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El primer exiliado del nuevo Gobierno de izquierda en Colombia

— “¿ALÓ?”

— “Usted jode mucho, porque usted no conoce a la Colombia profunda. Siga jodiendo y nos lo llevamos pa’ la selva pa’ que la conozca”

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La amenaza era clara. Amigos de la Fiscalía y la policía de Colombia le dijeron a David Ghitis que más le vale tomársela en serio, porque es claro que hablan de secuestro. Él no sabe quién está detrás de la amenaza, pero está seguro de que, quien sea, quiere callarlo por sus fuertes críticas al actual Gobierno de Gustavo Petro.

De 10 a 100 seguidores

David Ghitis ya había vivido fuera de Colombia, su país, cuando a finales de los noventa la situación era inaguantable. Era la época más dura, cuando la guerrilla de izquierda, las FARC, tenía más control sobre el país.

“Un día mi hija llegó temprano a casa del colegio. Me dijo que los mandaron a casa luego de que unos hombres armados entraran al colegio. Resulta que el Ejército estaba avisando a las autoridades del colegio que la guerrilla estaba a pocos metros de allí”, cuenta Ghiti a El American, quien entonces vivía en Cali, a 460 kilómetros al oeste de Bogotá, la capital de Colombia.

Ghitis, judío, dejó Colombia en 1998 para asentarse por un par de años en Israel. De allí, viajó a Estados Unidos por trabajo y finalmente estuvo en República Dominicana. En 2007, cuando el país ya era otro gracias a las efectivas políticas en contra de la violencia del Gobierno del expresidente Álvaro Uribe, Ghitis regresó a su país.

“Ya en el 2007 Colombia era otro país. Ya se podía vivir. Regresamos y seguí en mi trabajo. Yo no tenía presencia en medios, hasta que en el 2009 abrí mi cuenta de Twitter”, cuenta.

Twitter fue su primera plataforma. Y, cuando Petro ganó las elecciones a la alcaldía de Bogotá, en el 2011, Ghitis empezó a usar la plataforma para cuestionar, no solo su candidatura, sino sus propuestas políticas y económicas para la ciudad.

“Un día me levanto y tuiteo en contra de Petro. Dije que hay que aplicar la revocatoria de su mandato. Ese día en la mañana mi cuenta tenía 10 seguidores; al terminar la tarde, más de 100 seguidores”, dice Ghitis a El American.

Le sorprendió cómo interactúa la red social y el potencial de viralización que tenían sus mensajes. Siguió tuiteando, con fuerza, haciendo oposición al Gobierno local de Gustavo Petro.

Actualmente, David Ghitis tiene más de 170 mil seguidores en Twitter.

“La justicia no puede ser una víctima de la paz”

La experiencia forjó los principios de David Ghitis. Nadie se lo contó. Él lo vio con sus propios ojos.

“Presté servicio militar cuando tenía 18 años, por 1983. Me tocó una unidad militar que queda al sur de Bogotá, en la Escuela de Artillería”, cuenta Ghitis.

Por la fecha, Ghitis tuvo una incomodidad en la rodilla, que requirió dos semanas de hospitalización, por reposo. Durante ese tiempo estuvo internado en el dispensario de la misma Escuela de Artillería, donde conoció las consecuencias de la guerra en Colombia.

Mientras estuvo hospitalizado, veía pasar por su habitación a víctimas del conflicto. Muchachos jóvenes, pobres, mutilados. Heridos o con impresionantes historias a cuestas, testimonios de la crueldad de la guerra contra la guerrilla y los grupos narcotraficantes en Colombia.

“Me contaron las historias de sus combates. Hasta el momento yo era un niño de casa, apartado de la realidad del mundo. Escuchar esos testimonios me cambió la forma de ver el mundo. Ver las heridas, y escuchar cómo se tenían que hacer los muertos para que no los asesinasen”, dice Ghitis, “estando ahí fue que pensé que a este país había que cambiarlo”.

Poco después de que dejara el Ejército, el grupo terrorista M-19, al que perteneció Gustavo Petro, ejecutó uno de los atentados más cruentos de la historia de Colombia: la toma del Palacio de Justicia, en Bogotá. En noviembre de 1985, con el propósito de destruir los expedientes que pavimentaban el camino a la extradición de grandes narcos colombianos (la mayoría del grupo de Pablo Escobar), guerrilleros del M-19 entraron en el Palacio de Justicia y secuestraron a su personal y magistrados. Entre el 6 y el 7 de noviembre murieron 11 soldados, más de 50 civiles y 33 guerrilleros.

“Unos días después de la toma, fui al batallón a saludar a algunos amigos que dejé en el Ejército. Vi fotos que nunca se publicaron. Fotos de cómo había quedado el Palacio de Justicia. Yo pensaba que era imposible tanta maldad. Ahí me convencí de que la justicia tenía que llegar”, cuenta Ghitis a El American.

“La justicia no puede ser una víctima de la paz. ¿Para tener paz hay que perdonar a criminales de lesa humanidad? Nunca me creí eso”, agrega.

