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El sorprendente caso de Mirtha Legrand: la emperatriz de Argentina que siempre regresa

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Son cerca de 300 mil los argentinos que viven en Estados Unidos. Los motivos de su migración son realmente diversos, pero han traído consigo cultura, gastronomía, hábitos, acentos y recuerdos. Parte de ese acervo común que une a todas las generaciones de argentinos –dentro y fuera del país– es la presencia de una mujer que se ha convertido en la leyenda viviente de la industria mediática de su país: Mirtha Legrand, la conductora que se niega a desaparecer.

Una leyenda con convicciones claras

Rosa María Juana Martínez Suárez nació en Villa Cañás el 11 de febrero de 1927, y comenzó su carrera como actriz en 1940. Las cifras son impresionantes: casi 95 años de vida y 81 años de trayectoria.

Tras una brillante carrera en el cine argentino –del que es una de sus grandes divas–, la actriz incursionó en la televisión en 1968 como conductora de un formato llamado “Almorzando con las Estrellas”, que posteriormente se convirtió en “Almorzando con Mirtha Legrand”, del que nació más adelante “La noche de Mirtha”.

Su permanencia al aire desde aquellos años ha conllevado también acercamientos y choques con los diferentes gobiernos de la nación, teniendo numerosos episodios polémicos en su historial.

Incluso fue censurada por el régimen peronista bajo el mando de María Estela Martínez de Perón. Legrand se mantuvo al aire durante la tiranía de Jorge Rafael Videla, pero ha aclarado: “Nunca apoyé a la dictadura militar”.

“Trabajé durante esa época, como toda la Argentina, pero jamás ayudé. No he conocido a un militar en mi vida más que mi cuñado, así que quiero que terminen con esto”, dijo en referencia a las infamias sobre su complicidad con el régimen.

Conocí de la existencia de Mirtha Legrand en 2016, cuando yo vivía en México. En aquel momento había un escándalo por las palabras complacientes de unos conductores de televisión hacia la política económica del gobierno de Enrique Peña Nieto. Entre los múltiples videos que salieron haciendo burla de aquella situación, circuló uno en el que comparaban a los mexicanos complacientes con las severas críticas de Mirtha Legrand hacia la socialista Cristina Fernández de Kirchner, quien ya para ese momento había instaurado en la Argentina un imperio de corrupción y cinismo.

“No me gusta cómo conduce el país. El país no tiene libertad ¿saben qué tiene el país? ¡Miedo! Yo lo noto en mi mesa. Yo soy simplemente una conductora de televisión que tiene importancia y peso, y lo noto. La gente no se anima a opinar. Se miran, sonríen, pero nadie opina (…) Yo creo que es una dictadura lo que estamos viviendo. Sacan jueces, los ponen cuando se les ocurre, cuando se les viene encima la noche. Eso es completamente anormal”, sentenciaba Legrand en 2015.

La valentía de esta mujer para hablar en contra de un régimen que ya de por sí usaba su aparato mediático para atacarla, me pareció admirable.

“Es una dictadora”, continuó la conductora en su recordada intervención. “Esto me va a traer muchos problemas. No se asusten en la producción. Yo aguanto todo. ¿Qué me van a hacer? ¿Me van a sacar de la televisión? ¿Me van a poner presa? Yo pago todos mis impuestos, y pago cantidades enormes religiosamente así que soy una ciudadana libre y puedo opinar”, concluyó.

Tras apoyar abiertamente la candidatura de Mauricio Macri, la conductora se convirtió rápidamente en una crítica de su precario liderazgo.

“Yo creo que ustedes no ven la realidad”, dijo a Macri y su esposa durante una cena televisada desde la Quinta Presidencial de Olivos en marzo de 2017. “Yo escucho a la gente. A vos no te hablan (…) Yo veo televisión, leo los diarios, estoy al tanto de todo. Yo debería ser tu asesora. No cometerías muchos de los errores que cometés”, dijo al mandatario.

La esencia periodística de Mirtha Legrand es tan innegable como su vena artística. Es una mujer con un porte digno de la realeza y las leyendas, pero un intelecto y pensamiento crítico a la altura de los grandes periodistas de su país.

De convicciones conservadoras firmes, ha logrado que por su mesa pasen personalidades de todo el espectro ideológico. Ha debatido con vehemencia con quienes la contrarían, respetando siempre las diferencias mientras promueve el respeto hacia sus propias posturas.

La señora Legrand entró en confinamiento en marzo de 2020, pues por su avanzada edad pertenecía al grupo de mayor riesgo ante el Covid-19. Desde entonces, su talentosa y hermosa nieta, Juana Viale, dio continuidad al legado televisivo de su abuela.

Mirtha Legrand y Juana Viale.

No obstante, Argentina pedía su regreso. Desde que se retiró para cumplir con su estricto confinamiento, Legrand ha hecho solo tres apariciones televisivas.

La primera de ellas fue hace un año, para hacer un programa navideño junto con su nieta y su hija, Marcela Tinayre. Posteriormente, en agosto de este año, regresó momentáneamente para cubrir a Viale, pues ella estaba en cuarentena.

Poco a poco fue retornando a eventos públicos, pero no volvía a su legendario programa.

La tesis de que Legrand se mantendría en el retiro para que su nieta siguiera en el programa se fue fortaleciendo, y esta posibilidad cobró fuerza cuando la conductora tuvo que ser internada de emergencia hace dos meses debido a una afección coronaria, por la que tuvieron que colocarle dos stent.

A partir de ese momento, y ante la avanzada edad de la actriz, sus seguidores nos resignamos a que había llegado el momento de dejarla descansar. Sin embargo, reapareció públicamente durante el estreno de House of Gucci para anunciar que regresaría a su programa, y cerraría el ciclo actual.

Fue así que volvió el domingo 19 de diciembre, en un programa donde demostró que tras la cirugía coronaria se encuentra con ánimos renovados y con su capacidad intelectual intacta.

El programa fue líder en audiencia, demostrando que la vigencia de Legrand es indiscutible.

“Ella vuelve, y ella volvió”, dijo Legrand al regresar a su trono, mientras sonaba la clásica canción Emperatriz, tema musical del programa que fue compuesto para ella.

La conductora dejó claro que no se retira todavía, y recordó que su neurólogo le recomendó mantenerse trabajando.

Mirtha Legrand es una mujer ejemplar en muchos sentidos. Una de esas personas con las que me encantaría conversar. Una dama en todo el significado de la palabra, que nos demuestra día con día que el trabajo es una bendición, cuando se vive como una pasión y no como un castigo.

Estamos hablando sobre una mujer que podrá ser amada u odiada, pero jamás ignorada.

¡Larga vida a la Emperatriz, Mirtha Legrand!

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