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Comenzaré con mi clásica voluntad de ganar amigos: no extraño a Donald Trump en Twitter. De hecho, celebro su decisión de no regresar a dicha red social. Seguramente en Truth sus fanáticos alabarán cada mensaje que comparta. Twitter, como ya sabemos, es un ambiente hostil, donde los aduladores —de lo que sea— no son bien recibidos.
Eso sí: debo admitir que la decisión de no regresar a Twitter es inteligente desde un punto de vista económico. La inversión hecha por Trump para su nueva red social está en peligro, pues desde el momento en que se rumoreó sobre la compra de Twitter por parte de Elon Musk, las acciones de Truth sufrieron una caída del 9 %. En diciembre el expresidente ya había anunciado que tenía un fondo que superaba los $1,000 millones para financiar su proyecto digital, con el que buscaba combatir el veto del que fue objeto tras el asalto al Capitolio.
Suena apenas lógico que deba garantizar la supervivencia de su proyecto, y con su vasta red de seguidores —devotos a sus publicaciones— logrará mantener vivo el interés por la plataforma. Por ahora, la app de Truth es la más descargada en iPhone en los Estados Unidos, lo que demuestra que está posicionada en un mercado fiel al expresidente.
Elon Musk ha comprado Twitter con el objetivo de volverlo rentable y eliminar el sesgo ideológico que impregnaba a la red social. Asegura que promoverá la libertad de expresión sin distinción de ideología y ha invitado a sus adversarios a permanecer en la plataforma.
Aunque Trump haya anunciado su voluntad de mantenerse al margen de Twitter, no sería de extrañar que, una vez entrado en la campaña electoral, decida regresar a la red que catapultó su carrera política y lo mantuvo en el ojo público durante su controvertida presidencia.
Este artículo apareció originalmente en el Newsletter de El American del 28 de abril de 2022. ¡Suscríbete gratis aquí!