Y, por esa convicción, para Ghitis es imposible apoyar a alguien como Gustavo Petro, quien militó en el grupo terrorista M-19.

“Por principios yo nunca le daría el voto a una persona que empuñó un arma para matar a quien pensaba distinto a él”.

“Por eso siempre me opuse a Petro”.

El acoso del petrismo

Los insultos son innatos a la presencia activa en redes sociales. Nada de qué preocuparse. Por dar su opinión cuestionando los indultos a delincuentes y las políticas e ideas de Petro, David Ghitis se topó con seguidores acérrimos e intolerantes de la extrema izquierda colombiana.

“Desde que empecé a escribir en redes sociales, en contra de la alcaldía de Petro y apoyando la revocatoria, se sentían los insultos. Pero han ido escalando, hasta que llegaron a un punto delicado este año durante la campaña por la presidencia”, dice Ghitis.

El mayor nivel de tensión entre Ghitis y los seguidores del exalcalde de Bogotá y entonces candidato presidencial, ocurrió cuando el mismo Petro se lanzó contra el comentarista.

Por sus tuits, David Ghitis empezó a ser reconocido. Medios lo contactaban para entrevistarlo y, luego de pasar por varias plataformas, fue invitado a ser columnista de RCN, uno de los mayores grupos mediáticos de Colombia.

En marzo de este año, Ghitis publicó una columna en el website de RCN titulada Petro nos quiere atracar, haciendo referencia a las ideas anticapitalistas y en contra de la propiedad privada del entonces candidato a presidente.

“En varias ocasiones Petro, el candidato por 12 años a la Presidencia, ha soltado amenazas contra la propiedad privada”, se lee en un extracto de la columna. Sobre el tuit de promoción de la columna en Twitter, Petro escribió: “Neo nazis en RCN”.

El comentario de Petro provocó indignación entre la comunidad judía de Colombia. Petro fue acusado de antisemita, por catalogar de «neonazi» a un judío cuyo abuelo huyó de su país por el avance del régimen de Hitler en Rumanía.

La Sociedad Interamericana de Prensa reaccionó al ataque de Petro y, en un comunicado publicado el 29 de marzo de este año, dijo que “el candidato presidencial debía deponer su discurso estigmatizante que se torna más peligroso en una época de polarización aguda”.

Para David Ghitis el peligroso tuit de Gustavo Petro, entonces candidato presidencial con más chance a convertirse en el hombre más poderoso de Colombia, significó un punto de inflexión.

“En ese momento estábamos hablando de un candidato presidencial. Que una opinión no sea debatida sino que se trate de descalificar, es muy peligroso. Y lo de neonazi es peor. Es un tipo que tiene 5 millones de seguidores en Twitter. Todos se lanzaron en mi contra”, cuenta Ghitis.

Menos de tres meses después, el 19 de junio, Gustavo Petro, el hombre que lo llamó neonazi, se convertía en el primer presidente de extrema izquierda de Colombia. Ya el país no sería el mismo que en el 2007, luego de un pequeño exilio, le abrió las puertas —o al menos eso pensaban Ghitis y su familia. Un país tolerante, libre, próspero y seguro.

Ahora, en Nariño, estaba el hombre cuyas hordas de seguidores insultaron y amenazaron por redes sociales a un columnista, por el simple hecho de expresar sus ideas.

“Una vez ganó Petro nos reunimos en mi casa. Pensamos, por primera vez, en que quizá nos tocaría salir del país”, cuenta Ghitis.

Él, por supuesto, aborda las preocupaciones con cierta ingenuidad. De lo contario, si creyera en que el peligro es real, no escribiría, no hablaría. David Ghitis se callaría. Esa candidez funciona, también, como combustible de una valentía enérgica, que lo impulsa a decir con franqueza lo que pocos se atreven a gritar.

“¡Nos tenemos que ir!”, “¡Usted está en la mira!”, “¡Esto es peligroso”, le decían sus hijos y esposa. Él, con la misma ingenuidad que funciona de motor, respondía: “Quizá Petro me demuestre que el equivocado soy yo. Ya él ganó, ¿qué vamos a hacer? Tampoco vamos a huir. De pronto el equivocado soy yo”.

Pero no. Él no estaba equivocado y su familia no exageraba. Ahora Colombia era un país hostil para su libertad. Un país alérgico al disenso. Peligroso, como quedó claro cuando recibió la llamada.

David Ghitis, desde el exilio, en alguna ciudad de Estados Unidos que prefirió no revelar.

David Ghitis estaba en su apartamento de Bogotá. Temprano, en la mañana, el 28 de agosto, le sonó su teléfono. Atendió. “Siga jodiendo y nos lo llevamos pa’ la selva”. Colgaron.

No se asustó. No entendía bien. Y, entonces, se comunicó con unos amigos en la Fiscalía y en la policía. “Por lo que le dijeron, por cómo se lo dijeron, se trata de una amenaza seria de secuestro”, le advirtieron sus amigos a Ghitis.

