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Europa necesita una nueva estrategia de defensa ante Putin

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En una columna del 2 de marzo el Príncipe Michael von Liechtenstein, Fundador del Geopolitical Intelligence Services –GIS– insistía en la urgente necesidad del fortalecimiento de la defensa de Europa como impostergable lección de la invasión rusa de Ucrania. Como acertadamente afirmó von Liechtenstein:

“La defensa de Europa es débil y muchos estados europeos no están dispuestos a invertir en su ejército (…) Hoy, Ucrania está pagando el precio (…) Mañana, podría ser otro Estado (…) los problemas en la arquitectura de seguridad europea tienen que ser reconocidos (…) La invasión de Ucrania debería ser una llamada de atención.”

El problema de fondo para von Liechtenstein es que:

“La ilusión de un orden mundial basado en reglas de acuerdo con valores occidentales vagamente definidos ha demostrado ser poco realista. Las grandes potencias como China, Rusia e Irán no están jugando así. Las instituciones supranacionales como las Naciones Unidas han fracasado (…) Europa necesita una defensa creíble (…) capacidades militares mejoradas para manejar situaciones problemáticas (…) La Unión Europea ha demostrado ser ineficaz (…) la clave (…) no es una política hipócrita basada en valores, sino una disuasión militar y una defensa civil creíbles”

También afirmó von Liechtenstein que:

“Alemania especialmente tiene que darse cuenta de que la paz tiene un precio (…) Ya durante la crisis de 2014, escribimos que la mejor manera de disuadir a Rusia (…) sería invertir en la Bundeswehr, no en sanciones. Pero sucedió lo contrario.”

Otra acertada conclusión de von Liechtenstein  es que una nueva arquitectura de la defensa europea debería organizarse dentro de la OTAN como una estructura separada de la UE para incluir al Reino Unido, porque únicamente:

“Un grupo formado por Francia, Alemania, Polonia, el Reino Unido y un país del sur constituiría una fuerza poderosa.”

Ya en abril de 2021 von Liechtenstein advertía que los fracasos de política exterior de la UE en Moscú y Ankara señalaban cómo una Europa débil necesitaba abandonar su falsa “superioridad moral” y asumir “más realpolitik” empezando por comprender que:

“La mayor ventaja sería que el Reino Unido, una potencia militar considerable con una rica experiencia en política global, actualmente fuera de la Unión, pudiera integrarse en la política de seguridad europea”.

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Presentación de la misión del Ejército de Tierra en Letonia, la primera que desplegará medios acorazados en el exterior, que participarán en una operación de la OTAN para reforzar el este de Europa, hoy en la sede de la Brigada de Infantería Mecanizada Extremadura XI, en Badajoz. EFE/Juan Carlos Hidalgo

En febrero de 2017 la administración Trump incrementaba la presión sobre sus aliados europeos de la OTAN exigiéndoles elevar su gasto de defensa al menos al 2% de sus respectivos PIB´s. Mientras tanto el entonces presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en la Conferencia de Seguridad de Múnich con falsa superioridad moral exigía:

“…una comprensión más amplia de que la palabra “estabilidad” en el mundo significa gastos de defensa, ayuda humana y ayuda al desarrollo” (…) “Las cosas se ven muy diferentes si sumamos nuestros presupuestos de defensa, nuestros presupuestos de ayuda al desarrollo y nuestros esfuerzos humanitarios en todo el mundo”.

A la irresponsabilidad de los líderes Europeos ante Teherán, ahora compartida por Biden, se suma la ceguera europea ante Moscú desde 2014 y ambas sumadas a la terca ceguera ante Beijing, hizo que la validez de las exigencias de Trump por fortalecer la defensa europea mediante la OTAN con un mayor gasto de defensa europeo fuera admitida en 2018 por medios tan anti-trumpistas como CNBC.

Europa debe despertar de una falsa “superioridad moral” que sobrepone a los verdaderos valores de occidente una agenda ideológica neomarxista. Y dejar de invocar como aporte a la “seguridad global” una “ayuda” al tercer mundo que en realidad causa inestabilidad geopolítica, porque como explicó la economista Dambisa Moyo en su libro Dead Aid: Why Aid Is Not Working and How There Is a Better Way for África la realidad es que esa:

“ayuda” ha atrapado a los países en desarrollo en un círculo vicioso de dependencia de la ayuda, corrupción, distorsión del mercado y más pobreza, dejándolos con nada más que la ‘necesidad’ de más ayuda (…) los últimos cincuenta años, más de un millón de millones de dólares en ayuda al desarrollo se transfirió de los países ricos a África (…) los beneficiarios de la ayuda no están mejor como resultado de ella, sino peor, mucho peor.

Guillermo Rodríguez is a professor of Political Economy in the extension area of the Faculty of Economic and Administrative Sciences at Universidad Monteávila, in Caracas. A researcher at the Juan de Mariana Center and author of several books // Guillermo es profesor de Economía Política en el área de extensión de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Monteávila, en Caracas, investigador en el Centro Juan de Mariana y autor de varios libros

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