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Por qué no es una buena idea que el Senado elimine el ‘filibuster’

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Los políticos demócratas han estado clamando para que el Senado elimine el filibuster, la regla que impide efectivamente que se apruebe una legislación importante en la cámara alta sin 60 votos. Los demócratas se han exasperado porque esta norma impide que se aprueben leyes importantes, aunque tengan la mayoría en el Senado. La senadora Elizabeth Warren (D-MA) fue la que mejor expresó su argumento cuando dijo que el filibuster es una “laguna procesal” que permite a una “extrema minoría de senadores” bloquear proyectos de ley que cuentan con un gran apoyo popular.

Para ser justos, hay algunas críticas válidas sobre la forma en que se utiliza actualmente el filibuster. El periodista político progresista Ezra Klein escribió un minucioso artículo en Vox en el que explica las razones que esgrimen los demócratas para oponerse al filibusterismo, siendo la idea principal que la norma impide una gobernanza eficaz y evita que se haga nada. Klein argumenta que deshacerse del filibuster mejoraría la eficiencia del gobierno, proporcionando soluciones políticas necesarias para los problemas que enfrenta la nación.

Sin embargo, aunque los argumentos contra el filibuster se hagan de buena fe, no ayudarán a que el país recupere el sentido del civismo y el consenso. Sólo lo empeoraría.

Todos sabemos que Estados Unidos está terriblemente dividido. Las divisiones políticas son tan profundas que los americanos ni siquiera se ponen de acuerdo en cuáles son los principales problemas a los que se enfrenta el país, y una encuesta del Pew Research Center muestra que demócratas y republicanos tienen opiniones muy diferentes sobre cuáles son las cuestiones más urgentes que deben resolverse. Si se convierte el Senado en una Cámara de Representantes glorificada, se eliminan todos los incentivos políticos para encontrar un terreno común en la elaboración de políticas.

Filibuster - Senate - Chuck Schumer - El American
El líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer (D-NY), debería pensárselo dos veces antes de eliminar el filibuster (EFE)
El filibuster es una herramienta tanto para el bloqueo como para el consenso

El filibuster no está previsto en la Constitución, sino que es una norma de procedimiento que surgió orgánicamente a lo largo del tiempo. Según el sitio web oficial del Senado, los senadores empezaron a utilizar largos discursos para evitar las votaciones en la legislación desde la primera sesión del Congreso en 1789, y las normas sobre cómo poner fin a la sesión y pasar a votación (lo que técnicamente se llama “cloture”) se fueron desarrollando a lo largo de los años hasta que en 1975 el Senado determinó que se necesitaban 2/3 de los votos para poner fin al debate y proseguir con una votación final.

Aunque el filibuster existe desde hace mucho tiempo, es cierto que su uso ha aumentado sustancialmente en las últimas décadas. Según el recuento oficial del Senado, el número de votaciones de clotures ha aumentado sustancialmente desde la década de 1990, y en 2019-2020 se produjeron 298 votaciones de clotures. Lo cual es una de las principales razones que esgrimen quienes quieren eliminarlos del Senado, ya que se argumenta que es un procedimiento utilizado por un partido en minoría para desbaratar el sistema legislativo.

¿El filibuster hace más difícil y engorroso el proceso legislativo? Sí, pero la propia estructura del sistema de gobierno americano está diseñada para ser así. Si Estados Unidos quisiera tener un sistema de gobierno rápido y decisivo, habría adoptado una democracia parlamentaria al estilo de Westminster, en la que el gobierno no sólo puede aprobar leyes con facilidad, sino que también forma parte del Legislativo. Los Fundadores optaron por no hacerlo.

En su lugar, tenemos un sistema en el que la Cámara, el Senado y el presidente tienen que trabajar constantemente juntos para lograr una legislación significativa, lo que requiere consenso y tender puentes. El filibusterismo es sólo una medida adicional para evitar un escenario en el que las escasas mayorías aprueban leyes masivas sin al menos un acuerdo tácito de la otra parte.

Claro que se pueden aprobar algunos proyectos de ley sin 60 votos (como el proyecto de ley de alivio del COVID), pero se necesita más apoyo para un cambio más sustantivo y duradero. Lo cual es vital en el sistema americano, donde el cambio político es perenne -con elecciones cada dos años-, ya que un proyecto de ley increíblemente partidista puede deshacerse rápidamente en cuanto el otro partido asuma el poder en el siguiente ciclo electoral. Un mundo en el que Estados Unidos está perpetuamente redactando y derogando leyes importantes no es bueno para la gobernanza.