Ghitis no presentó ninguna denuncia porque en su momento no lo tomaron en cuenta. Luego del tuit de Petro llamándole neonazi, el columnista acudió a la Unidad Nacional de Protección (UNP), la entidad del Ministerio del Interior encargada de la protección y escolta de los colombianos. Luego de un estudio, la UNP concluyó que Ghitis no corría riesgo en Colombia.

Entonces, la UNP estaba bajo la administración que designó el Gobierno del expresidente Iván Duque. Ahora, la Unidad de Protección es regida por un aliado de Gustavo Petro, el exguerrillero del M-19, Augusto Rodríguez.

“A finales de abril me dirigí a la UNP para ver cómo podrían protegerme después de la avalancha de insultos y amenazas en Twitter que recibí cuando Petro me llamó neonazi. El 28 de julio, ya Petro presidente electo, me llegó un email diciéndome que ya había una decisión sobre mi caso. El 2 de agosto me dijeron que yo no corría ningún riesgo. Ahora que el director de la UNP es un exguerrillero prefiero ni intentarlo con ellos”, cuenta Ghitis a El American.

No lo denunció ante las autoridades colombianas y tampoco se lo comentó a su familia, para no preocuparla. Sin embargo, desde el momento en que sus contactos en la Fiscalía y en la Policía le dijeron que el riesgo era real, Ghitis empezó a planificar su viaje.

Nuevamente exiliado

“Yo sé que la amenaza la provoqué por mis críticas a Petro. Sin embargo, si tuviera que especular, creo que hay un hecho anterior a la llamada que podría estar relacionado”, cuenta Ghitis.

Un par de días antes de que lo llamaran, el columnista tuvo un intercambio en Twitter bastante duro con la senadora de las FARC, Sandra Ramírez, quien recibió el curul regalado gracias a los acuerdos de paz en La Habana bajo el Gobierno de Juan Manuel Santos, en el 2016.

En el encontronazo, Ghitis le dice a la senadora que, cuando las FARC reclutaba niñas forzosamente, “cuando no querían ser violadas, ustedes las asesinaban”. Ramírez respondió también con fuerza a Ghitis.

El primer exiliado del nuevo Gobierno de izquierda en Colombia

“Desde ese intercambio con la senadora empecé a sentir una presión muy fuerte en las redes sociales. Y luego vino la llamada”, apunta Ghitis.

“Yo no puedo decir que fue este Gobierno. Que fue Sandra, o que fueron las FARC. No lo puedo decir porque no tengo pruebas; pero no tengo dudas de que esta llamada está relacionada a ese episodio. Quizá fueron simpatizantes de ella los que me amenazaron”.

Y, en consecuencia, simpatizantes del Gobierno de Gustavo Petro.

La familia de David Ghitis se enteró cuando él mismo hizo público el porqué estaban saliendo del país. Dos días antes del viaje el 7 de septiembre, entendió la urgencia, pero no sabía bien qué ocurría. Ghitis no quería contarles nada, para no preocuparles.

“Asustados, intuían qué pasaba. Pero fue cuando ya era público que se enteraron de la amenaza que yo había recibido”.

David Ghitis regresó a Estados Unidos, con toda su familia. Su esposa le pidió que todavía no revelara su ubicación en Estados Unidos. “Aunque yo no estoy muy de acuerdo”, cuenta Ghitis entre risas. “Lo que sí te puedo decir es que estoy lejísimos de Florida”, agrega.

Pero a David Ghitis no lo van a callar. El intento de silenciarlo, a partir de amenazas, lo robustece. Y, convencido, dice: “No me van a silenciar. Seguiré haciendo oposición, escribiendo columnas, alzando la voz. Y, además, me aventuraré en la política”, anuncia.

David Ghitis será candidato a la Cámara de Representantes en cuatro años, si el país se lo permite y aún es democrático y libre, como él cree que es posible que no ocurra.

“Si Petro no logra perpetuarse, como él quiere; y en 4 años hay elecciones libres al Congreso, yo aspiraré a un curul”, dice. A su familia, por supuesto, no le encanta la idea. Riéndose, cuenta: “¿Qué piensan ellos? Piensan que me quieren ingresar a un hospital psiquiátrico”.

“La verdad, ellos lo veían venir”, dice.

David Ghitis, ahora en el exilio, cree que Colombia entró en una época oscura, que estará marcada por las persecuciones políticas, el acoso y el desvanecimiento de las libertades. Él no cree, sino que está convencido de que no será el último exiliado. Lo que le ocurrió marcará el tono del Gobierno de Gustavo Petro, según dice.

“Lo importante es que nadie se someta. Sea desde Colombia, o desde afuera, todos alcemos la voz”, agrega, tajante, Ghitis.

Orlando Avendaño is the co-editor-in-chief of El American. He is a Venezuelan journalist and has studies in the History of Venezuela. He is the author of the book Days of submission // Orlando Avendaño es el co-editor en Jefe de El American. Es periodista venezolano y cuenta con estudios en Historia de Venezuela. Es autor del libro Días de sumisión.

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