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Es absurdo esperar que Huawei rechace una orden del Partido Comunista de China

China Huawei

Asumiendo el papel de heroína que le asignó la propaganda de Beijing, la alta ejecutiva de Huawei Meng Wanzhou calificaba de “abismo” su confortable detención en Canadá. Meng estaba en Vancouver en 2018, cuando la administración Trump solicitó su extradición por presuntas violaciones de las sanciones comerciales de Estados Unidos a Irán.

El “abismo” de Meng se limitó a usar un localizador en el tobillo, pasear libremente durante el día por la ciudad Vancouver, vivir en su propia casa y recibir clases de inglés y pintura. En represalia, por la detención de Meng, Beijing arrestó por “espionaje” a dos canadienses, Michael Spavor y  Michael Kovrig. Spavor organizaba visitas turísticas a Corea del Norte y Kovrig era un exdiplomático que trabajaba en el tanque de pensamiento Grupo Internacional de Crisis.

Los dos canadienses sí experimentaron un abismo. Sufrieron desde un régimen de aislamiento hasta repetidos interrogatorios de ocho horas sin presencia de un abogado. Los “espías” Spavor y Kovrig fueron liberados y enviados a Canadá en cuanto Meng regresó a Shenzhen.

El modelo económico nacional socialista chino tiene cuatro claves:

  • Las empresas “privadas” están al servicio del partido y el Estado.
  • Las grandes corporaciones “privadas” son controladas exclusivamente por miembros confiables del Partido Comunista.
  • Las grandes corporaciones chinas dan soporte al tecno totalitarismo en china y al espionaje y la subversión ideológica de la inteligencia china en el extranjero.
  • El partido y el Estado no interfieren muy de cerca en la gestión comercial de las empresas “privadas” chinas a las que garantizan un mercado interno protegido y acceso a tecnología foránea robada.

La estrecha cooperación de Huawei con los servicios de inteligencia chinos preocupa a las inteligencias occidentales por los esfuerzos de Huawei para alcanzar una posición de dominio en la implantación de la red 5G. Los equipos Huawei son competitivos, pero pueden ser una puerta trasera de Beijing al espionaje de empresas y gobiernos. Además, podrían facilitar ataques cibernéticos chinos de gran envergadura en cualquier parte del mundo. En 2013, el Comité Conjunto de Inteligencia del Reino Unido informaba al Parlamento Británico que el espionaje de Huawei:

“Sería muy difícil de detectar o evitar y podría permitir a los chinos interceptar información de manera encubierta y perturbar el tráfico que pase por redes suministradas por Huawei”.

El fundador de Huawei, Ren Zhengfei, en un discurso a sus empleados al mes del arresto de su hija Meng en Canadá, decía: “Avancemos, matando sobre la marcha, dejando a nuestro paso un rastro de sangre”.

El Wall Street Journal citó el agresivo discurso, a lo que el fundador de Huawei respondió quejándose de que la transcripción fuera “excesivamente literal”.

Australia recientemente vetó a Huawei en su mercado de telecomunicaciones. En enero de 2020 Simeon Gilding, director del Australian Signals Directorate’s hasta diciembre de 2019, advertía que “no es razonable esperar que Huawei rechace una orden del Partido Comunista de China”.

La mayoría de las personas, de los negocios y de los políticos en Occidente se niegan a ver que en China no hay empresas realmente privadas. Es irresponsable hacer negocios pretendiendo ignorar que la ley de Inteligencia China de 2017 obliga a empresas y ciudadanos chinos a contribuir a tareas de inteligencia cuando, como y donde se les ordene.

Huawei sigue en América bajo las restricciones en telecomunicaciones de la administración Trump. Pero la administración Biden ya aceptó cientos de solicitudes de Huawei para comprar chips para el desarrollo de vehículos conectados inteligentes.

La empresa china paga en América lobbistas y firmas legales influyentes en ambos partidos. Contrató a Squire Patton Boggs, bufete de abogados de John Boehner, expresidente republicano de la Cámara de Representantes y al excongresista demócrata Dan Bonker junto al excongresista republicano Cliff Stearns mientras que el superlobbista demócrata Tony Podesta es consultor de Huawei.

Además, emplea al bufete capitalino Sidley Austin para defender sus intereses en Washington. Ellos evitaron la extradición de Meng Wanzhou. Asimismo, el socio de Sidley Austin, Christopher Fonzone, fue confirmado como abogado principal de la oficina del Director de Inteligencia Nacional por la administración Biden.

Guillermo Rodríguez is a professor of Political Economy in the extension area of the Faculty of Economic and Administrative Sciences at Universidad Monteávila, in Caracas. A researcher at the Juan de Mariana Center and author of several books // Guillermo es profesor de Economía Política en el área de extensión de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Monteávila, en Caracas, investigador en el Centro Juan de Mariana y autor de varios libros

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