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La Eurocopa, la pandemia y la normalidad que urge

La eurocopa es señal de la normalidad que vuelve. Imagen: EFE/EPA/Martin Meissner

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La Eurocopa es una bocanada de aire fresco. Tras un año y medio de disrupción a causa de la pandemia de COVID-19, muchas cosas que hubiéramos considerado normales se han vuelto privilegios y maravillas. Algunas tan simples como ver fútbol con público en los estadios, después de tanto tiempo de tribunas vacías y partidos lúgubres donde el silencio era interrumpido únicamente por los gritos desde las bancas.

En estas circunstancias, ver nuevamente la alegría de los aficionados es mucho más que un agradable telón de fondo. Es un recordatorio de que hay vida más allá de nuestras pantallas, nuestro cubrebocas y nuestro próximo pedido de Uber Eats.

Sí, es cierto que la pandemia continúa. Que el riesgo no ha desaparecido y que en algunas regiones del mundo la situación sigue siendo lo suficientemente grave como para ameritar medidas más drásticas. Sin embargo, también es cierto que el riesgo nunca va a desaparecer y que si esperamos a que el COVID-19 deje de ser un peligro antes de regresar a las calles y a los trabajos, entonces nos quedaremos encerrados el resto de nuestra vida. Lo cual implica toda otra serie de riesgos en sí mismos.

La verdad es que nos urge la normalidad

Necesitamos regresar a la vida cotidiana y mantener una condición lo más cercana posible a la normalidad. La mentalidad de confinamiento es insostenible, no solo por motivos económicos, sino, sobre todo, sociales y humanos.

Económicos porque América y el resto de los países no aguantarían otro confinamiento como el del 2020. Incluso las grandes potencias, que pudieron respaldar a su población con amplios apoyos económicos, están enfrentando las consecuencias en forma de presiones inflacionarias que no se habían visto en décadas. Hay que decirlo así de claro: no hay dinero que alcance para tener a toda la gente encerrada en sus casas.

La mezcla de confinamiento y apoyos también genera profundos daños sociales. Genera distorsiones en el mercado laboral y amplía drásticamente las brechas entre los sectores económicos, condenando a la extinción a amplios bloques de productos y servicios, mientras que otros consolidan un dominio artificial y una prosperidad que no han conquistado en el mercado, sino que les fue decretada desde las listas de actividades esenciales determinada por los gobiernos.

A nivel humano, la paranoia y el confinamiento que han acompañado a la pandemia provocan graves efectos sobre la salud física y mental de millones de personas que se aíslan aún más del resto de sus familias, colaboradores y comunidades, profundizando la crisis de soledad que de por sí ya era grave en América y en todo Occidente desde antes del primer caso de COVID-19.

Precauciones razonables para volver a la normalidad. La Eurocopa es una esperanza de ello. Imagen: EFE/John G. Mabanglo/Archivo
Precauciones razonables para volver a la normalidad. La Eurocopa es una esperanza de ello. (EFE)

Precauciones razonables

Sí, es cierto que el COVID-19 sigue matando a miles de personas todos los días, pero no podemos quedarnos encerrados el resto de nuestras vidas en espera de que la pandemia desaparezca, porque no va a desaparecer.

El COVID-19 seguirá matando durante décadas, como mata la influenza, como matar el cáncer, como matan tantos otros padecimientos; y aun así tenemos que salir a la calle y correr el riesgo. No podemos condenarnos a cadena perpetua bajo 5 cubrebocas, ni escapar de cualquier actividad que implique un riesgo de enfermarnos. No solo no es sano, es que ni siquiera es posible, y por lo tanto el camino correcto es el de las precauciones razonables.

¿Qué implican las precauciones razonables?

Si usted tiene antecedentes de enfermedades previas o algún otro factor de riesgo que lo vuelvan más susceptible al COVIDd-19, asuma una posición más defensiva. Priorice la vacunación, pero sin imponerle un confinamiento eterno a los demás.

Quienes tengamos la opción de una vacuna, debemos tomarla en serio, y una vez vacunados retomar nuestras actividades previas tanto como sea posible.

En general, y en la medida de lo posible, hay que ventilar espacios y monitorear aquellos síntomas que puedan lanzar una señal de alarma, acudiendo de inmediato a recibir atención médica, en lugar de esperar a que nos falte el aire y tengamos que entrar directo a urgencias.

El COVID-19 no es una “gripeciña” como dijo Bolsonaro; es una enfermedad más grave y debe prevenirse y tratarse con el cuidado correspondiente, pero nada más que eso.

La esperanza de la Eurocopa

Los estadios con público en la Eurocopa, al igual que en los eventos deportivos en buena parte de América, son un motivo de esperanza para recuperar la normalidad, para superar la parálisis del miedo y mantener precauciones razonables, en lugar de apostarle a que “derrotaremos” al COVID escondidos en casa, sometidos a un encierro que debilita a los países, destruye a las economías y daña a millones de personas.

Así de claro.

Gerardo Garibay Camarena, is a doctor of law, writer and political analyst with experience in the public and private sectors. His new book is "How to Play Chess Without Craps: A Guide to Reading Politics and Understanding Politicians" // Gerardo Garibay Camarena es doctor en derecho, escritor y analista político con experiencia en el sector público y privado. Su nuevo libro es “Cómo jugar al ajedrez Sin dados: Una guía para leer la política y entender a los políticos”

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