urgente que el nuevo presidente le ponga un parado a la hegemonía de las grandes compañías tecnológicas, que hoy se comportan como un despiadado cartel completamente ideologizado. Es urgente que el nuevo presidente coja con fuerza el timón y no le dé espacio a quienes quieren profundizar el conflicto.

El reto es grande, lo sabemos. La voluntad de ambos partidos debe ser la misma: avanzar apegados al interés de la mayoría de los americanos. Decía Thomas Jefferson que «si una vez más podemos restaurar la relación social a su armonía prístina, creeré que no hemos vivido en vano».

Habrá fallado Joe Biden si en vez de sanar a un país herido, permite que los impulsos indomables de su partido, bastante radicales, profundicen las divisiones y el odio. También dijo Jefferson que este odio, entre partidos y en la política, «destruye la felicidad de cada ser». Queda confiar en que, pese a todas las expectativas, el nuevo presidente estará a la altura.

The Editorial Board

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