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Cervantes, “Don Quijote” y la revolución americana

A la mayoría de hispanistas angloparlantes les sonará extraña esta reflexión sobre la influencia de la hispanidad en la primera generación de americanos. La razón es que su admiración por la literatura española del Siglo de Oro no alcanza a superar sus arraigados prejuicios sobre la España en la que se escribió Don Quijote.

Y aunque la realidad de aquella España fuera tan diferente de sus prejuicios, como la realidad de la Escandinavia vikinga difería de la de los cómics del Príncipe Valiente, ellos se aferran a sus mitos escudándose tras sus laureles académicos. Pero la realidad fue la que fue. No la inventada por cualquier “deconstrucción” ideológica prejuiciosa –de ayer u hoy– para imponer al pasado histórico manías ideológicas presentes.

Y la realidad es que las avanzadas ideas de la intelectualidad de la imperial España del siglo XVI y XVII influyeron de manera determinante en las de aquellos colonos que en la Norteamérica del siglo XVIII deciden enfrentar, con mosquete de miliciano en mano, al poderoso ejército profesional de una tiranía.

El loco cuerdo y el poder enloquecido

Don Quijote es un loco que lanza verdades desagradables al poder enloquecido, escudando con su locura al autor. Pero Don Quijote fue el más notable, profundo y gracioso de esos locos. Don Quijote fue más político y polémico de lo que hoy notan quienes leen y estudian a Cervantes, sin entender el verdadero contexto de su tiempo y lugar.

Cervantes conocía la teoría política y económica de la Escuela de Salamanca. Y con ese marco teórico, tras su extraordinario talento literario, Cervantes y su loco cuerdo exponen, metafórica pero muy claramente para sus contemporáneos, a una dinastía de reyes devenidos en tiranos. De aquellos Habsburgo y sus reinos me limitaré a recordar tres obviedades casi olvidadas hoy:

La España del siglo XVI era la primera potencia de Occidente, un imperio con una frontera al imperio otomano y otra al imperio chino, Japón e India. Y cubría de la mayor parte del continente americano a Filipinas. Menos de un siglo antes, la España de donde partió Colón hacia la India para tropezar (donde erróneamente la situaba) con un continente desconocido, era un reino recién reunificado tras siglos de guerra de reconquista. Un reino pobre y endeudado en el confín del mundo conocido.

En la cumbre del imperio, la dinastía Habsburgo emprendió costosas guerras interminables que financió mediante un endeudamiento insostenible y la venta de privilegios que condujeron al creciente intervencionismo de la economía. Inflación mediante, desarticularon la base económica del imperio. Aquello y su violación de fueros y derechos de los pueblos, ocasionaron una indetenible decadencia material y moral del imperio. 

Los peligros de aquella dinastía e imperio, vistos desde el ángulo de los derechos de sus pueblos, fueron el gran tema de la escuela de Salamanca en teología y filosofía moral, economía, historia, y teoría política. Y Cervantes expone por vía litería esas ideas, enfrentando al poder y denunciando sus excesos.

Don Quijote en la revolución americana

Don Quijote está loco y es gracioso. Él cree estar en una época anterior y en un mundo literario que jamás existió. Pero realiza, entre risas e ironías, una profunda reflexión sobre el poder, sus excesos, la libertad y el espíritu humano. La voz del loco hidalgo nos dice verdades que únicamente entenderemos si conocemos bien su circunstancia. Don Quijote habla del derecho y la obligación de rebelarse contra la tiranía. De arriesgar la vida por la libertad para vivirla con honor. De los impuestos sin representación –especialmente la inflación– como tiranía. Y de que para ser hombres libres tendremos que denunciar la injusticia y enfrentar la tiranía. O dejaremos de ser libres.

Don Quijote habla de mercados libres. Ridiculiza las leyes de usura contra el cobro de intereses. Exige obligaciones al rey ante sus súbditos y la justicia. Cree en resistir la tiranía y defender la libertad y el honor.

En su aparente locura resuenan las ideas de los escolásticos tardíos Salmantinos, desde Azpilculeta y Lugo hasta Juan de Mariana. Las ideas que Don Quijote expresa y practica, junto a su desmesura denunciando y enfrentando la tiranía; su desafío simbólico y real al rey que realmente gobernaba, no a los de su mundo imaginario; su empeño en librar por la justicia batallas de no podía ganar. Y aunque generalmente perdía, ocasionalmente ganaba para sorpresa de todos. Son las ideas y espíritu que animaron la revolución americana, desde la hispanidad.

Así como la voz de Mariana resuena en la Declaración de Independencia redactada por un Jefferson que lo había estudiado. Vemos en la revolución americana al espíritu desafiante de Don Quijote –animado por las ideas que reamente expresó su voz de loco, con profunda ironía Cervantes– . Y no de otras que habrían indignado al ingenioso hidalgo y su creador y que son las que se le suelen atribuir forzadamente a Don Quijote.

Don Quijote se planta a morir en Bunker Hill. Y si sobrevive se retira derrotado, pero sin rendirse, una y otra vez ante los casacas rojas. Se hace marino para acompañar la desmesura quijoquesta del John Paul Jones que con la bandera de una naciente república sometida al bloqueo naval, logra llevar la guerra al Atlántico. Y, por un instante, a las islas británicas.

Don Quijote finalmente derrota a la tiranía. Pero conociendo el barro del que estamos hechos, ve junto a la luz de esperanza de la naciente república, las sombras que contradicen su propio ideal. Pero Don Quijote sabe que una república ganada en nombre de la libertad, superará finalmente todas y cada una de sus sombras. Al menos mientras los americanos sean fieles a sí mismos y escuchen las voces de sus Padres Fundadores. Voces tras las que resuenan los mejores ecos de la temprana hispanidad, dando inspiración a la epopeya de la república americana desde sus inicios.  

Guillermo Rodríguez is a professor of Political Economy in the extension area of the Faculty of Economic and Administrative Sciences at Universidad Monteávila, in Caracas. A researcher at the Juan de Mariana Center and author of several books // Guillermo es profesor de Economía Política en el área de extensión de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Monteávila, en Caracas, investigador en el Centro Juan de Mariana y autor de varios libros

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