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El síndrome del latinoamericano estúpido en el norte

Culture War: Los socialistas ven a los ciudadanos como súbditos naturales

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A todos los atacaron con el mismo discurso: “¡vota por nosotros, te daremos cosas gratis!, vamos a quitarle a los ricos para darle a los pobres”; el argumento desde varios flancos del partido demócrata se extendió, algunos eran más radicales que otros: “lograremos la igualdad, aplicaremos la justicia social y racial, los ricos van a pagar, tú no tendrás que esforzarte más, el Estado aliviará todos tus problemas”, y en el rincón más extremista de los azules algunos se atrevieron a gritar: “¡vamos a abolir el capitalismo!”

Es la misma historia, repetida, reciclada, pero de cierta forma también reinventada, con diferentes actores, en otro territorio, con distintas lenguas, otros enfoques y maneras de abordarlo, pero siempre con el mismo fin: lucha de clases, segregación, socialismo, anulación del individuo. Ha funcionado en los últimos cien años para tomar el poder y someter a la población, ¿por qué cambiar?    

Millones de latinoamericanos han experimentado esta trágica situación en sus países de origen en el pasado, tuvieron que huir, dejar atrás sus familias y hogares; la redistribución de la riqueza —la sustracción de recursos de unos para darle a otros— terminó empobreciéndolos a todos menos a los gobernantes y su grupo de amigos, y lo único que consiguió fue someter a los ciudadanos a los designios de la nueva monarquía —los gobernantes de izquierda de turno—, esos que utilizan el poder político para someter y atenazar el poder económico, y vivir como reyes de los recursos que sustraen a los ciudadanos a través de impuestos, confiscación o expropiación.

El latinoamericano estúpido en un buen porcentaje está dejando de serlo, atraído en el pasado por este discurso revanchista ha aprendido la lección, ya no quiere que lo sigan tratando de incapaz, de inútil, de parasito de la clase gobernante, ahora se quiere valer por sí solo. Al nuevo hispano que ha migrado y detesta sentirse a la merced de los políticos de turno, no le interesan las etiquetas de oprimido, no quiere un Estado benefactor que le resuelva todo, solo quiere tener libertades: económicas, políticas, religiosas, sin gobiernos que les quieran imponer una forma de pensar, sin funcionarios administrando su dinero y diciéndole en qué pueden trabajar y en qué no, y a qué hospitales o escuelas puede ir y cuáles no.

En los grandes medios de comunicación estadounidenses se preguntan desconcertados por qué los latinos han ido abandonando el proyecto demócrata, para ellos resulta incomprensible que no puedan retenerlos con promesas vacías de sueños gratuitos sin ningún esfuerzo; los han menospreciado por años, los han tratado casi como una raza inferior incapaz de pensar por sí sola: “no eres negro si no votas por mí”, dijo Biden refiriéndose a los afroamericanos, con el mismo desprecio se pronuncian sobre los latinos, básicamente se sienten con la autoridad moral de decirle a los miembros de diferentes comunidades estadounidenses cómo deben comportarse, que valores deben arropar y por quien pueden votar, pero ya se están rompiendo las cadenas. Muchos hispanos aborrecen los Estados paternalistas porque han comprendido que la responsabilidad individual es la que genera mayores beneficios para todos.

En términos demográficos el latino sigue siendo “una minoría”, pero es la “minoría” más predominante, con aproximadamente 60 millones de habitantes, y un liderazgo que no quiere seguir estando en el asiento de pasajeros, sino tomar el volante, fundar las más grandes empresas del país e incluso llegar a la Casa Blanca.  

Ha sido un largo y difícil camino, es una batalla desigual con la mayoría de grandes medios de comunicación en contra y una narrativa difícil de vencer. ¿Cómo convences a la gente que es mejor para ellos ganarse su propio sustento a esperar que el Estado te lo dé? Es complicado, tampoco se puede cantar victoria, mucho menos desconocer como el discurso paternalista sigue levantando pasiones. De hecho, a pesar de que los demócratas perdieron terreno en las actuales elecciones contra el discurso de libertad y responsabilidad individual de los republicanos, siguen estando a la cabeza del voto latino en el país, incluso, en Arizona, California, Florida, Nevada y Texas vencieron los azules, con excepciones de comunidades específicas, como es el caso de la cubana y venezolana en Florida.

No obstante, el futuro para esta comunidad es bastante prometedor, el latinoamericano se está cansando de ser el estúpido en la historia, de ser atropellado por los gobernantes y de alimentar con su trabajo a los burócratas; ya no más paternalismo, ya no más promesas vacías de igualar a los individuos por la fuerza, ya no más asistencialismo ineficaz que en vez de resolver los problemas los multiplica y eterniza.

Es hora de dejar de ser un latinoamericano estúpido dirigido como un cordero por el pastor del Estado, es momento de tomar las riendas de nuestras propias vidas, de aprender, emprender, equivocarnos, volverlo a intentar, volvernos a equivocar, y finalmente vencer.

Emmanuel Rincón is a lawyer, writer, novelist and essayist. He has won several international literary awards. He is Editor-at-large at El American // Emmanuel Rincón es abogado, escritor, novelista y ensayista. Ganador de diversos premios literarios internacionales. Es editor-at-large en El American

1 comentario en «El síndrome del latinoamericano estúpido en el norte»

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