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El factor militar, la falla en el autoritarismo de Pedro Castillo

El factor militar, la falla en el autoritarismo de Pedro Castillo, EFE

Desacierta el analista boliviano Carlos Sánchez Berzain al anotar que fue el Parlamento Nacional el que contuvo el «putsch» del izquierdista Pedro Castillo en Perú. En realidad fueron las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional quienes frustraron el proceso antidemocrático.

La vacancia activada contra el golpista y votada por los congresistas se dio después de la arremetida autoritaria. El país se salvó con las justas gracias a que el factor militar y policial no se alineó al proyecto de poder ilimitado en gestación.

En lo que sí atina Sánchez Berzain es en que «el castrochavismo repite en Perú la falsificación de la narrativa y la violencia extrema» como la que se aplicó en torno a la expectoración del poder de Evo Morales en Bolivia hace tres años.

El 7 de diciembre cayó Pedro Castillo en Lima tras menos de quince meses de inducido desgobierno. Su frustrado autogolpe y hasta su neutralizada fuga hacia México coronó el histórico día.

Los móviles del paso que dio «disolviendo» atrevidamente, no solo el Congreso, sino a todas las demás instituciones que le eran incómodas, fueron inicialmente nebulosos. Pero un asunto sí es claro: Castillo y sus controladores (internos y externos) tantearon desde mucho antes las posibilidades de lo que vendría.

En todo este tiempo el cancelado régimen logró alinear a algunas voluntades en los sectores militares, policías y de los servicios de Inteligencia… pero no a los suficientes para dar sostenida tracción al autoritarismo de sondeos lentos que les asegurara poder real creciente. En contraste a otros tiranuelos inamovibles de la región fallaron en este crucial aspecto (en Venezuela, por ejemplo, manda una fuerte alianza cívico-militar de signo narcocriminal con poder político llamado el Cártel de Los Soles).

Castillo fue, al parecer, pieza de un plan mayor que lo superaba (el rol de los cubanos y del evismo boliviano en esa planificación tiene que auscultarse mucho más por cierto). Sus digitadores no lograron enfilar a todo el factor militar, pero el proyecto, como se advirtió, sí era dictatorial con el reciclado grupo extremista Sendero Luminoso (en su disfrazada pose «política») como uno de los letales protagonistas. Al final, sin opciones de rápido logro y abrumado por los destapes de corrupción, empujaron al inviable expresidente al abismo como «plan de salida».

En ese sentido, han hecho muy bien los peruanos en celebrar a las fuerzas de seguridad institucionalistas que contuvieron los afanes antidemocráticos. Su paso a la historia hubiese sido lamentable si estas fuerzas oficiales armadas cedían, se sometían al prosenderismo corruptor presidencial.

¿Cómo reaccionarán Sendero Luminoso y otros extremistas pro-Castillo?

El factor militar, la falla en el autoritarismo de Pedro Castillo, EFE
Manifestantes que respaldan al destituido presidente Pedro Castillo enfrentan a la Policía. (EFE)

Si hay algo que debe tenerse claro a estas alturas del proceso político peruano es que con Pedro Castillo y su asociado Vladimir Cerrón (exgobernador regional de Junín y dueño del partido político por el que postuló el golpista) llegaron a la Presidencia en 2021 diversos extremistas violentos de tomo y lomo apenas contenidos por las circunstancias.

Ahí están los que el etnonacionalista Antauro Humala etiquetó como la «izquierda macha»; aquella confluencia de senderistas y emerretistas (MRTA) en proceso de reciclaje (habían entrenado por años intoxicando las tensiones sociales). A estos se unió el «radicalismo reservista» o antaurismo, premiados calculadamente este año con la libertad anticipada de su cabecilla.

Un actor del que la población sabe muy poco es el movimiento Inkarri Islam (cuyo líder colaboró con la aventura electoral de Castillo). Una corriente anexada a la red de amenazas regional del Hezbollah proiraní que en Perú tiene a Apurímac como epicentro. La violencia diseñada luego de la salida y a favor de Castillo agarró tracción precisamente en esa región.

Si bien estas fuerzas extremas se infiltraron y establecieron relaciones de cooperación subterránea e inconfesada por años en cuanto conflicto social (sobre todo antimineros) se presentó por todo el territorio nacional, se fueron mostrando explicitas en torno a un proyecto político único y con potencial de llegar a la Presidencia. Castillo y Cerrón los empoderaron y reagruparon cada vez más abiertamente.

A inicios de este año comentábamos sobre la posibilidad de escenarios de riesgo creciente que intentarían replicar lo que sucedió en Bolivia cuando el impune Evo Morales fue expulsado del Gobierno. Es importante estar atentos el extremismo que se muestra contenido o dosificado cuando detenta cierto control del poder oficial, pero que se desata al dejar ese control contra su voluntad. Ahora, como se vio en suelo boliviano en 2019, lo volvemos a ver de forma aún embrionaria con la reacción pro-Castillo en las calles.

No se trata de simples radicales por cierto. Son extremistas que operan al margen del consenso democrático. Y no se trata solo del despliegue de conflictos delictivos o criminales. Sus contornos son también políticos e ideológicos. Es un error obviar estos elementos, lamentablemente se insiste en ello.

Cabe incluso recordar que la subcontratación de criminales por parte de extremistas con fines políticos para cometer acciones de terrorismo urbano puede terminar dominando las protestas legítimas.

Debe resaltarse: se subestimó ya a Sendero Luminoso (llegaron a infiltrar a prefectos y subprefectos en diversas regiones) y otros actores estando con un pie en la Presidencia gracias a Castillo y Cerrón. Es imprudente volver a hacerlo ahora que está suelto en calles y plazas con el ojo rojo e incitando desafíos violentos como venganza.

Political analyst and columnist focused on issues of risk and political conflict, radicalization and violent political extremism // Analista político y columnista enfocado en temas de riesgo y conflictos políticos, radicalización y extremismo político violento

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