La Idiotez de la Semana de El American queda bastante repartida entre muchas figuras demócratas —y algunas republicanas— que han perdido la cabeza por el hecho de que Tucker Carlson esté mostrando al público lo que verdaderamente sucedió el 6 de enero en el Capitolio.
Por citar algunos ejemplos, David Hogg, periodista y activista antiarmas, recurrió —irónicamente— a disparar contra el mensajero, diciendo que “olía mal” que Tucker Carlson hubiese podido ver 40.000 horas de vídeos en solo dos semanas. Es impresionante que alguien tan solidario, empático y comprometido socialmente como David Hogg haya olvidado de repente que existen tales cosas como “otras personas” y el “trabajo en equipo”.
Irónicamente, quienes no han visto todos los vídeos, sino una selección muy editada, han sido los propios miembros del comité de investigación, según uno de sus presidentes, Bennie Thompson.
Etapas del duelo demócrata por el 6 de enero
Después de la primera etapa del duelo demócrata, la de negación, viene la de la ira. Ante la imposibilidad de negar la autenticidad de los vídeos, llegó el turno de atacar nuevamente todo aquello que pusiera en duda “el relato”; y este ataque está siendo llevado a cabo con una de sus armas favoritas, los fact-checkers.
Asimismo, insisten en que el Chamán Q se ha declarado culpable, a pesar de que todo apunta a que ha sido acorralado para convertirlo en cabeza de turco —de bisonte, en este caso—; y algunos incluso se regocijan con la muerte de Ashli Babbitt, única fallecida el 6 de enero tras ser abatida a quemarropa por un agente del Capitolio sin estar armada.
En breve ha de empezar la tercera etapa del duelo, la de negociación, en la que ambas partes tendrán que convenir que la verdad está a medio camino entre lo que se nos ha mostrado durante estos dos últimos años y lo que los nuevos vídeos reflejan.
El duelo demócrata es comprensible, porque lo de Tucker Carlson es como si alguien revelara el truco detrás de un número de prestidigitación que se quería hacer pasar por verdadera magia. Después de tanto esfuerzo en guionizar, coreografiar, ensayar y promocionar un show de magia que pretendieron vender como algo sobrenatural, es entendible que les moleste que los vídeos mostrados por Tucker Carlson dejen ver los efectos de ilusionismo, los cables de sujeción, los colaboradores entre el público, y la chistera trucada que los demócratas emplearon durante el 6 de enero primero, y durante la tournée del comité de investigación después.
Quienes vimos en directo por redes sociales lo que iba pasando el 6 de enero nos dimos cuenta de que algunos vídeos iban desapareciendo misteriosamente de internet, y solo se veían los que enfocaban el show desde un ángulo concreto. También pudimos presenciar cómo la cuenta del propio presidente Donald Trump —junto con sus últimos tuits llamando a la calma— desaparecía por arte de magia. De igual forma, resultaba sospechoso que con una mano señalaran insistentemente a un pintoresco señor disfrazado de bisonte, mientras disimuladamente se llevaban la otra mano al bolsillo.
Los vídeos mostrados por Tucker Carlson nos permiten ver lo que sucedía entre bambalinas, y contrastarlo con el show que nos intentaron colar. El relato oficial que mostraron, y que intentaron confirmar con el comité, era poco menos que una película de Michael Bay titulada “Insurrección”, llena de acción, violencia, explosiones, momentos de tensión con banda sonora épica y discursos inflamatorios. Tenía que parecer “peor que el 11-S y Pearl Harbor”, otro mantra estúpido repetido por los demócratas.
Sin embargo, los vídeos de Carlson nos muestran una película diametralmente diferente, mucho más intimista, con música de ascensor, gente paseando junto a las fuerzas de seguridad haciendo prácticamente de guías turísticos del Capitolio, y con los supuestos violentos insurgentes respetando las cintas de terciopelo, solo armados con móviles que disparaban fotografías para su álbum de recuerdos, y dando discursos apelando a la calma y a la protesta pacífica.
Si algo han puesto de manifiesto las recientes revelaciones de Tucker Carlson —aparte de la idiotez y empecinamiento de algunas figuras demócratas y republicanas por exagerar lo sucedido—, es que ahora más que nunca se necesita una visión completa y equilibrada de los acontecimientos —no solo del 6 de enero—, y no la versión sesgada, editada, censurada e instrumentalizada políticamente que nos han venido metiendo con cuchara los medios de comunicación y las Big Tech de forma monolítica hasta que Elon Musk abrió una grieta con la compra de Twitter.
Ignacio Manuel García Medina, Business Management teacher. Artist and lecturer specialized in Popular Culture for various platforms. Presenter of the program "Pop Libertario" for the Juan de Mariana Institute. Lives in the Canary Islands, Spain // Ignacio M. García Medina es profesor de Gestión de Empresas. Es miembro del Instituto Juan de Mariana y conferenciante especializado en Cultura Popular e ideas de la Libertad.
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