El Reino Unido y otros sistemas parlamentarios pueden permitirse el lujo de aprobar un proyecto de ley partidista, ya que sus mandatos suelen ser más largos que el ciclo de renovación de dos años que afronta el Congreso. En Estados Unidos esto es imposible, el estado de campaña constante en el Congreso hace que sea fácil presentarse a las elecciones con la promesa de repudiar las leyes impopulares, sin dejar que sus efectos sean percibidos por la población antes de ser derogadas.

Además, se eliminaría cualquier incentivo en la construcción de un consenso bipartidista sobre un proyecto legislativo. Después de todo, para qué comprometerse con los demócratas o los republicanos en cualquier proyecto de ley importante, si podemos esperar dos años y aguardar a que cambie la marea.

El filibuster crea bloqueos, pero esos bloqueos son sólo un síntoma de una enfermedad mayor que afecta a todos los americanos, que es la hiperpolarización. Después de todo, durante la mayor parte del siglo XX, las votaciones e invocaciones de clotures eran de un solo dígito. El filibuster es una herramienta tanto para el bloqueo como para la cooperación. El problema es el usuario, no la herramienta en sí.

Además, no es imposible que se apruebe alguna legislación significativa con apoyo bipartidista, los dos primeros proyectos de ley de alivio del COVID en 2020 fueron aprobados por demócratas y republicanos por igual. Aprobar alguna legislación bipartidista es cada vez más difícil, pero no es necesariamente una quimera.

Cada vez hay mayor polarización en Estados Unidos, eliminar el filibuster la empeoraría (EFE)
Eliminar el filibuster traería más polarización

La retórica política actual está llena de exageraciones y demonizaciones: Si ganan los republicanos, el país se convertiría en una distopía blanca-supremacista, autoritaria y plutocrática; si ganan los demócratas, los gulags estalinistas empezarían a abrirse en poco tiempo. Pues bien, imagínense cómo se generalizaría esa retórica si elimináramos el filibuster y lo que está en juego en cada elección fuera mayor.

Hoy en día, un bando necesita ganar 60 senadores y la Cámara para aprobar una legislación amplia y polarizante. Lo que significa que el partido minoritario seguiría sintiéndose seguro de que tiene las herramientas para impugnar cualquier movimiento descarado del otro partido. En un nuevo mundo post-filibuster, los votantes verían cada elección como una amenaza existencial, un intento de “matar o morir” para evitar que el otro partido aplique sus nefastas políticas. La república no puede sobrevivir a tal prueba, apenas sobrevive a la polarización hoy en día con el filibuster en vigor.

En un país cada vez más dividido y donde el bipartidismo es una joya rara, ¿es prudente eliminar uno de los pocos controles que obliga a los partidos políticos a considerar, al menos, a la otra parte?

Además, ¿han pensado los demócratas en qué pasaría si los republicanos ganaran las dos cámaras y la Casa Blanca sin el filibuster en vigor? Bueno, los votos de confirmación profundamente polarizantes de los jueces del Supremo Gorsuch, Kavanaugh y ACB, deberían darles una idea. Imaginen qué tipo de legislación drástica habría implementado Trump si los demócratas no tuvieran el filibuster en 2017 y 2018.

Es comprensible que muchas personas puedan estar frustradas con la naturaleza disfuncional del actual sistema político americano, es justo decir que todos lo están. Sin embargo, eliminar el filibuster no aborda la causa subyacente, sólo resuelve un síntoma mientras empeora la enfermedad.

Como dijo el líder de la minoría del senado, Mitch McConnell (R-KY) eliminar el filibuster sólo crearía un “Senado completamente quemado” y como un “choque de 100 autos, sin nada que se mueva”. McConnell tiene razón. Eliminar el filibuster condenará al Senado a una eterna guerra de desgaste en un sistema que simplemente no está diseñado para el hiperpartidismo.

Daniel is a Political Science and Economics student from the University of South Florida. He worked as a congressional intern to Rep. Gus Bilirakis (FL-12) from January to May 2020. He also is the head of international analysis at Politiks // Daniel es un estudiante de Cs Políticas y Economía en la Universidad del Sur de la Florida. Trabajo como pasante legislativo para el Representate Gus Bilirakis (FL-12) desde enero hasta mayo del 2020. Daniel también es el jefe de análisis internacional de Politiks.

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