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La desigualdad no importa si es producto de la libertad

desigualdad, El American

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Que no nacemos iguales es una verdad evidente. Algunos estudios muestran incluso que es probable que la gente linda tenga a lo largo de su vida un mejor sueldo que los menos agraciados. Algunos niños nacen en familias más adineradas, otros en familias donde prestarán mayor atención a su educación, otros nacen más inteligentes y otros más lindos. La desigualdad es una cuestión natural y, aunque a algunos les atormente, esta es la realidad y es imposible cambiarla. 

No hay forma de lograr que todos sean igual de inteligentes y atractivos físicamente. Tampoco hay forma de lograr que todos sean iguales en riqueza, excepto si la igualdad que se quiere es en la miseria. Si repartimos 10 mil dólares a un grupo de personas, en unos cuantos días algunos habrán doblado o triplicado ese dinero y otros lo habrán perdido. De modo que incluso si tuviéramos el poder para repartir en partes iguales la riqueza de un país, eso no duraría mucho.

Antes, en todo el mundo, reinaba en extremo grado una desigualdad que no provenía ni de la naturaleza ni de la libertad. Unos señores eran dueños de la tierra y todos los demás eran sus siervos y debían vivir en función de los poderosos. Producían y trabajaban en lo que la minoría gobernante les encargara. Hoy, en el capitalismo, no hay una jerarquía de castas, la gente es libre para hacer lo que quiera y gracias al mercado el poder está en los consumidores, que vuelven rico a alguien en cuestión de días y quiebran empresas en periodos cortísimos de tiempo. 

El precio es uno de los conceptos más importantes en economía. Son los consumidores, los que a través de los precios le dicen a las grandes mentes creadoras y a los ricos del mundo, en qué ocupar su tiempo y capital. La gente estará dispuesta a pagar más por lo que más desea, eso le enviará un mensaje a los empresarios y a los creadores, que yendo en busca de la mayor ganancia, se ocuparán en eso que la sociedad está pidiendo.

Entonces, hay desigualdad de habilidades y desigualdad de riquezas, eso no es malo si es producto de la naturaleza y la libertad, y si esa desigualdad está enmarcada en un sistema capitalista en el que son las masas las que dicen incluso a los más ricos y más inteligentes en qué trabajar. Ahora nadie hace nada obligado, como sí ocurría en la sociedad precapitalista, hoy los precios están ahí y los empresarios siguen las señales de las masas sobre en dónde hay que invertir.

Es importante que la gente entienda no solo que no es ético quitarle a las personas el dinero que han obtenido con su esfuerzo, sino que es necesario para una sociedad que los empresarios no vean amenazadas las ganancias que han obtenido. 

¿Por qué un trabajador con el mismo conocimiento y habilidad gana muchísimo más en USA que en Colombia? La clave está en la acumulación de capital. 

Un obrero en una fábrica en Estados Unidos produce más, en menos tiempo y de mejor calidad, no porque él sea mejor o más astuto, sino porque la empresa tiene bienes de capital que no posee, por ejemplo, una empresa colombiana. Esos bienes de capital se consiguen después de ahorrar. El ahorro, la acumulación de capital, son fundamentales para el desarrollo de una sociedad. 

Si se castiga el ahorro y se llena de impuestos a los ahorradores se frena la capitalización y con ello el crecimiento de los salarios y el bienestar de la sociedad. Lo que ha permitido a las sociedades ser más ricas no es un mayor grado de esfuerzo por parte de los trabajadores manuales, sino la acumulación de capital que hacen los ahorradores y luego el empleo de ese capital  -por parte de empresarios- en buenas inversiones.

Obsesionarse con la desigualdad y quitarle dinero a los que más tienen perjudica sobre todo a las masas. Destruir empresas y descapitalizar un país es hacerlo pobre. El principal interés de un país debe ser acabar con la pobreza y eso se logra con capitalismo y libertad, y esa libertad trae desigualdad porque cada persona es diferente y toma decisiones diferentes.

Ahora bien, entendidas las bondades de la desigualdad, del ahorro, de la dispar inteligencia en un contexto capitalista, hay que hacer una aclaración fundamental: la desigualdad fruto de la libertad es provechosa para una sociedad, pero solo si esta es fruto de la libertad.

Si un empresario ha obtenido mucho dinero porque su producción es exactamente lo que pide la sociedad y las masas lo han premiado comprando sus productos, todo está bien y ese hombre merece su riqueza, que es el resultado de su contribución a millones de personas ofreciendo buenos productos. Pero, si la riqueza viene de limitar las libertades de compra de la masas para obligarlos a mantener su empresa no competitiva, su actividad es perjudicial para la sociedad y no hay razones para defender sus grandes fortunas como el producto de una fenomenal contribución a la sociedad.

De modo que, la libertad trae desigualdad y eso no es negativo, pero también hay desigualdades que son producto del abuso de unos cuantos sobre la mayoría. Las empresas deben competir libremente sin ser protegidas por políticos y sin obligar a la gente a consumir bienes o servicios. Hay que defender la libertad para ahorrar, para invertir, pero también para comprar.  

Vanessa Vallejo. Co-editor-in-chief of El American. Economist. Podcaster. Political and economic analysis of America. Colombian exile in the United States // Vanessa Vallejo. Co-editora en jefe de El American. Economista. Podcaster. Análisis político y económico de América. Colombiana exiliada en EE. UU.

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